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Los hinchas árabes, entre dos opuestos: la expectativa y la indiferencia

Los hinchas de Qatar que se quedaron hasta el final del partido ante Ecuador Getty Images

AL KHOR -- La imagen recorrió el planeta de forma inmediata, como sucede con cualquier cosa en estos días. Quizás, sea el recuerdo más nítido del partido inaugural de la Copa del Mundo de Qatar 2022 que nos quede. Cerca del cuarenta por ciento de los espectadores del encuentro entre Qatar y Ecuador disputado en el estadio Al Bayt de Al Khor abandonaron sus ubicaciones en el transcurso del segundo tiempo. Incluso, algunos partieron en el descanso. ¿Por qué?, se pregunta el mundo. Es una respuesta a la que solo se puede llegar por aproximación.

A horas del primer encuentro del torneo, este cronista cometió la mitad de un error, que en definitiva también es un error. Afirmó desde el sol abrasador de la norteña localidad de Al Khor que el seleccionado dueño de casa no debería ser considerado como "local", ya que la mayor parte de los habitantes de este país son trabajadores migrantes de naciones del sur de Asia que no alientan a Qatar sino a los equipos más prestigiosos. Aquello fue una equivocación, porque el estadio sí estuvo colmado en su mayoría por qataríes nativos. Lo que sí fue verdadero es que no estuvo el apoyo popular que todo conjunto dueño de casa espera.

El público llegó con tiempo a Al Bayt. La FIFA recomendó estar ubicado hora y media antes del comienzo del encuentro y así lo hizo una buena parte de los asistentes. En las horas previas ya quedó muy claro que al menos en el partido más esperado sí habría mayoría qatarí. Es que el atuendo de los lugareños es muy fácil de identificar. Sus elegantes thawbs y ghutras (la túnica y el accesorio para la cabeza típicos) predominaron en la escena por sobre las camisetas amarillas de Ecuador y otras insignias nacionales que también estuvieron presentes.

Entonces, la primera parte de la tarea de un hincha estaba hecha. Ir a la cancha. Quizás esto es una obviedad, porque este pueblo ha esperado la Copa del Mundo durante demasiado tiempo como para perderse el primer partido. Desde 2010 ha trabajado casi con exclusividad por este partido, que además era el primero del combinado nacional en un Mundial. Entonces, los que idearon y proyectaron el Mundial allí estuvieron. No los obreros que lo construyeron, pero esa es otra historia que ya hemos contado.

La pintura de las tribunas también era muy pintoresca, diferente a las que se ven en los torneos que más se consumen por televisión. El blanco de la vestimenta árabe dominó el paisaje en el imponente y sensacional estadio. Al menos así fue durante la entretenida y emotiva ceremonia inaugural y el primer tiempo. Luego cambió.

En el descanso es común que los espectadores dejen sus lugares para ir al baño y a consumir, otra de las actividades que más se realizará durante este mes. Pero regresan con celeridad para la segunda etapa. Un Mundial es algo demasiado importante y trascendente como para perderse un minuto de acción. Sin embargo, esta vez fue diferente. Muchos de los "hinchas" que había agitado banderas con tranquilidad patriótica no volvieron a las plateas.

Es cierto la Selección anfitriona perdía 2-0 y era superada con amplitud por Ecuador. Pero también lo es que una desventaja como esa no debería ser suficiente para irse de una situación tan esperada. De un día soñado durante tantas noches. El fútbol no es el pasatiempo más popular en este país y es visto más como un espectáculo que como una competencia en la que se va la vida, algo no elogiable que ocurre en buena parte de occidente. Entonces, el resultado tampoco parece ser un problema tan grave como para ejercer una especie de derecho a protesta.

¿Se fueron a rezar?, preguntó un ateo con cuidadoso respeto. Tampoco ocurrió eso, porque el último de los cinco momentos de rezo del Islam, el Isha'a, había sido poco después de las seis de la tarde, antes del comienzo del partido. Hubo una especie de repudio de aquellos países en los que el fútbol es una forma de vivir. De incredulidad. Pero los qataríes se fueron con total tranquilidad, sin pensar que estaban cometiendo un error grave.

A 15 minutos del final, el estadio ya estaba casi a la mitad de su capacidad. Solo había dos manchones propios de un torneo como este: el amarillo de Ecuador detrás de uno de los arcos y el granate de la de la hinchada más ruidosa de Qatar detrás del otro. Organizados para los cantos y las ovaciones y armados con bombos, estos aficionados sí alentaron de la forma convencional. Sin mujeres, fue el grupo que sostuvo encendida la llama del ánimo a sus jugadores. No funcionó para lograr un mejor resultado, pero al menos dotó de color y calor al encuentro inaugural.

¿Será así el resto de los partidos del seleccionado dueño de casa? ¿Contra Senegal y Países Bajos también dejarán el estadio antes? Imposible saberlo. Lo que sí está claro es que este equipo local será el menos alentado por su público de todos los tiempos.