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Gio dos Santos, de utopía del Barcelona a las páginas del desempleo

LOS ÁNGELES -- Confiese: Usted también lo ha hecho. Y repetidamente. Y tal vez como si fuera un pecado, o algo ominoso y bochornoso. Lo ha convertido en un acto de secretismo y fetichismo. Lo ha hecho. Usted, como aficionado a la Selección Mexicana, o al América, o al Galaxy, o al Villarreal, o al Mallorca, o al Racing de Santander, o al Galatasaray, o al Ipswich Town, o al Tottenham… o al Barcelona, donde comenzó este cuento de hadas, que ha quedado trunco, inconcluso…

Sí, Usted ha ido a los archivos y hurgado en aquel 25 de junio de 2011. Hurgó con desesperación, con morbo, con fe, con ansiedad, como consuelo, como bálsamo. Y al final, terminó con la misma desazón, la misma inquietud, la misma incertidumbre, la misma rabia, la misma confusión, y la misma pregunta: “¿Qué demonios pasó con Giovani dos Santos?”.

Porque el video es el testimonio de una revelación histórica, bellísima, monumental. Gio recibe en el área de Estados Unidos. Le acosa el arquero Tim Howard. Gio, de espaldas al marco, pespuntea el balón como costurera de Versace. Howard se humilla, lo persigue a gatas. Llegan sus guardaespaldas al resguardo. Ya hay seis jugadores estadounidenses en el área. Gio está copado. Howard repta, se revuelca, se arrastra. Pero Gio escapa, con el balón como un cómplice, pegadito a su pie izquierdo. Con el rabillo del ojo, con el telescopio instintivo del goleador, Gio elige entre lo improbable o entregar a un Andrés Guardado desmarcado. Y se decide por la proeza. Sin impulso, sin vuelo de la pierna izquierda, con el acopio perfecto de sus poderosos músculos, acaricia el balón, por encima de la muralla estadounidense, y ante la impotencia del vejado Howard. La parábola es perfecta. Didí, el creador de la “folha seca”, habría sonreído. El balón penetra entre la cabeza de un defensa y el larguero, justo ahí, justo en ese resquicio. 93,420 gargantas explotan en la tribuna del Rose Bowl. Tim Howard, en cuclillas, llora, aún no se sabe si por la humillación, por la derrota, o por la festiva alegría de ser el decorado principal de semejante majestuosidad. México 4-2 Estados Unidos.

Por eso, es entendible esa pregunta que le retuerce las entrañas: “¿Qué demonios pasó con Giovani dos Santos?”. Y hoy, que está marginado del América, que el León ha rechazado interesarse en él, y que en México nadie quiere ni puede pagarle tres millones de dólares por año, ¿cuál es su futuro?

La hoja de vida de Giovani tiene muchos capítulos, pero sólo dos páginas determinantes. La primera: su irrupción esplendorosa con el Barcelona. Y la última: desempleado.

Tras su fuga millonaria del Galaxy, en un acto y un pacto abusivos, que lo tienen prácticamente vetado para regresar a la MLS, llegó al América, más por la intercesión de su padre Zizinho ante Emilio Azcárraga Jean, propietario de El Nido, antes que por el beneplácito del técnico Miguel Herrera.

Gio marcó dos goles en el último año futbolístico. Uno de ellos, espectacular, para escribir con un balazo al ángulo, el epitafio de las Chivas en el Guard1anes 2020. Apareció de nuevo, seis meses después, para aniquilar al Necaxa en el Guard1anes 2021.

El América entendió, finalmente, que tener a Giovani es un lujo muy caro. Busca deshacerse de este futbolista que el 11 de mayo cumplió 32 años. El problema es que nadie se acerca a preguntar por él.

A su lamentable desempeño, se suma una feroz crítica de Miguel Herrera, hecha después de que fue separado del América, en diciembre de 2020. El Piojo lo dirigió en el Mundial Brasil 2014.

“(Dos Santos) tiene una situación que se lesiona. No tengo que explicar, su carrera es así, y se lesiona y es: ‘me duele y me duele’ y de ahí no lo sacas. El kinesiólogo me dice que: ‘está para jugar 60 minutos’, al ‘59 pienso en su cambio, al 61 salió, y así lo llevé tres partidos. Al cuarto partido me dicen: ´Trae una molestia’ y pregunté por qué si lo estoy manejando bien, en la semana entrena dos días y lo hacemos trotar y recuperarse. ¡¿De qué está lesionado?! Pues me aseguraron que le dolía y estaba lesionado, y se aventó tres partidos sin jugar, porque le dolía el muslo”, dijo en entrevista con un canal de Youtube.

Y Herrera recrearía el diálogo de cómo y porqué, Gio pidió su cambio ante Los Países Bajos, en los Octavos de Final de esa Copa del Mundo.

—En un descanso para tomar agua, le digo a Giovani, ¿qué tienes? — explica Herrera.

—Se me están quemando los pies, traigo unas ampollas y no las aguanto—, respondió Giovani.

—Y le dije que se echará agua y le pregunté, ¿cuánto tiempo puedes jugar? —, preguntó Herrera.

—Ahorita te aviso porque ya no aguanto—, aclaró Giovani.

Giovani es Giovani, a los cinco minutos me pidió su cambio, porque le quemaban los pies, ¡porque le quemaban los pies! Si tú me hubieras dicho el 'Chícharo', ¡Uta... el ‘Chícharo’, así le hubieran quemado las orejas, hubiera jugado!”, comentó El Piojo.

Días después, Miguel Herrera dijo que había sido un mal entendido. El problema es que la piedra que lanzó contra Giovani, fue una más de las que se suman a las que ya se había lanzado a sí mismo el jugador a lo largo de su accidentada carrera.

Con un biotipo privilegiado para el futbol, y un talento poco común, a Gio se le ha asociado con esas desalmadas arpías que acechan al futbolista. La noche, la fiesta, el alcohol, las tentaciones perfumadas de placer y lascivia. Él lo niega, pero los testimonios gráficos lo condenan.

Alguna vez, el maravilloso bohemio y futbolista fuera de serie Ronaldinho le dijo a Joan Laporta, entonces presidente del Barcelona en su primera gestión: “Éste (Giovani dos Santos) será mi heredero. Es un crack. Será mejor que yo”. Gio estaba presente y sonrió sonrojado. Y Laporta también.

Hoy, el futuro de Giovani es incierto. Sus conexiones le buscan albergue en Europa. Y claro, usan ese video de ese mediodía maravilloso en el Rose Bowl de Pasadena, con Tim Howard inmolado a puro futbol de alta costura. A los 32 años y con el sueldo que pretende, será difícil.

En Primera División, han intentado llevarlo a Xolos, a Puebla, a Mazatlán. Nada. Han buscado en Monterrey, esperando que la personalidad de Javier Aguirre lo recupere, lo resucite. Y hasta en Tigres, como para que El Piojo Herrera pague los estropicios causados por sus declaraciones.

Hasta hoy, la realidad es ésa: Giovani dos Santos ha pasado de ser una utopía de Ronaldinho y del Barcelona, a ser un recuadro más en el apartado de desempleos del Aviso Clasificado del futbol mexicano.

Mientras tanto, Usted siga yendo a ese archivo. Como si fuera un acto de secretismo y fetichismo. Siga yendo a ese 25 de junio de 2011. Y nuevamente, tras saciarse con ese monumental gol, con enfado, pregúntese: “¿Qué demonios pasó con Giovani dos Santos?”.