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No sólo de gol vive la memoria

Fue el primer Mundial que ví. No el primero que viví, pero si el primero que ví completo. Tenía apenas cinco años en Argentina 78 y apenas recuerdo, vagamente, la final de ese Mundial y los goles de 'Marito' Kempes. Retengo en la memoria el preguntarle a mi mamá si era posible que el partido también lo ganaran los neerlandeses. El único recuerdo que tengo de aquel primer Mundial de mi vida.

El primer Mundial que vi consciente de lo que estaba mirando fue uno que se jugó años antes que naciera. Mi primer Mundial completo fue México 1970. Más de diez años después de haberse jugado ese Mundial, la televisión de mi país aún transmitía resúmenes de partidos del primer Mundial en el que participó la selección salvadoreña. Las transmisiones abrían con la imagen de un águila posada sobre una pelota de cuero y la leyenda “Copa Jules Rimet 1970”, o algo parecido. Esos resúmenes eran de consumo disciplinado. Cada sábado la guía de programación del periódico anunciaba la transmisión del programa de México 1970, mi agenda del día se organizaba alrededor de eso.

Las mejores acciones de los 32 partidos del Mundial, sábado tras sábado. Desde el 0-0 del partido inaugural, hasta la final que confirmó el tercer título mundial para los brasileños. Mis tardes de sábado se consumían entre episodios de esos resúmenes y las ansias de ver dos acciones que curiosamente ninguna terminó en gol. Gordon Banks reconoció que le recuerdan tanto o más por la atajada a Pelé que por ser el arquero campeón del mundo con Inglaterra en 1966. La defensora del título y el más serio aspirante a quedarse con el trofeo se cruzaron en la segunda jornada de la fase de grupos en el Estadio Jalisco. En el minuto diez del primer tiempo, Jairzinho recibió por la derecha, una pelota larga de Carlos Alberto. Terry Cooper apuesta por cortar el servicio, fallando en el intento y dejando campo libre al 7 brasileño.

Jairzinho llega hasta el fondo de la cancha y, justo antes que se le escape el balón, manda un centro pasado y al segundo palo. Ahí espera Pelé, que ha medido justo el vuelo del balón para darle aún más fuerza al remate. Pelé vence en el salto a Tommy Wright, que mide los mismos 173 centímetros que el astro brasileño. Gordon Banks, en el primer palo cuando Jairzinho saca el centro, tiene que recorrer al segundo para recibir el remate de 'O´Rei'. El cabezazo manda la pelota a picar dos metros por delante de Banks, que se encuentra con el rebote y manotea el balón por encima del travesaño. La atajada del siglo, aunque al siglo XX le faltasen aún tres décadas para finalizar.

La otra jugada por la que esperaba ansiosamente esos resúmenes del Mundial de México, también tuvo a Pelé en Guadalajara. En semifinales y con el partido contra Uruguay definido en favor de los brasileños. Tanto así que los fotoperiodistas estaban parados sobre la línea de fondo solo esperando el pitazo final para invadir el campo. Rivellino había marcado el tercero del partido para Brasil en el minuto 89.

Los celestes movieron del centro del campo, pero rápido perdieron la pelota cerca del área de la verdeamerelha. Everaldo recuperó y mandó un balón largo a Jairzinho hasta la mitad de la cancha. Recibió después Tostao, que con una sutil zurda mete un balón largo para encontrar en Pelé en carrera y cerca del borde del área uruguaya. Hasta allá salió también el arquero uruguayo. Pelota, Pelé y Ladislao Mazurkiewicz estaban destinados a juntarse en el mismo lugar. 'O´Rei' sin embargo pensaba en otro espacio. Dejó pasar el balón y se cruzó entre la impotencia de Mazurkiewicz y el cuerpo del arquero. Pelé, en el minuto 90, tuvo energía aún para correr hacia la pelota y rematar con su cuerpo perfilado en sentido opuesto al arco que estaba vacío.

Cincuenta años después de esa acción magistral busqué el partido en mi archivo de videos. Adelanté las imágenes hasta llegar al gol de Rivellino, el 3-1, y llamé a mi hijo. Los uruguayos sacaron del centro y el desarrollo de la jugada. El remate de Pelé sale hacia al arco y así como en 1970, pasa muy cerca del poste y se escapa. “¿Cómo es que eso no fue gol?” me grita el quinceañero de mi hijo. Eso mismo se ha preguntado el mundo del futbol desde aquel entonces.

México 1970 lo recuerdo porque El Salvador jugó en ese Mundial, jugó tres partidos, perdió los tres y no anotó gol, y por dos jugadas que tampoco terminaron en alegría de gol y mi recuerdo de aquello es igualmente maravilloso. Porque no solo de gol vive la memoria.