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España: La guerra de siempre y el fiasco de (casi) siempre

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Mauricio Ymay: 'España debe preguntarse si esta generación puede jugar como la del 2010' (3:38)

La mesa de Futbol Picante analiza si Luis Enrique exageró en darle un estilo de juego incorrecto a la selección española. (3:38)

BARCELONA -- España discute el futuro de Luis Enrique mientras se relame las heridas de una eliminación del todo inesperada frente a Marruecos que provocó una auténtica catarata de críticas al todavía seleccionador y devuelve al escenario la guerra civil que a menudo se vive alrededor del equipo nacional.

La España futbolística, siempre más pendiente de la dicotomía Real Madrid-Barcelona que de hacer piña alrededor de su selección, catapultó otra vez al primer plano ese carácter de guerra civil que los medios de comunicación han convertido en razón de ser.

Lo sufrió en su día Javier Clemente, lo padeció de manera aún más cruel y exagerada Luis Aragonés y lo ha vivido ahora Luis Enrique. ¿El denominador común? Ninguno de ellos fue sumiso con la opinión pública y menos con los medios.

Y tal como Clemente pagó el confiar en un núcleo azulgrana apartando del escenario a la Quinta del Buitre, le ha sucedido a Luis Enrique como le ocurrió a Luis Aragonés cuando dejó de contar con Raúl.

Es esa guerra de nunca acabar y que provoca que al seleccionador de turno se le espere con ganas para pasarle las facturas que consideran oportunas.

Y en cuanto se consumó la caída a manos de Marruecos todo saltó por los aires. La diana está servida... Por más que echando una mirada a la historia de España en la Copa del Mundo no deba considerarse su eliminación una excepción histórica.

LO DE (CASI) SIEMPRE
Y es que España se marchó en silencio de Qatar como lo hizo en 2018 de Rusia. Y de Brasil en 2014, de Alemania en 2006, Francia en 1998, Italia en 1990 o de su propio Mundial en 1982. El éxito de Sudáfrica en 2010 fue la excepción que confirma la regla y que antes tuvo sus puntos culminantes en 2002, 1994 y 1986, cuando entre la tristeza y la rabia quedó descabalgada en los cuartos de final, aquel techo que nunca superó hasta ganar el título hace doce años... Y que no ha vuelto a superar desde entonces.

Esta es, debería decirse, la naturaleza intrínseca de la selección española en el concierto futbolístico internacional, donde por más que luzca una estrella de campeona en el pecho de su camiseta vive muy por debajo de Alemania, de Argentina o Francia.

No digamos ya de Brasil y debiendo conformarse con formar parte de otro pelotón con Países Bajos, Uruguay, hoy Bélgica, también Croacia y hasta Italia (ausente por segunda ocasión consecutiva de un Mundial).

La estadística dice que desde que conquistó el título en 2010 España solo ha ganado tres partidos mundialistas de los once disputados. Y esos tres triunfos llegaron frente a Australia (2-0) en 2014 cuando su eliminación ya era un hecho, contra Irán (1-0) en 2018 y ante Costa Rica (7-0) en 2022. Todos en la fase de grupos.

Pero, más aún, echar una ojeada a la era moderna, a partir de 1978 (atendiendo a que no participó en el Mundial de 1974), descubre que el rendimiento de la Roja en este torneo no es, para nada, el que podría esperarse de un grande en el concierto internacional.

Dejando al margen el oasis de 2010, España ha disputado 45 partidos en las once restantes ediciones y de ellos solamente ha sido capaz de ganar 19, apenas un 42 por ciento. Y fueron ante estos rivales: Suecia, Yugoslavia, Irlanda del Norte, Argelia, Dinamarca, Corea del Sur, Bélgica, Bolivia, Suiza, Bulgaria, Eslovenia, Paraguay, Sudáftrica, Ucrania, Túnez, Arabia Saudita, Australia, Irán y Costa Rica.

En el mismo periodo (sin contar el Mundial de Sudáfrica) Alemania ganó dos títulos (1990 y 2014), disputó la final en otras tres ocasiones (1982, 1986, 2002), fue tercera en 2006 y alcanzó los cuartos de final en 1994 y 1998. Jugó un total de 63 partidos de los que ganó 37, cerca de un 60 por ciento. Un rendimiento que muestra su diferencia entre la Mannschaft y la Roja.

Es, simplemente, un dato que explica la realidad de España y, en clave de presente y futuro inmediato, provoca una pregunta evidente y acaso incómoda: si desde que llegó al cargo en 2018 Luis Enrique inició un cambio generacional, que desembocó en que la Roja fuera la tercera selección más joven, y con 20 debutantes, en el torneo de Qatar, ¿debe permanecer la selección en este camino?

Con o sin el actual entrenador al frente, es una evidencia que la juventud de la selección española merecería un punto de confianza como demostró en la última Eurocopa o en la Liga de las Naciones. Pero la realidad que se vive alrededor del equipo nacional motiva que existan toda clase de dudas al respecto.