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Holanda, la inolvidable campeona sin corona del Mundial de 1974

Ahora estamos buscando a la mejor Selección de todos los tiempos, y para eso te presentaremos 4 candidatos en un bracket. La primera llave la componen la Holanda de 1974 y la España de 2010. Y en la segunda llave se enfrentarán la Brasil de 1970 ante la Argentina de 1986. Tú ejigirás con tu voto al ganador de cada llave para que los finalistas definan al ganador a través de un sondeo que estaremos publicando en nuestras redes sociales.

Hoy te presentamos a la Holanda de 1974:

BARCELONA -- Al vuelo, sin tiempo a pensar o recordar, pocos adivinarían qué selección fue subcampeona en el Mundial de 1970, o de 1982 o 1966... Pero, entre los aficionados al fútbol de todo el mundo que tengan ya una edad pocos, o menos, dudarían al proclamar en un instante cual fue la subcampeona en 1974: Holanda. La Holanda de Johan Cruyff.

La Naranja Mecánica ha pasado a la historia y es recordada como la campeona sin corona, el equipo que maravilló con el llamado fútbol total que regresando al torneo después de seis ausencias (apenas había tomado parte sin apenas protagonismo en 1934 y 1938) enamoró a propios y extraños.

En 1969, cuando empezaba a alumbrar la mejor generación de la historia, una derrota en su penúltimo partido (2-1) en Polonia la dejó contra las cuerdas, sentenciándose su eliminación al empatar (1-1) ante Bulgaria (la vencedora en el grupo de clasificación) en Rotterdam. La decepción fue mayúscula porque con Cruyff en plena efervescencia las expectativas eran muchas... Pero hubo que esperar cuatro años.

Y no le fue fácil, para nada, lograr su billete a Holanda para el Mundial de Alemania Federal. Encuadrada en el tercer grupo no consiguió la clasificación hasta la última jornada, con un 0-0 en Amsterdam frente a Bélgica, que le dio el pase por su mejor diferencia de goles. Fue un 18 de noviembre de 1973. La primera fecha clave de aquella selección.

La segunda clave ocurrió en marzo de 1974, cuando la federación solventó el cambio de entrenador, entregando la selección a Rinus Michels, recién campeón de Liga en España con el Barcelona y muy cercano a Johan Cruyff, quien apoyó su nombramiento, tres meses antes de comenzar un Mundial al que Holanda acudía con la intención de mostrar aquel crecimiento… Pero sin sospechar hasta donde podría llegar.

LA REVOLUCIÓN
La Naranja Mecánica se presentó en Hannover, el 15 de junio de 1974, debutando ante Uruguay, cuarta clasificada en el Mundial de 1970 y que con los Morena, Cubilla, Espárrago, Forlán o Mazurkiewicz confiaba en seguir entre las grandes… Sin sospechar que iba a ser derrumbada a base de velocidad, presión y remate. Dos goles de Johnny Rep bastaron para poner a los holandeses en el escenario.

Cuatro días después llegó el jarro de agua fría, con un 0-0 frente a una Suecia que, maniatando bien a Cruyff, Keizer y Rep a la vez que anulaba a Van Hanegem tuvo bastante para sumar un punto. Y en la última jornada de grupo, obligada a vencer para pasar como primera o a no perder para no quedar eliminada, Holanda barrió por 4-1 a Bulgaria en Dortmund. Un 23 de junio en que se comenzó a escribir de su fútbol total.

Así pasó a la segunda fase y ahí ya fue el espectáculo. La Argetina de Carnevalli y Wolf, Heredia, Ayala, Houseman, Sá y hasta Mario Kempes fue vapuleada en Gelsenkirchen (4-1) de principio a final, con un gol maravilloso de Cruyff y la sensación ya generalizada que aquella Holanda estaba capacitada para acabar con la hegemonía de Brasil, a la que debía enfrentarse en el cierre de grupo.

Se cruzaron en Dortmund, sumando dos victorias cada una pero necesitando Brasil, ya sin Pelé, ganar porque el empate favorecía a los holandeses… Pero no hubo discusión. Neeskens y Cruyff, éste con un gol soberbio, dieron la victoria por 2-0 y el pase directo a la final que le enfrentaría a la anfitriona, Alemania Federal.

Primera jugada del partido y penalti sobre Johan. Gol de Neeskens. En Múnich solo se escuchaba el clamor de la hinchada holandesa, con su fútbol enorme que ya había cautivado; el juego de aquellos descarados que se atrevían con todo… pero a los que igualó, también de penalti, Breitner y derrumbó al borde del descanso un sensacional remate cruzado de Gerd Müller.

LA ETERNIDAD
Alemania fue la campeona pero Holanda, que aún jugaría, y perdería, la final de 1978 y, mucho después, la de 2010, entró en la eternidad del deporte mundial con aquella presentación monumental en que no solo se ganó la admiración general, sino que puso en el escenario un fútbol hasta entonces desconocido. Un despliegue físico y táctico que, por sorprendente, empezó a tener multitud de seguidores y acabó por ser el germen de lo que sucedería en un futuro.

Cruyff fue el héroe y a su lado todos memorizaron los nombres de Neeskens y Krol, de Rep, Rensenbrink, Haan, Suurbier, Jansen o Van Hanegem. Una Naranja Mecánica a la que el paso de los años no restó magnificencia y que al cabo de casi medio siglo permanece como la selección que no precisó ganar el Mundial para conquistar la eternidad.