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De Ushuaia a La Quiaca, pasando por el Obelisco: un país vestido de celeste y blanco

14:54 en todo el país. Seis horas más en Qatar.

En Ushuahia. En La Quiaca. También en el Obelisco, epicentro de festejos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Gonzalo Montiel, reemplazante de Nahuel Molina para el alargue e infractor en el segundo penal (de los tres) que convirtió Kylian Mbappé, se acerca a Al Hilm, la pelota de la final del Mundial de Qatar 2022.

El remate del lateral derecho del Sevilla hace contacto con la red del arco custodiado por Hugo Lloris y la Selección Argentina se consagra campeona del mundo por tercera vez en su historia.

14:55 en todo el pais. Seis horas más en Qatar, pero no viene al caso.

En Ushuahia. En La Quiaca. También en el Obelisco, epicentro de festejos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La pregunta que se hacen los más de 45 millones de argentinos es una: ¿esperamos a la premiación o empezamos la procesión?

Si bien distintos puntos del país -como el susodicho Obelisco, epicentro de festejos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires- ya se encontraban colmados durante la emotiva final que la Albiceleste disputó ante Francia, finalizada esta la masividad de los festejos será total.

Los colectivos interrumpen sus servicios, los subterráneos porteños reducen sus recorridos, pero nada importa. Quien quiera llegar a algún punto, lo hará.

Casi todas las esquinas del país se pueblan de banderas, camisetas y pilusos celestes y blancos. El Obelisco alberga celebraciones de millones y millones de fanáticos argentinos que, sedientos de alegrías, festejan una de las más grandes.

Lo mismo sucede en Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Neuquén, La Pampa, Buenos Aires, Mendoza, San Luis, San Juan, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Chaco, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero, Chaco, Formosa, Salta y Jujuy. Y en las Islas Malvinas, de los pibes que jamás olvidaré.

Argentina es campeón del mundo. Como en 1978. Como en 1986.

Y los más de 45 millones se lo hacen saber a las calles que, en un minuto, de 14:54 a 14:55, pasaron de desiertas a pobladas. Y así será, por qué no, durante varios días.