DOHA (Enviado especial) -- Hasta ahora, ha sido una Copa del Mundo de gran nivel técnico, mucho ritmo y emociones. Es todo lo buena que se deseaba que fuera y llega a su etapa de definición con los ocho seleccionados en carrera en ascenso y con argumentos sólidos para coronarse el 18 de diciembre en Lusail. Cada uno de ellos ha mostrado, en diversos momentos del torneo, buen juego colectivo e individual y, sobre todo, ha hecho gala de aquello que marcó la diferencia en Qatar 2022: jerarquía y potencia en el área rival.
Esta Copa estuvo protagonizada por equipos que tienen funcionamiento colectivo, que salen con una idea clara y que conocen sus virtudes y sus defectos. No hay improvisados. No hay seleccionados sin un trabajo a conciencia detrás. Además, el momento de la temporada en la que se juega ha abonado a la intensidad de los encuentros y ha obligado a no bajar la marcha nunca. A jugar cada pelota con la energía a tope.
Por eso, la primera fase ha sido tan pareja. Nadie sumó los nueve puntos y solo cinco se clasificaron a octavos de final invictos. ¿Dónde sacaron la ventaja los ganadores en medio de semejante paridad? En el área. Allí, donde se definen los resultados, se confirmaron las ventajas. En los últimos metros quedaron evidenciadas las diferencias de categoría.
Todas las selecciones saben armar juego. Todas tienen varias ideas creativas para intentar lastimar. Y todas pueden salir rápido y bien de contraataque. Todas están en condiciones de llegar al arco adversario. El problema es que no todas pueden marcar. En la zona donde se nublan los sentidos es donde el talento debe aflorar. Porque la mecanización, el sacrificio y la ocupación de espacios se trabaja y se perfecciona, pero el genio y la inventiva es innato.
Aunque los octavos de final contradijeron de forma rotunda a las equivalencias de la primera fase y solo dejaron una "sorpresa", la de Marruecos contra España, el desarrollo de varios de estos partidos explica muy bien esta teoría. Por ejemplo, en el primer tiempo, Polonia tuvo dos situaciones muy claras de gol contra Francia, pero Piotr Zielinski y Matty Cash fallaron. En la respuesta, y sobre el final del primer tiempo, Olivier Giroud abrió el marcador y destrabó el partido para los campeones reinantes. Si el cuadro polaco hubiera aprovechado su oportunidad, el desenlace habría sido más complejo para los galos.
Algo similar sucedió con Australia contra Argentina. La Albiceleste convirtió gracias a Lionel Messi en su primera llegada clara, mientras que el cuadro australiano falló dos acciones clarísimas que habrían significado un histórico empate. Más extremo fue lo de Estados Unidos contra Países Bajos, ya que el combinado de la Concacaf dominó al europeo y lo superó en todos los rubros estadísticos, incluso en remates al arco. Pero solo marcó un gol y recibió tres. Memphis Depay pudo más que Jesús Ferreira.
Senegal contra Inglaterra también llegó con mucho peligro cuando el partido estaba igualado sin goles. El trámite fue similar al de Polonia ante Francia. Un primer tiempo cerrado con ocasiones para ambos equipos, pero cuando se abre el marcador el más poderoso saca una diferencia abismal y pone de manifiesto en el marcador sus mejores calidades.
El caso de España es paradigmático para explicar esto. Ha sido el seleccionado, por amplio margen, con mayor cantidad de toques y pases, con un treinta por ciento más que el segundo, Argentina. Sin embargo, quedó eliminado con solo un tiro franco al arco de Marruecos. En todo el torneo, remató 17 veces, menos que otros ocho conjuntos. El fútbol del mediocampo no fue capitalizado por la delantera, en la que Álvaro Morata fue el más peligroso pero ni siquiera tuvo un puesto asegurado en la formación titular. Dani Olmo, Marco Asensio y Ferrán Torres participaron del circuito pero no tuvieron potencia ofensiva.
La Roja necesitó dar 220 pases para rematar una vez al arco. Brasil, por ejemplo, disparó una vez cada 60 pases de promedio. Argentina, 136 y Francia, 95. La fluidez en el centro del campo, si no se traslada a la zona de definición, pierde valor. Los equipos que lo consiguen son los que más posibilidades tienen de avanzar. Cracks como Kylian Mbappé, Bukayo Saka y Messi o jugadores en gran forma como Cody Gakpo y Richarlison explican buena parte del éxito de los que siguen en carrera.
Los seleccionados más importantes que quedaron en el camino también lo hicieron, en parte, por la falta de contundencia. Alemania es, aún hoy, con un partido menos, uno de los cuatro con más tiros al arco y el que más goles esperados tiene. Sin embargo, Thomas Müller, Kai Havertz, Leroy Sané, Jamal Musiala y Serge Gnabry no tuvieron el instinto necesario y el cuadro dirigido por Hansi Flick dijo adiós mucho antes de lo esperado.
De cara a los cuartos de final, Argentina necesita aprovechar sus situaciones de gol. Ese debe ser uno de sus objetivos primarios. No fallar. Con Messi y Julián Álvarez sabe que tiene dos hombres que están certeros y con confianza. Además, Alexis Mac Allister y Enzo Fernández también mostraron olfato e inteligencia para anotar. Y se ha guardado algunas cartas que podrían aparecer, como Ángel Di María, Lautaro Martínez y también los siempre necesarios cabezazos de los centrales.