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Estadio Azteca, sede del Mundial 2026, un coloso por accidente

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Estadio Azteca: Un accidente monumental que cumple 58 años (5:01)

Te presentamos el origen del Coloso que proximamente entrará a una remodelación para el Mundial 2026. (5:01)

Hace 58 años abrió sus puertas el Estadio Azteca, un proyecto que desde un inicio enfrentó problemas y desafíos para ser la cara de México ante FIFA


La idea de levantar un ‘Coloso’ de 50 metros de altura no existía. Ni Emilio Azcárraga Milmo ni ninguno de sus socios habían elucubrado el proyecto de un estadio monumental como el Azteca, sede de la inauguración de la Copa del Mundo 2026, pero un error, al comprar el terreno, los obligó a construir hacia el cielo y casi los lleva a la bancarrota.

Por allá de 1960, Emilio Azcárraga, El Tigre, veía hacia el fondo de la tierra y no hacia arriba. Ese era el modelo inicial del Estadio Azteca, hacer un hoyo para construir uno de los estadios más grandes del mundo, de 100 mil personas. Fallaron desde el principio, al comprar un terreno que los obligaba a cambiar sus sueños.

“No pidieron un estudio de mecánica de suelos, la Ciudad de México está encima de lo que fue el lago de Tenochtitlan, en muchas partes las aguas lodosas, freáticas, están a 10 metros de profundidad. Compraron el terreno y se aventaron al problema del siglo”, reveló el arquitecto Luis Martínez del Campo, el residente de la obra del Estadio Azteca, en entrevista a ESPN.

La mecha se encendió en 1956, 14 años antes de la Copa del Mundo de México 70. Un torneo Panamericano que se jugó en el Estadio Olímpico de CU dejó 40 mil personas afuera, sin boleto, en cada uno de los partidos que se disputaron. Eso obligó al gobierno de la República Mexicana a pedirle a Telesistema Mexicano el favor de que transmitiera los juegos en cadena nacional, un éxito que el Tigre Azcárraga vio como una oportunidad de negocio.

“Con base en ese éxito, los empresarios, Emilio Azcárraga y Guillermo Cañedo, que después fue presidente de la FMF, dijeron que ahí está el asunto. Vamos a construir un estadio de a de verás, un estadio con 100 mil gentes, con miras al Mundial de México 70. Cañedo tenía influencia dentro de la FIFA, con base a eso empezaron los primeros planteamientos a finales de 1960, hicieron sus cálculos”, recuerda Luis Martínez del Campo, que trabajaba en el despacho del arquitecto Pedro Ramirez y Rafael Mijares.

“El contexto es que México buscaba su primera Copa del Mundo y era una carta de presentación tener un estadio majestuoso y tener el Mundial era una motivación”, cuenta Javier Ramírez, hijo del arquitecto encargado del Azteca, Pedro Ramírez.

El estadio terminó por ser una estructura de 50 metros de alto, capaz de resistir los brincos de 100 mil personas, una figura icónica a nivel internacional, después de ver campeones en ese lugar al brasileño Pelé y al argentino Diego Armando Maradona, en el 2026 se convertirá en el primero en ser sede de la inauguración de tres Mundiales de Futbol.

El negocio de los palcos que no fue negocio

El proyecto parecía infalible. Emilio Azcárraga y sus socios, Guillermo Cañedo, corrieron con el gobierno mexicano para solicitar un permiso que les permitiera vender palcos y plateas por adelantado, como si vendieran departamentos que aún no se habían construido. Así iban a financiar el Estadio Azteca.

El cálculo era sencillo, vender el 10 por ciento del cupo por adelantado, con un título que les permitía 100 años de uso, a 10 mil pesos el asiento. Esto daba un total de 100 millones de pesos, de los cuales 70 iban a estar destinados para comprar el terreno y la construcción, 20 eran para gastos administrativos y promociones, y quedaba una ganancia de 10 millones de pesos. ¡Negocio redondo!

Exploraron opciones en Ciudad Satélite, Estado de México, o en el norte del entonces Distrito Federal, optaron por el lujo que comenzaba a acaparar el sur de la ahora Ciudad de México, las promesas de super vías y transportes. Se tomó la decisión, sin pedir una opinión de un experto, para comprar un terreno en Santa Úrsula, con un valor de cinco millones de pesos.

“Como eran muy aventados, no solicitaron asesoría, pensaron en un terreno al sur de la Ciudad de México, por ubicación, suficiencia de transportes, la calzada de Tlalpan era la vía perfecta para llegar y terminaba delante del estadio, en la glorieta de Huipulco. Tenía esa suficiencia de transporte. Se les hizo fácil comprar un terreno en Santa Úrsula, tenían siete o seis opciones en toda la Ciudad de México, eso les pareció perfecto, por ubicación y movilidad, pero compraron a ciegas”, recuerda el residente de la obra.

“La mejor ubicación hubiera sido por Ciudad Satélite, porque creo que el 80 por ciento de la gente llega por Periférico Norte, en el norte hay una gran población joven, que viene al estadio. El terreno era barato, eso influyó”, complementa Ramírez Campuzano.

Ese modelo de financiamiento, además de los problemas que causó en su época, se ha convertido en un obstáculo camino a la Copa del Mundo 2026. Los titulares de palcos y plateas, que ayudaron a financiar el Estadio Azteca en la década de los sesenta, piden que se les respete el derecho de estar el día de la inauguración del próximo Mundial, respaldados con un título que les da acceso a todos los eventos del inmueble por 100 años y que vence en el 2066.

¿Por qué el Estadio Azteca casi lleva a la bancarrota a Emilio Azcárraga?

El proyecto inicial era escarbar hacia el fondo de la tierra, pero a los 10 metros encontraron el límite. Los mantos freáticos comenzaron a inundar el lugar en el que iba a estar la cancha y se tuvo que modificar la idea, en lugar de ir hacia abajo tuvieron que ir en dirección al cielo, al igual que los gastos.

“Fue el error más grave que tuvo el estadio, lo cual, por las aguas freáticas que estaban a 10 metros, no se pudo escarbar más allá de esa distancia, para hacer la cancha, porque ahí ya afloraron las aguas freáticas, con una excavación de 10 metros, salía el agua al nivel de cancha. Eso obligó a levantar una superestructura, porque la parte excavada sólo admitía unos 25 mil asientos, de los 100 mil que se tenían planeados, para meter las otras 75 mil se tuvo que levantar la superestructura que tiene el coloso. Ese fue el error más grave de toda la construcción del estadio, la adquisición de ese terreno”, explica Luis Martínez del Campo que participó de inicio al fin de la construcción.

El error del 62, como le decían algunos involucrados en la obra, consistía en que el gastó paso de 100 a 150 millones de pesos, obligando a Emilio Azcárraga Milmo a solicitar un préstamo a Banorte, un banco mexicano, para concluir la obra que estaba comprometida con el Mundial de México 70. El Tigre terminó pagando alrededor de 37 millones de intereses y la deuda se saldó hasta 1980.

“El manto de roca, del Xitle (un volcán prehispánico), tenía invadida el área poniente y hubo que dinamitar para que cupiera la masa del estadio en la parte poniente, se volaron 180 mil toneladas de roca. Una locura, un gasto extraordinario. Eso es lo triste y lo paradójico de la historia de las entrañas del estadio, pero al mismo tiempo es maravilloso tener un coloso de esa naturaleza, que es un símbolo a nivel Mundial. Es una imagen impresionante”, finaliza Luis Martínez del Campo.