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El uno por uno del Barcelona en la final del Mundial de Clubes

EFE

BARCELONA -- Incontestable, el Barcelona se coronó en el Mundial de clubes con una relevante actuación general. Aquí el uno por uno de los campeones.

BRAVO. Firme. Exigido en dos remates, salvó las dos oportunidades con solvencia. La segunda, ya con 3-0, con una estirada felina al disparo de Gonzalo Martínez.

ALVES. Profundo. Autor del centro que desembocó en el 1-0, aprovechó las ocasiones que se le presentaron para subir por su banda, en la que mandó sin muchos problemas. Celebró el título bailando. Muy suyo.

PIQUÉ. Serio. Una final es una final y no valen concesiones a la galería. Piqué, con todas sus cosas, es un jugador especial que sabe adaptarse a esta circunstancia. No dio lugar al adorno y mandó su zona con calma.

MASCHERANO. Centrado. Se enfadó, o lo pareció, cuando Luis Enrique decidió sustituirle. Antes de ello fue el jugador conocido en su mejor versión. Lejos de la espectacularidad y casi imposible de superar.

ALBA. Nervioso. Se dejó llevar en los primeros minutos por los nervios producidos por la dureza de River y cayó sin necesidad en la provocación, lo que le apartó de su mejor versión, que le costó alcanzar después.

BUSQUETS. Dueño. Mariscal y jefe, condujo el juego en su distribución como sólo él sabe hacer en este equipo. Cuando el Barcelona toca y combina no se entendería la ausencia de Busquets, que sufrió especialmente la dureza rival.

RAKITIC. Acompañante. Secundario oscuro, recorrió todos los kilómetros precisos para ayudar a la brillantez del tridente, la organización de Busquets y el liderazgo sereno de Iniesta.

INIESTA. Capitán. Tras el adiós de Puyol y la marcha de Valdés, en verano tomó el papel de líder espiritual cuando se fue Xavi. Ha realizado un año 2015 de lujo, cerrándolo a lo grande. Gallardo avisó de quién es Iniesta e Iniesta respondió con grandeza, conduciendo, pasando y asistiendo como el crack soberbio que es.

MESSI. Super. Hace cuatro días estaba en cama, aquejado de un cólico nefrítico. Viendo su exhibición no hace falta decir mucho más. Estuvo a punto de marcar un golazo a asistencia de Iniesta y abrió el marcador a pase de Neymar. Condujo como quiso y brilló como lo que es. El jueves estaba en cama con un cólico nefrítico...

SUÁREZ. Goleador. En una sola participación en el Mundial ya es su máximo goleador. A las tres dianas que logró ante el Guangzhou le sumó dos en la final, la primera con fortuna y la segunda con un gran cabezazo. Se peleó, luchó y se divirtió. Tuvo fortuna, también.

NEYMAR. Generoso. Asistió en dos goles y buscó el suyo para cerrar el año a lo grande como todo el tridente. No lo consiguió pero se destacó por sus regates, su generosidad y sus ganas, que suplieron a la falta de ritmo lógica tras la lesión muscular que sufrió.

SERGI ROBERTO. Fresco. Sustituto de Rakitic, mantuvo el nivel con una autoexigencia digna de elogio. Se sumó a las ayudas para Iniesta, liberando en ataque a Neymar.

VERMAELEN. Sereno. Después de la pesadilla que ha atravesado en forma de lesiones, cerrar el año jugando y ganando una final se interpreta como el mejor premio. Entró por Mascherano y mantuvo el tipo sin problemas.

MATHIEU. Premiado. Luis Enrique le eligió para librar a Neymar de la dureza de River en los últimos instantes del partido. Su presencia fue testimonial pero llamó la atención que el entrenador le eligiera por delante de otros.