MÉXICO -- César Vega Perrone, formador desde hace 15 años, asegura que la personalidad, más que la calidad, le permite saber hasta dónde llegará un jugador. Así sucedió con Carlos Vargas, el joven refuerzo del América que llegó procedente de Xolos.
“Me tocó ser un poco el maestro de Carlos cuando yo era el técnico de las Selecciones de la Segunda División entre 2012 y 2014. El futbol no se enseña, sino que se acrecientan capacidades. El niño tenía capacidad y dentro de los entrenamientos le veía sus virtudes técnicas y sus defectos, sus cosas a pulir”, declaró a ESPN Digital.
Carlos empezó a jugar en su natal Ciudad Juárez y luego se afilió a las fuerzas básicas de la Segunda División, pero su plataforma y formación real se dio en el Torneo Sub-15 de la FMF.
“Lo vimos y lo trajimos a la capital al torneo con la Selección de Segunda. Cuando no estaba con nosotros le mandábamos trabajo especial a él y a otros como Manuel López, quien ahora está en Santos; de eso se hacía cargo un preparador físico. Desde chicos hacían trabajo técnico-físico específico, apuntando a lo que es la fuerza, la potencia y la coordinación”, comentó Vega, mundialista con Uruguay en México 1986.
Vargas se probó en Xolos y luego de un buen paso en los torneos Sub-15, Miguel Herrera lo debutó en el Clausura 2017.
“Cuando se tiene un proceso antes de la Primera División la adaptación al medio es más fácil y el jugador se estabiliza, pero de nada hubiera servido el trabajo si Carlos no hubiera tenido la personalidad y la capacidad para responder ante la exigencia de la competencia”, añadió Vega.
Al margen de la calidad, “el primer paso para ser profesional es la personalidad; pero otro punto importante también es la capacidad de aprendizaje, que viene de la inteligencia y un poco del desarrollo módulo motriz que pueda tener como deportista y eso se forma desde los primeros años”.
Resaltó el timonel que Carlos Vargas demostró desde más chico que quería ser de Primera a partir de su llegada a los entrenamientos. Él era del 30 por ciento que llega una hora antes, a diferencia del otro 70 que lo hace casi sobre la hora, “y ahí es donde entra la labor del técnico para saber inculcarle a los chavos la predisposición al entrenamiento”.
LA DIFERENCIA EN EL SENTIR DEL SUDAMERICANO
A juicio de Vega, las fuerzas básicas se trabajan muy bien en el futbol mexicano en todos los aspectos, aunque considera que la percepción del triunfo y de la derrota es un poco distinto aquí que en Sudamérica.
“A un niño que juega en una reserva en un equipo de allá o a un joven que empieza en Primera, el perder un partido le provoca un daño moral demasiado grande, porque allá los jugadores están dependiendo de la transferencia para poder comprarse una casa o un auto. No digo que sean más responsables o menos, sino que el significado que se le da el juego allá es de una sobrevivencia. Aquí un jugador de Segunda División ya tiene carro y allá si no es de Primera no lo tiene”.
Dice que ese es el gran confort que se tiene en el futbol mexicano y que ayuda en algunas cosas, “pero afecta un poquito más en desarrollar lo que es la competitividad, que no es lo mismo que ser competitivo, en desarrollar una mentalidad ganadora, en entender que ponerse la playera de la Selección Mexicana es como defender a la mamá. Un jugador de Sudamérica no dice no voy a la Selección porque tengo un problema personal”.
Después que Grondona salió de las Selecciones Menores, César continuó trabajando para la Federación Mexicana de Futbol durante nueve años.
Le tocó colaborar con Jesús Ramírez y Francisco Ramírez. Conoció a jugadores de las categorías 86 a la 94 en el Tricolor, como Javier ‘Chicharito Hernández, Omar Esparza, Héctor Moreno, Antonio ‘Pollo’ Briseño, Oswaldo Alanís, Isaac ‘Conejito’ Brizuela y Guillermo Ochoa.
Hasta hace unas semanas ocupaba el cargo de director deportivo en Lobos BUAP, equipo que recientemente ascendió a la Primera División.