Banderazo de hinchas insultando a los dirigentes. Pedidos de incorporaciones de peso. Las piedras que se tiraban los dirigentes generando un complejo clima interno. Los cruces de Leo Fernández con algunos de sus compañeros. La “guerra” que libró el presidente contra el arbitraje. Hoy, mirado a distancia y con las mieles del éxito, se puede afirmar que el camino de Peñarol al título no fue de rosas.
Al equipo de Diego Aguirre le tiraron piedras. Propios y extraños. Y el técnico se recibió de médico para curar las heridas.
La película de Peñarol al título reúne capítulos tan increíbles como el banderazo de los hinchas pidiendo incorporaciones y el asado que organizó Aguirre para terminar con las piedras que se tiraban los dirigentes que se sentaban en la misma mesa.
Se podría afirmar que la historia se comenzó a gestar con el clásico que Peñarol perdió 0-2 con su tradicional rival la noche del 23 de enero.
Tres días después el Palacio Peñarol era un polvorín. “En Peñarol no se e$pecula”, rezaba una bandera. Y mientras los dirigentes estaban en la sala de reuniones, en la calle los hinchas cantaban: “Pongan la guita, la p… que los parió”.
Las incorporaciones de Peñarol no conformaban a la gente. Al otro día el presidente del club, Ignacio Ruglio, llamó al técnico Aguirre y le dijo: “Diego, tenemos que traer algún nombre de peso porque no nos da…”.
Pero Aguirre, respondió con total convencimiento: “No quiero nombres, quiero jugadores que corran”.
Y mientras el presidente aurinegro le hablaba permanentemente para sumar al volante Rodrigo Fernández, el DT insistía pidiendo a un tal Javier Méndez, jugador con pasado en Racing y Danubio.
“Después vemos si lo traemos a Fernández, quiero a Javier Méndez que lo voy a utilizar en dos posiciones”, le dijo el entrenador al presidente.
Al 29 de enero de 2024, Peñarol había incorporado a: Eduardo Darias (Deportivo Maldonado), Javier Méndez (América Mineiro), Nahuel Acosta (Cerro), Martín Gianoli (Cerro Largo), Guzmán Rodríguez (Boston River), Javier Cabrera (Argentinos Juniors), Byron Castillo (Pachuca), Maximiliano Silvera (Santos), Diego Sosa (Tigre), Gastón Ramírez (San Lorenzo), Washington Aguerre (América MG), y Leonardo Fernández (préstamo desde Toluca).
Ese mismo día, el consejero Evaristo González, explotó en Carve Deportiva diciendo: “Me preocupa el periodo de pases. No me están conformando los fichajes. Ingresamos 12 jugadores y faltan, por lo menos, cinco más. Y esperamos que esos cinco que faltan sean los titulares porque hay jugadores que pintan bien, pero están faltando pesos pesados. La idea no es llenar a Peñarol de jugadores y jugadores, sino de jugadores de calidad”, dijo sobre el armado del plantel.
Y agregó: “Los que estamos trayendo no sé si son mejores que nuestros juveniles. Lo hemos dicho 1.300 veces: cuando vayas a salir a contratar, contratá jugadores importantes que hagan una diferencia. Y eso no lo estoy viendo”.
Por esos días, Peñarol sumó a otro delantero desconocido para el mercado: un tal Leonardo Sequeira. “Diego (Aguirre, el técnico) me dijo que iba a hacer goles”, reveló el presidente Ruglio.
El periodo de pases dejó más dudas que certezas, pero el entrenador carbonero tenía el convencimiento de que, los jugadores por los que había apostado, terminarían dándole la razón.
El asado de Aguirre
Antes de empezar el campeonato, el técnico Diego Aguirre tenía una espina. No pasaba por el armado del plantel, sino por el clima que generaban los dirigentes de Peñarol con peleas entre ellos a través de los medios de prensa. Era dardo, dardo viene.
