El mexicano Hirving Lozano parece que entendió bien lo que tenía que hacer para encajar en el equipo del Napoli y ahora se acopla al sistema de Gattuso, quien ya lo pone a jugar
Convertirse en su momento en el fichaje más caro en la historia del Napoli, fue lo peor que le pudo haber pasado a Hirving Lozano a su llegada a Italia. Las envidias por ese hecho, su alto salario, las caras poco amistosas de sus compañeros de equipo, el entorno en el que comenzaba a desenvolverse y la posterior salida de Carlo Ancelotti, el entrenador que había convencido a la entidad napolitana de arrebatárselo al PSV para que vistiera la camisa azzurri, fueron los ingredientes que cocinaron un caldo que terminó por indigestar al nacido futbolísticamente en los Tuzos del Pachuca. Fue un auténtico shock después de lo que había vivido previamente.
En los Países Bajos, la Diosa Fortuna comenzó a sonreírle desde el momento en que fue contratado, en 2017, por uno de los equipos más grandes del balompié holandés, el emblemático PSV Eindhoven. Con los granjeros portó su escudo en 78 ocasiones, logrando marcar, en tres años, 40 goles y 17 asistencias tanto en la Eredivisie, como en la Copa, la Europa League y la Champions League. Su impulso y sagacidad dentro del terreno de juego fue determinante para que junto a sus compañeros levantaran el título de campeón de Holanda en la temporada 2017-2018.
Sin duda, el 2018 fue el año dorado para el nacido en la capital de la República Mexicana, ya que después del referido campeonato obtenido en tierras neerlandesas, logró una actuación deslumbrante en el Mundial de Rusia 2018 con la Selección Nacional. Su gol ante Alemania cautivó a más de uno y las miradas de los grandes clubes de Europa se posaron en el jugador que fue debutado a los 18 años de edad por Enrique Meza, un entrenador que lo cobijó desde el inicio de su carrera y que supo desde que lo vio por primera vez, que estaba destinado a brillar por su chispa, versatilidad y un asombroso control del balón.
La cosecha de éxitos y grandes elogios emitidos por propios y extraños no se hicieron esperar, acumulándose de tal manera que detonaron en una oferta que vino del sur de Italia por 42 millones de euros que tanto el PSV como el propio “Chucky” no pudieron despreciar. Por eso, su llegada al equipo de San Paolo no podía tener mejores antecedentes y todo parecía indicar que la similitud del idioma italiano con el castellano, la cercanía de las costumbres latinas en general con las que identifican a las mexicanas, la facilísima adaptación a la cocina italiana y, sobre todo, la confianza de Ancelotti, quien solicitó expresamente su incorporación a la institución, le darían a Lozano las condiciones propicias para continuar cosechando, sin mayor problema, los éxitos que ya eran parte de su trayectoria.
La realidad fue otra. Hirving encontró, por un lado, un vestidor que no aceptaba su llegada, sobre todo porque estuvo precedida de bombo y platillo, así como de una cantidad de euros nunca antes desembolsada en la historia del club por algún refuerzo, nacional o extranjero. La envidia invadió a más de uno, particularmente de aquellos consagrados como Lorenzo Insigne o Dries Mertens, quienes estaban mucho más identificados con el equipo y con la afición. Y por el otro lado, su principal aliado al interior del grupo, el ya mencionado Carletto, fue reemplazado apenas seis meses después del inicio de la temporada, dejando a merced del nuevo estratega el futuro inmediato de quien hasta ese momento ya había marcado dos goles en la Liga (ante la Juventus de Turín en la jornada 2 y más tarde en la fecha 13 contra el Milan) y uno más en la Champions League, ante el RB Salzburg.
La llegada de Gennaro Gattuso al banquillo del Napoli significó un cambio drástico en todos los aspectos. La forma de dirigir, el lenguaje empleado dentro y fuera del campo, la idea futbolística, los valores y filosofía propias, inherentes a su personalidad, así como los retos a los que se enfrentaba con un grupo que había conseguido mantenerse en los primeros lugares de la tabla en las temporadas anteriores, entre otros aspectos, transformaron a una plantilla que tardó en entenderle pero que poco a poco comprendió lo que esperaba de ella el campeón del mundo con la Nazionale en Alemania 2006. El resultado fue conquistar la Coppa Italia luego de vencer en penales a la Juventus.
El problema aquí fue el que el “Chucky” no pudo o no supo adaptarse inmediatamente a las exigencias de su nuevo director técnico, y terminó por pagar caro condiciones que no eran inherentes a él sino a su entorno pero que se reflejaron en actitudes dentro y fuera del campo que le sirvieron de muy poco para convencer a Gattuso quien no se tentó el corazón en criticarlo en el momento en el que el jugador azteca no reaccionaba.
Pero finalmente reaccionó, y de acuerdo a su tremendo perfil ganador y a su innegable talento futbolístico, Hirving terminó entendiendo de que debía mostrarse empático con sus compañeros de equipo, hablar su propio idioma (literal); dejar de lado su papel consciente o inconsciente de víctima; adaptarse al sitio donde lo quiere el entrenador (como extremo y no de punta) y entender que en el fútbol, las canchas de juego aunque son iguales en todo el mundo en cuanto a forma y tamaño, no son las mismas en cualquier zona geográficas del planeta.
La titularidad con la que ha logrado iniciar la temporada 2020-2021 en la Serie A italiana, así como su par de goles ante el Genoa el domingo pasado, son claro indicativo de que Hirving Lozano ha aprendido la lección y se ha transformado a sí mismo para seguir cosechando éxitos en su carrera profesional, esos a los que ya nos ha transformado.