<
>

Por qué los fichajes de 100 millones podrían ser cosa del pasado

Los futbolistas y sus agentes tienen una idea del valor de sus servicios, pero los clubes están lidiando con una nueva realidad económica


La deflación es lo opuesto a la inflación: los precios bajan con el tiempo en lugar de subir.

La mayoría de los economistas te dirán que, aunque una inflación excesiva es perjudicial, la deflación suele ser aún peor. Si la gente cree que algo costará menos el próximo mes que hoy, retrasará su compra. Esto hace más lenta la actividad económica y la producción, el gobierno recauda menos impuestos, las empresas despiden empleados porque hay menos consumo, y en general, todos salen perdiendo.

Eso es en el mundo real. ¿Pero qué pasa en el mundo de fantasía que nosotros llamamos futbol?

Nadie quiere hablar del tema porque la perspectiva no es alentadora. En el mejor de los casos, cuando los clubes tienen que recortar gastos, se quejan de la necesidad de cumplir con las Reglas de Beneficio y Sostenibilidad (PSR, por sus siglas en inglés) como si ellos mismos no hubieran decidido implementarlas en primer lugar.

Pero un análisis de lo sucedido en la liga más rica del mundo, la Premier League, en la última ventana de transferencias -cuando el gasto neto cayó un 40% y alcanzó su nivel más bajo ajustado a la inflación en cualquier verano no afectado por la pandemia del COVID-19 desde 2014- junto con conversaciones con directivos de clubes, propietarios e intermediarios, pinta un panorama bastante claro.

Esto no es algo que necesariamente se note en la actual ventana de fichajes de enero, ya que las transferencias invernales suelen tener un "efecto dominó". El Club A compra al Jugador X del Club B, que luego usa parte del dinero para reemplazarlo con el Jugador Y del Club C, y así sucesivamente. Además, hay excepciones evidentes, como el Manchester City, que aún podría gastar mucho, ya que sus propietarios no parecen tener un objetivo de rentabilidad claro y, según el bloguero financiero Swiss Ramble, podrían perder hasta $450 millones de dólares este año y aún así cumplir con las reglas del PSR.

Sin embargo, hay otros signos claros de este cambio. Tomemos el caso del mediocampista Adrien Rabiot, quien quedó libre el verano pasado. Con 29 años, 50 partidos con la selección de Francia (titular en los tres partidos de la fase de grupos de la Euro 2024) y experiencia en clubes grandes como el PSG y la Juventus, uno esperaría que generara mucho interés como agente libre. Pero no fue así. El mercado de fichajes cerró y solo encontró equipo en septiembre, cuando fichó por el Marsella con un contrato de apenas dos años y un sueldo inferior a la mitad de lo que ganaba en la Juve.

O consideremos a Victor Osimhen. El Napoli pedía más de 100 millones de dólares por el delantero nigeriano de 25 años (48 goles en 71 partidos en las dos temporadas anteriores), luego redujo su precio a 80 millones, después a 60 millones… y aun así no encontró compradores. Finalmente, terminó cedido al Galatasaray en septiembre.

Otros ejemplos refuerzan esta tendencia. Miremos a los líderes de la Bundesliga (Bayern Múnich) y la Premier League (Liverpool). Entre los jugadores del Bayern que quedarán libres al final de la temporada están Joshua Kimmich y Alphonso Davies, quienes ocupan el primer y cuarto lugar, respectivamente, en minutos jugados en liga. Kimmich, de 29 años, es un mediocampista de élite y un líder natural. Davies, de 24, es uno de los mejores laterales izquierdos del mundo. Ambos han sido clave en los éxitos del club en los últimos años.

(Y ya que estamos, hablemos de Jamal Musiala. Su contrato vence en 2026, pero con 21 años es, probablemente, el mejor jugador del Bayern. Hace poco tiempo, habría sido impensable dejar a un jugador así entrar en los últimos 18 meses de su contrato).

