Pumas dejó escapar la oportunidad de ganar un título internacional en un partido que no parecía una Final —no lo jugaron como tal los universitarios—, y ante un rival que en lo absoluto es una potencia en la ya de por sí paupérrima Concacaf.
Se aplaude que el técnico Andrés Lillini hace mucho con poco debido al plantel corto que tiene, y se destaca la “mística, garra, raza y espíritu” del club; sin embargo, poco o nada positivo se puede rescatar tras el 3-0 en el juego de vuelta ante el Seattle Sounders.
Sin recursos, apostando a pelotazos al área para que Juan Ignacio Dinenno o Diogo cazaran alguno, Pumas intentó lastimar a un rival que sin ser una maravilla, tuvo paciencia, se plantó con orden y se encontró con un gol de rebote al final del primer tiempo que le abrió la puerta al triunfo.
Seattle es el lugar 12 de su conferencia en la MLS, así que las posibilidades de que el Club Universidad se coronara de visitante para nada eran remotas, pero si falta futbol, coraje y dimensionar lo que está en juego, es imposible, y el marcador retrata lo que sucedió en el campo.
Quitando un tiro libre de Dinenno que pasó muy cerca, y un remate del propio argentino que fue anulado por supuesta falta previa, Pumas no generó nada, no tuvo intensidad, menos ideas, y a los futbolistas no se les notaba en los rostros el hambre por hacer historia y sumar un trofeo internacional a las vitrinas del club.
Como indica la frase hecha, “Pumas murió de nada”. En el segundo tiempo el conjunto local salió a defender su gol y con todo y su limitada zaga no hubo un solo desborde universitario, menos una jugada elaborada y ya ni hablar de un mensaje desde la banca que sacudiera a los jugadores.
Lo que resulta inaceptable es que se aplauda que los Pumas jugaron con “dignidad” la Concachampions y que casi casi se celebre que hayan llegado a la final pese a caer de la forma tan triste en que lo hicieron. ¿Ahora resulta que se festejan los subcampeonatos ante equipos de la MLS?
Que su nomina es baja, es verdad, que Lillini tuvo lesionados de peso, apuesta por los jóvenes y exprime a más no poder los recursos que tiene, claro que sí; pero, ¿cuál es la novedad? Eso es Pumas, eso ha sido históricamente y no por ello se cae en el conformismo de “hicimos lo que pudimos”.
De nuevo, Seattle no es ninguna maravilla como no lo es la MLS a nivel futbolístico —sí en mercadotecnia e infraestructura—, así que lo de Pumas es un fracaso con todas sus letras y basta, basta ya de justificar y aplaudir derrotas nada decorosas frente a rivales nada espectaculares.