"Cuando tenga una larga barba blanca, seguiré hablando de Kocsis, el hombre que apuntilló a Uruguay gracias a su juego de cabeza único en el mundo". El arquero uruguayo Roque Máspoli describió mejor que nadie al máximo artillero de la Copa del Mundo de Suiza 1954. Sandor Kocsis convirtió goles no sólo con la cabeza, sino también con ambos pies, y gracias a sus 11 festejos fue una de las grandes figuras del mejor seleccionado del campeonato.
Si se toman en cuenta sólo los cinco partidos del Mundial, el delantero de Budapest Honvéd FC fue quizás el mejor futbolista del conjunto subcampeón. Sin embargo, Ferenc Puskas es el principal símbolo de los Mágicos Magiares y por eso fue elegido como el más destacado. Pero lo cierto es que esta Selección no podría haber brillado como brilló sin un atacante de la categoría de Kocis, un hombre con una facilidad pocas veces vista para convertir.
Cabeza de Oro debutó en primera división cuando sólo tenía 17 años, en Ferencvaros. Tres temporadas más tarde pasó al equipo del ejército debido a que fue obligado a cumplir con las obligaciones militares. Allí se reunió con Czibor y Puskas, los otros integrantes clave del Seleccionado húngaro que brilló entre 1950 y el Mundial de Suiza.
Su capacidad para el juego aéreo no tenía precedentes en aquella época. En el descanso de la final de los Juegos Olímpicos de 1952 y pese al triunfo parcial, Kocsis le recriminó a Czibor que sus centros siempre iban por bajo, según recordó el mediocampista: "Me dijo que dejara de enviar centros rasos a Puskás, y que si hubiese centrado alto más a menudo habríamos marcado más goles". Czibor tomó en cuenta la sugerencia y empezó a alternar centros por arriba con pases al ras del piso. Así, Hungría pasó a tener un promedio de casi cinco tantos anotados por partido.
En los dos encuentros de primera fase, el delantero húngaro marcó la increíble suma de siete goles. En el debut anotó un triplete en el 9-0 sobre Corea del Sur y luego rompió cuatro veces el arco de los alemanes. Kocsis era simplemente un jugador imposible de detener para cualquier defensa. Y no sólo era peligroso por arriba, sino también con pelota dominada y desde afuera del área.
En cuartos de final el conjunto magiar protagonizó la Batalla de Berna frente a Brasil. Aquel fue un partido mucho más luchado que jugado, en el que el gran goleador convirtió dos tantos, el segundo y el cuarto. Aunque no participó en ninguna de las peleas que se produjeron, Kocsis también sufrió la violencia del duelo contra los sudamericanos.
El rival en semifinales fue el campeón reinante, Uruguay. Fue un choque parejo, en el que Hungría sufrió demasiado hasta lograr la victoria en el tiempo suplementario. Como no podía ser de otra manera, el principal artífice de la clasificación fue Sandor Kocsis. Cabeza de Oro marcó a los cuatro y a los seis minutos del segundo tiempo extra y los Mágicos Magiares se clasificaron de forma merecida para la gran final.
La historia del partido frente a Alemania Federal es conocida. La Selección teutona hizo posible el milagro y derrotó a los máximos favoritos. Por única vez en el torneo Kocsis no marcó ningún gol -en los otros partidos había convertido al menos dos- y su equipo lo sintió. A pesar de este resultado, nadie le quitará al delantero húgaro su lugar en la historia de los Mundiales.