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La historia del Pajarito Valverde antes de convertirse en Halcón

Valverde en sus primeros pasos en la Selección mayor. Getty Images

“Cuando llegó Forlán a Peñarol fue como una revolución. Verlo de cerca y entrenar con él me cambió la vida”. Esto que me dijo Fede Valverde para el libro Nuestra Generación Dorada es clave para entender su presente.

Talentoso, capaz de escuchar, romper barreras y miedos, absorber las enseñanzas, Valverde vio cómo a Forlán ninguno de sus pergaminos le había cambiado la forma de ser ni de entrenar.

“Todos los días se quedaba después de entrenar para charlar conmigo y aconsejarme. No tenía necesidad y lo hacía. Me hablaba para mejorar cosas en el entrenamiento, para que entrenara más, sobre la alimentación y el descanso. Cada minuto que él se quedaba conmigo yo lo valoraba mucho y siempre voy a estar agradecido. Diego era el primero en llegar y el último en irse. Si él después de haber ganado tantas cosas como las que ganó lo hacía, imaginate cómo no lo voy a hacer yo. A mí me marcó para siempre”. Valverde se vio en el espejo de Forlán. Tanto que hoy tomó el testigo y se convirtió en el líder futbolístico de la selección, ese rol que quedó vacío tras el Mundial 2014.

La vida deportiva de Valverde está marcada por situaciones que no olvidará jamás. Una de ellas es cuando se puso por primera vez la camiseta de Peñarol. Fue tras una invitación mientras jugaba en el Siete Estrellas para que participara de un torneo amistoso un fin de semana en Colonia.

“Fui con tanta emoción, no podía creerlo. Tenía una sonrisa enorme y mis padres también, ilusionados de que disfrutara ese día”. Antes de salir hacia la prueba, su mamá, Doris, lo sentó en el living y le habló. Una vez más, como tantas, ella haría todo por ver a su hijo realizado. “Disfrutá de este día hijo, que va a ser único para vos. No vas a ir a cualquier lugar, te vinieron a buscar de Peñarol, el equipo del que vos sos hincha. Sabrá Dios si quedás o no, pero es lo de menos. Disfrutá mucho Fede”, le dijo la madre.

“Yo era chiquito, era un niño cuando fui a probarme a Peñarol. Le hice caso a mi madre y fui pensando en divertirme. No te estás jugando nada sino divirtiendo con la pelota”.

Otra fue el primer día que pisó el Complejo Celeste para formar parte de la Sub 15. “Me recibió el Maestro Tabárez. Era el típico vergonzoso que le costaba hablar y había que presentarse delante de todos. Y eso lo sufría muchísimo. Demasiado. ¿Por qué no puedo hablar con usted aparte y me presento?, le dije al Maestro, porque delante de todos me daba muchísima vergüenza y la pasaba mal”. Pero debió superar un desafío que le costó mucho más que asumir responsabilidades dentro del campo. “Fue parte de la evolución y de entender que la dinámica era necesaria para nosotros. Cada selección nueva venía, se presentaba”. Y lo hizo.

La tercera ocurrió en pleno Sudamericano Sub 17 de Paraguay, en 2015. Allí el Arsenal inglés aceleró por la ficha de Valverde mientras que los cazatalentos del Barcelona y del Chelsea también se interesaron. Sin embargo, sus padres ya tenían decidido el futuro de su hijo. En medio del torneo se cerró su pase al Real Madrid. Aunque Federico permanecía ajeno a las conversaciones, dirigentes del Madrid estaban en negociaciones con los padres del futbolista. Se lo comunicaron la noche que Uruguay quedó eliminado del torneo. Fue la forma que sus padres encontraron para que Valverde sobrellevara con menos pesar el resultado. “Era la hora de descansar, el profe estaba pasando por las habitaciones y ahí me empieza a buscar por todo el hotel. En realidad yo estaba recibiendo la noticia de que estaba hecho el pase al Madrid. Y terminé apareciendo a las 2 de la mañana. Fue una noticia inmensa pero estaba más triste por Uruguay, porque la selección es única”.

Tres meses más tarde, en mayo, debió viajar a la capital española para realizarse los estudios médicos. Viajó sin sus padres. Al llegar a Barajas lo esperaba el director deportivo del Real. Lo llevaron a una clínica privada, superó el chequeo, se sacó una foto y se fue al hotel “contentazo” de haber llegado al "mejor equipo del mundo”.

Al otro día fue a ejercitarse con el Castilla (la filial del Madrid) pero al finalizar el entrenamiento le comunicaron que al siguiente entrenaría con el primer equipo del Real Madrid en Valdebebas, la ciudad deportiva del club. Ahí estarían Cristiano Ronaldo, Sergio Ramos, Toni Kroos, Luka Modric, Marcelo, Zinedine Zidane.

“Estaba solo en Madrid, mis padres no habían viajado y yo mandaba mensajes para todos lados contando la noticia”. Al día siguiente cumplió otro sueño. “Ver a esas bestias entrenando al lado mío. Los miraba de arriba abajo y ellos me trataban como uno más, me hacían sentir como que fuera parte del grupo hace años”.

Siendo jugador del Madrid pero a préstamo en el Depor La Coruña llegó la citación para la mayor. Fue durante las Eliminatorias para Rusia 2018. Un buen asado con la familia para celebrar la noticia y esperar el día para subirse al avión. En el momento de volar a Montevideo se encontró en el aeropuerto de Madrid con Diego Godín y José María Giménez.

“Apenas entré al avión Diego me empezó a hablar, a comentarme cosas. Y Josema me empezó a hacer chistes y no me soltó más”. A la pregunta de si los chistes de Giménez lo distendieron, contesta “demasiado” y se vuelve a reír como avergonzado.

“Soy una persona callada; y como me pasó con el Real, por más que sean jugadores de mi propio país, de la selección, también los tengo como estrellas hasta el día de hoy. Llegué, me senté en el asiento, no quería joder a nadie y ellos vinieron, me hablaron y ahí me solté. Quería ser respetuoso, tener el respeto que ellos se merecen. Y dejarlos tranquilos”. De Valverde. Cuando aún era el Pajarito. Antes de convertirse en Halcón.