El Rifle Walter Pandiani dialogó en ESPN sobre su etapa en Peñarol, contando cuánto significó el llegar al Carbonero en 1998 y repasando una insólita infracción de Julio Gargiullo que derivó en 25 puntos en el pie del atacante que ya había firmado contrato con el Deportivo La Coruña.
El ex delantero también recordó, con Gregorio Pérez, el partido que jugó desgarrado con Basáñez en Los Aromos y comentó su objetivo de regresar al Carbonero como entrenador.
“EL SUEÑO DE CHICO ERA TENER ESA POSIBILIDAD EN ALGÚN MOMENTO”
“Me acuerdo de que nos llevaron a la terminal de tren de Peñarol, fuimos con Josecito María Franco, con quien llegamos juntos al club. No me olvido más, me acuerdo de ese día maravilloso donde fui con un rifle a una entrevista, todavía no tenía ese apodo que después me puso Diego Martín Dorta”.
Pandiani, quien había jugado en la Octava de Peñarol y luego realizado las formativas en Wanderers, debutó en Primera División jugando para Basáñez en 1995, llegando a Peñarol tres años más tarde para reencontrarse con Antonio Pacheco, Martín García, Claudio Flores y Nicolás Rotundo, todos generación 1976 con los que había jugado aquel primer año de juveniles.
Tanto para Franco como para el Rifle el ser fichados por Peñarol significó un gran paso en sus carreras, ambos llegando al Carbonero tras destacarse en la Segunda División: “Con José estábamos en la Selección de la B. Él jugaba en Central Español, yo en Basáñez, y ya se hablaba de que los dos podíamos ir a Peñarol. Entablamos una buena amistad que se acrecentó dentro del club, donde también estábamos con ídolos a los que, meses antes, veíamos estando en la tribuna, porque siempre iba al Estadio a ver a Peñarol”.
“El sueño de chico, uno que es hincha, era tener esa posibilidad en algún momento”, manifestó el exatacante, que valoró la perseverancia y profesionalidad que pudo tener más allá de su juventud.
“Cuando uno es joven a veces es difícil, pero tuve que madurar. Tuve la muerte de mi viejo, me casé joven y tuve a mi hijo mayor, tenía que dedicarme a lo que hacía porque a medias tintas era imposible; tenía que darle de comer a mi familia. Jugando en Basáñez laburaba doce horas porque no cobrábamos, estábamos dos o tres meses sin cobrar, y además era poco. Tenía que laburar”.
“En 1997 las condiciones en Basáñez habían cambiado y mejorado, pero yo trabajaba. En los veranos yo era guardia de seguridad en una discoteca porque soy cinturón negro de kung fu y los domingos a las seis de la manána estaba metido en el aserradero tirando leña para arriba de los camiones”.
“Al año siguiente se produce la posibilidad de ir a Peñarol, algo que tomé con una fortaleza en todo sentido. Estaba preparado para esa oportunidad que iba a tomar con responsabilidad, poniéndome la camiseta que siempre quise ponerme, todos los que estaban en la tribuna conmigo desearían estar ahí en la cancha. ¿No me voy a poner esa camiseta? La voy a defender a muerte.”
EL AMISTOSO QUE JUGÓ DESGARRADO ANTE EL PEÑAROL DE GREGORIO
El año anterior a su arribo a Peñarol, Pandiani jugó por primera vez en Los Aromos, complejo deportivo del Manya, pero defendiendo a Basáñez y en un contexto que no lo favorecía.
“Tenía un desgarro en el cuádriceps y estaba jugando porque el equipo me necesitaba. Llevaba cuatro o tres partidos con goles, entonces me cuidaba para llegar de la mejor manera al fin de semana y competir, pero un miércoles nos toca un amistoso ante Peñarol. ¿Cómo no iba a jugar ese partido?”, comenzó recordando el Rifle sobre el amistoso disputado ante el equipo aurinegro entonces dirigido por Gregorio Pérez.
Pandiani agregó: “Jugué roto y fue un espectáculo, hago dos goles y me termino de romper mal, me tuvieron que sacar porque no podía ni caminar. Me vio el doctor Alfredo Rienzi, en un momento viene Gregorio para ver cómo estaba y comentó: 'Si este muchacho juega así lesionado, ¿cómo jugará estando en mejores condiciones?' Eso me quedó grabado, me pegaba con su mano enorme y me decía ‘muy bien pibe’. Fue la primera vez que pisaba Los Aromos, y al año siguiente me tocó estar del otro lado”.
