Croacia y la República Checa empataron 2-2 en un partido que en pocos minutos pasó de ser una exhibición de orden y eficacia de los croatas a un completo caos.
Los de Ante Cacic perdieron a Modric por un esguince, la concentración (esa se lo deben a su afición) y dos puntos que podrían resultar vitales para la clasificación a octavos de final.
Croacia se dispara en un pie
Una hora le duró el dominio absoluto a Croacia, lo mismo que Modric en la cancha. La superioridad del conjunto croata había resultado incuestionable hasta que el mediocampista pidió su cambio por lesión.
Ganaba 0-2 sin que nadie en la República Checa diera muestras de saber cómo desestabilizar a los croatas. Hasta que perdieron a Modric y con él a la pieza que aglutinaba al equipo. Aunque la superioridad era notoria –Ivan Rakitic, Darijo Srna y Perisic se encargaron de dejarlo claro–, los de Cacic empezaron a parecer más humanos.
Perdieron más balones, dejaron espacio para que Rosicky, que no había creado una sola ocasión, pudiera orquestar el juego del los checos. De un pase magistral del jugador del Arsenal vino el tanto del descuento, ayudado por un error en defensa de Corluka en el cabezazo de Skoda.
Quizás habrían podido aguantar el 1-2 hasta el final, pero sus propios aficionados se encargaron de echar a perder su trabajo. Según varios reportes de especialistas croatas, un sector de la afición escogió la Eurocopa como ‘foro’ para dejar en evidencia los problemas internos con la Federación Croata de Futbol y lanzaron petardos a la cancha en tiempo de compensación.
Lo que lograron fue arriesgar a su equipo a la expulsión y que perdieran la concentración por completo. Vida, que se había mostrado bastante seguro en defensa, cometió un penal casi infantil y dejó dos puntos tirados. De asegurarse la clasificación como segundo, cuando menos, tendrán que jugarse la vida ante España.
Rakitic es un peligro como segundo delantero
Difícilmente se verá a Ivan Rakitic jugando tan adelantado con otro uniforme, pero quizás alegraría el juego si pecara de egoísmo de vez en cuando. El mediocampista del Barcelona brilló como nunca ante la República Checa.
El momento cumbre de su juego fue cuando mandó un golazo para poner el 2-0 en el marcador, pero además fue el futbolista más desequilibrante. Tuvo cinco disparos (más que cualquiera de los 22 hombres en la cancha), dos de ellos a puerta, creó otras cinco oportunidades, registró siete intentos de servicio al área, y cuatro regates.
Lo más importante fue que se acomodó a la perfección a jugar al lado de Mario Mandzukic. Destacable, también, la labor de Darijo Srna por un costado, con 11 centros al área, y la peligrosidad de Perisic, autor del primer tanto del partido, por el otro.
La República Checa sigue dependiendo de Rosicky
Mientras Croacia tuvo ‘atado’ al veterano mediocampista, su equipo fue incapaz de crear una sola oportunidad clara de gol.
Rosicky acabó con un escandaloso 55 por ciento de efectividad al pase, lo que habla de la desconexión en el equipo checo, que durante una hora deambuló por la cancha sin mostrar capacidad de reacción al verse 0-2 abajo en el marcador.
Pero sucedieron dos cosas que en cinco minutos cambiaron radicalmente el juego. La primera fue que Croacia perdió a Modric y con ello el control de la media. Badelj tuvo que ayudar en distribución y liberó a Rosicky, que al menos tenía más espacio para filtrar balones y centrar al área.
La segunda, que el técnico Pavel Vrba recompuso a su equipo y sus cambios surtieron efecto. Skoda y Necid, dos hombres de refresco, fueron los autores de los tantos checos. El primero, gracias a un centro magistral de Rosicky al área; el único que intentó en todo el partido.