En Liverpool, la situación es similar con Mohamed Salah (máximo goleador de la Premier a sus 32 años), Virgil van Dijk (capitán del equipo con 33) y Trent Alexander-Arnold (26 y símbolo del club). Se habla de que "las negociaciones siguen" y que "todo está bajo control", pero nadie recuerda la última vez que dos clubes tan grandes, bien gestionados y financieramente sólidos como el Bayern y el Liverpool dejaron pasar tanto tiempo antes de renovar a sus jugadores clave.

Los clubes están jugando sus cartas en silencio, pero la única conclusión lógica es que las renovaciones no son sencillas. Los jugadores y sus agentes tienen una idea del valor de sus servicios, pero los clubes están lidiando con una nueva realidad económica.

El Real Madrid insiste en que no fichará en enero, a pesar de que las lesiones los han obligado a jugar con Lucas Vázquez (un extremo de 33 años) como lateral derecho y con Aurélien Tchouaméni (un mediocampista de 1.85 m) como central. El Manchester United intenta reducir su masa salarial (no solo con Marcus Rashford, quien ha perdido protagonismo), y el Manchester City busca desprenderse de su capitán, Kyle Walker, solo cuatro meses después de haberle renovado hasta 2026.

Según Transfermarkt, solo 16 fichajes de más de 100 millones de dólares se han presentado en la historia. Si analizas la lista, verás que más de la mitad fueron fracasos o, al menos, operaciones que los clubes no repetirían si pudieran volver atrás.

Hubo una época en la que los equipos podían apostar por fichajes costosos, sabiendo que, si algo salía mal, siempre habría otro club dispuesto a comprar al jugador, aunque fuera por menos dinero. Ya no es así. El PSG, por ejemplo, está intentando vender a Randal Kolo Muani, por quien pagó más de 80 millones de dólares al Eintracht Frankfurt hace solo 18 meses. Si logra venderlo, tendrá suerte si recibe la mitad de lo que pagó. Por ahora, lo han cedido a la Juventus hasta final de temporada.

¿Por qué pasa esto? En parte porque hay menos equipos buscando delanteros, en parte porque hay menos clubes dispuestos a gastar más de 40 millones de dólares o más en un atacante. Pero, sobre todo, porque el mercado ha cambiado. Ahora, los clubes vigilan cada centavo.

Y esto no solo afecta a los grandes equipos. Clubes que dependían de la compraventa de jugadores para financiarse, como Brighton o Brentford en Inglaterra, Borussia Dortmund en Alemania, Atalanta o Udinese en Italia, Mónaco en Francia o Sevilla en España, también lo están sintiendo. Si crees que no podrás recuperar tu inversión más adelante, es lógico que dudes en gastar millones de dólares en ese joven con potencial.

Mira el caso de Donyell Malen. Dortmund pagó más de 30 millones de dólares por él al PSV Eindhoven en 2021, cuando tenía 22 años. No se convirtió en el nuevo Lionel Messi, pero marcó 15 goles como extremo la temporada pasada y es titular en la selección de Países Bajos. Solo tres años y medio después, se fue al Aston Villa por más de 25 millones de dólares.

Tal vez esta deflación sea solo una corrección que llevaba tiempo pendiente y que se retrasó debido al gasto desmedido de Arabia Saudita hace dos veranos. Tal vez los clubes se han dado cuenta de que los ingresos no seguirán creciendo como antes. Tal vez han entendido que los reguladores (UEFA, Premier League, LaLiga…) realmente están dispuestos a hacer cumplir las reglas. Tal vez han comprendido que lo que se vendía como "inversión en la plantilla" era, en realidad, una mezcla de ego y esquema Ponzi (estafa) que resultaba extremadamente cara.

O tal vez han aceptado que los salarios y las tarifas de transferencia han alcanzado un nivel donde, si los ingresos dejan de crecer, solo se justifican si hay suficientes clubes dispuestos a pagar por tus errores. Y cada vez hay menos de esos.

Tal vez, por fin, hemos alcanzado cierta cordura. Tal vez el futbol se convierta, algún día, en un negocio realmente sostenible.