Por su parte, el entrenador Pérez destacó también en ESPN: “Todos los martes o miércoles teníamos planificado un amistoso con un equipo de la B para tener una visión más profunda. Con Basáñez hicimos más de un partido, recuerdo que en aquel momento lo de Walter resaltó como lo de José Franco un un amistoso con Central. Luego tuvimos la posibilidad de estar juntos en Peñarol, después Walter continuó en el exterior; siempre lo recuerdo con mucho afecto”.
DEBUT CLÁSICO, CAMPEONATO URUGUAYO GANADO Y LOS 25 PUNTOS EN EL PIE
“Me toca debutar en un clásico ante Nacional por la Copa Libertadores (25 de febrero de 1998 por la fase de grupos). Fui titular, ganamos 2-1 y quince días después jugamos la vuelta en el Centenario, donde ganamos 4-1 y anoté dos goles; ya entré por la puerta grande al club de mis amores, al club que siempre quise estar”.
Pese a ese buen arranque en el año, Peñarol no ganó el Uruguayo de 1998, donde pudo haber conseguido el sexenio (‘Nacional hizo campeonato espectacular, necesitaba revertir esa situación y lo consiguió’), pero en la temporada siguiente, ya con Julio Ribas como DT, Pandiani sí gritó campeón con el Manya.
“Salí goleador y salimos campeones uruguayos, objetivo cumplido al darle eso a la gente y luego al tener la suerte de conseguir el título que uno hubiera querido siempre, ser jugador de Peñarol y salir campeón uruguayo es todo lo que un futbolista que quiere jugar en un grande sueña”, comentó.
Pandiani también realizó una gran Copa Mercosur en el 1999, donde anotó cinco goles y Peñarol llegó a semifinales, por lo que fue transferido al Deportivo La Coruña, club español que autorizó que el Rifle jugase el Torneo Apertura disputado en el primer semestre del 2000.
En ese certamen, el Rifle sufrió una infracción que pudo haber hipotecado su futuro y comprometido los intereses de Peñarol y del Dépor, con quien había firmado por cinco años.
“Voy a trancar al borde del área contra Villa Española y Julio Gargiullo puso la patita un poquito arriba, me clavó los tapones, me rompió la media y me hizo un agujero ¡Saltaba el chorro de sangre para arriba! Me había roto una venita, parecía que me había fracturado siendo yo jugador del Dépor, pero al final no era una fractura, era un agujero nomás que tenía”.
“A la semana siguiente jugué con los 25 puntos porque me hicieron un tejido, puntos para todos lados, me taparon, jugué igual y metí dos goles a Defensor empatando 3 a 3. Buenos recuerdos”, señaló en ESPN.
Y destacó: “Salí goleador del Apertura y me fui por la puerta grande. El contador Damiani me dio una plaqueta conmemorando todo lo que di en tan poco tiempo porque fueron dos años y medio, donde también tuve de compañeros a jugadores que eran mis ídolos, por ejemplo habían venido Gabriel Cedrés o Carlos Aguilera. Feliz de ese pasaje por Peñarol”.
¿UN POSIBLE REGRESO COMO ENTRENADOR?
Pandiani comentó al ser consultado por ESPN si se ilusiona con volver al Carbonero: “Ahora estamos en otra parcela y evidentemente en esa parcela también fijamos objetivos. Y una de las situaciones que me lleva a estar en el país es mostrar mi trabajo, ir poco a poco, estando en diferentes lugares, asimilando lo que es el fútbol uruguayo e ir introduciendo los conceptos que yo creo son los que me van a dar rendimiento y conseguir resultados”.
“Evidentemente me estoy preparando para poder estar en Peñarol. Sé que se va a dar, soy muy querido en el club; el momento se va a dar solito, hay que seguir trabajando, sin prisa y sin pausa, y que el momento que va a llegar nos encuentre preparados de la mejor manera para hacer mejor que lo hice como jugador, ese es mi objetivo”, concluyó el Rifle.