El mandato de Jurgen Klinsmann como entrenador de Estados Unidos terminó el lunes, pero eso no fue todo. La promesa de una nueva era -un salto cuántico hacia adelante para la selección varonil de Estados Unidos- terminó junto con él.
Klinsmann ha sido despedido porque nunca cumplió con las promesas que hizo respecto a la selección cuando fue contratado en 2011, concretamente que EE.UU. mostraría cantidades iguales de estilo y sustancia. Se suponía que marcaría el inicio de una nueva era que vería un planteamiento más proactivo.
Por supuesto, él no es en absoluto el primer entrenador en hacer grandes proclamas sobre lo que vendría. Pero el problema de Klinsmann es que él continuó siendo entusiasta de cuánto mejor eran las cosas cuando había escasa evidencia de progreso. Y cuando se le señalaban algunas debilidades, su impulso era culpar a cualquier otra persona, ya fueran jugadores, aficionados o medios.
Claro, Klinsmann guió a Estados Unidos en un grupo muy difícil en la Copa Mundial de 2014, y los estadounidenses también llegaron a las semifinales de la Copa América Centenario 2016. Pero estas fueron etapas que Estados Unidos había alcanzado -o incluso superado- anteriormente. Además, el juego a menudo reflejaba lo que había ocurrido antes: una defensa complicada, una portería excelente y el destello ocasional de brillantez de un Clint Dempsey o un Jermaine Jones.
Esto no fue un progreso. Fue más de lo mismo.
Podría haber afirmaciones de que la conformación del grupo de jugadores de Estados Unidos es la culpable. Pero otros países de CONCACAF parecen estar bien con jugadores de la MLS, una liga que Klinsmann a menudo ridiculizó. También vale la pena señalar que, contra Costa Rica apenas la semana pasada, sólo cuatro titulares salieron de la liga doméstica de Estados Unidos.
Si la selección estadounidense continuara en el camino mostrado en la Copa Mundial de 2014, los jefes de Klinsmann en la Federación de Fútbol de Estados Unidos probablemente le hubieran permitido continuar. Pero desde el inicio de este ciclo de la Copa del Mundo, una serie de resultados insospechados encendieron las alarmas.
Fue la derrota ante Jamaica en la semifinal de la Copa Oro 2015, que fue seguida de cerca por la derrota en la Copa CONCACAF contra México. Luego hubo una derrota en la eliminatoria mundialista contra Guatemala en marzo y, finalmente, dos derrotas en el Hexagonal, por las cuales Estados Unidos se encuentran actualmente en la parte inferior. Los máximos eran casi iguales, pero los mínimos eran más bajos.
Las derrotas más recientes ante México y Costa Rica no deberían haber sido suficientes para despedir a Klinsmann. Aún quedan ocho partidos en la ronda final de la clasificación para el Mundial, después de todo.
Pero las derrotas cristalizaron gran parte de lo que salió mal durante la era Klinsmann. Existen esquemas tácticos confusos y la mala gestión de los jugadores, un área que se suponía que era uno de los puntos fuertes del alemán.
Estos factores, en última instancia, condujeron a una erosión constante en una característica que ha sido durante mucho tiempo un sello distintivo del equipo de Estados Unidos, que es la lucha y el deseo mostrado cada vez que tomó el campo. Se evaporó contra Costa Rica, y esta pérdida de identidad, junto con los resultados, es lo que hizo despedir a Klinsmann.
El presidente de la USSF, Sunil Gulati, es el encargado de limpiar el desorden. Fue su visión la que llevó a la contratación en primer lugar y parece justo que sea él quien decida hacer un cambio.
(Hace sólo nueve días, Gulati dijo que Klinsmann estaría a cargo de toda la ronda de clasificación final.) El proceso por el cual se contrata a un nuevo entrenador a largo plazo tendrá que ser reexaminado, así como quién está involucrado en tomar la decisión.
Todas las señales apuntan hacia el entrenador del LA Galaxy, Bruce Arena, y habrá quejas en algunos lugares que él -si es contratado- representa un paso táctico hacia atrás.
Pero el equipo estadounidense no necesita brillo táctico, sólo competencia, y Arena puede hacerlo fácilmente. Por encima de todo, su capacidad para manejar a la gente ayudará al equipo nacional a volver a lo que hace mejor. Hace cinco años que se consideró no lo suficientemente bueno, pero, a la luz de los acontecimientos recientes, eso no sería malo en este momento.