Y el DT no tuvo mejor idea que organizar un asado en su casa. Aguirre invitó a dirigentes actuales y expresidentes del club. ¿Qué pidió Diego mientras picaba los chorizos y reponía el hielo para el whisky? “Le pedí a los dirigentes que jueguen en equipo, lo mismo que me piden a mí”, expresó el entrenador.
A la cancha
El calendario de Peñarol marcaba que hasta la sexta fecha jugaría contra rivales que anduvieron por el fondo de la tabla y la mayoría peleando el descenso. Los triunfos permitieron ganar confianza.
Aguirre apeló a un sistema madre y se paró siempre con línea de cuatro en el fondo, un doble cinco (con un volante de características de marca y otro con mayor manejo de la pelota), y tres volantes por delante de un delantero que fue referencia de área. El modelo fue un 4-2-3-1, que en algunos partidos cambió por un 4-3-3.
Cortocircuito con Leo
Todo venía viento en popa hasta que en la quinta fecha del Apertura, una antes del clásico, se generó un cortocircuito dentro de la cancha. Peñarol fue al Viera a jugar con Racing y en pleno partido Leonardo Fernández discutió con el Cangrejo Cabrera.
Primero se insultaron y a través de la televisión se pudo ver el momento en el que Leo invitó a pelear a su compañero afuera, lo que determinó la intervención de varios jugadores del equipo.
Parecía mentira, pero luego de solucionar el polvorín de los dirigentes, el técnico Diego Aguirre se veía ante un cortocircuito que se producía en el campo de juego en apenas cinco fechas del Torneo Apertura.
Otro tanto ocurrió en el partido contra River Plate del Clausura, donde Fernández discutió con el zaguero Javier Mèndez.
El incendio se apagó puertas adentro. Quedó como una anécdota de cancha.
La doble competencia
Otro aspecto en el cual se vio la mano del entrenador fue en la rotación del plantel. Peñarol comenzó a convivir con la doble competencia: Apertura y CONMEBOL Libertadores.
Aguirre apeló a una rotación justa y necesaria. Pocos cambios. Entre ellos, descubrió que, para mejorar el sector defensivo, debía pasar a Javier Méndez a la zaga en lugar de Leo Coelho. Con el volante jugando como zaguero, Peñarol ganó solvencia atrás al punto de convertirse en el equipo que menos goles recibió.
Peñarol fue campeón del Apertura con jugadores que rayaron a gran altura, entre los que destacaron Leo Fernández, Maxi Silvera, Damián García y el golero Washington Aguerre, otra parada que se jugó Aguirre.
El uno de Peñarol era discutido por sus actitudes y, al margen de alguna locura que se mandó -como dejar al equipo con 10 en el entretiempo de las semifinales de la CONMEBOL Libertadores- rindió en gran forma.
El sueño de la Copa
El colchón de puntos logrado en el Apertura le permitió al técnico manejar el plantel y apuntar a la pelea por la CONMEBOL Libertadores al grado tal de que, luego de eliminar a Flamengo en cuartos de final, la gente se embarcó en el sueño.
Antes de viajar a Río de Janeiro para enfrentar a Flamengo se generó otro cruce por la decisión del presidente Ignacio Ruglio de no jugar la Copa AUF Uruguay.
La medida iba en contra de los intereses deportivos, como lo expresó el propio Diego Aguirre: “La competencia nos venía bien porque tenemos un plantel numeroso, y servía para utilizar a todos los jugadores. Pero en las decisiones políticas yo no tengo nada que ver”.
Peñarol no se presentó y esto llevó a un nuevo cruce entre dirigentes. Y otra vez el equipo de Aguirre puso calma desde el campo de juego hacia afuera, ya que el triunfo ante Flamengo los volvió a encontrar a todos unidos.
El sueño de la Copa terminó en 10 minutos, fatales, contra Botafogo en Rio de Janeiro. Había que volver. Y el partido con River en el Saroldi no era sencillo. Pero Peñarol lo saldó con un triunfo y se encaminó a pelear el Clausura mano a mano con Nacional.
A pocas fechas del final, el presidente Ruglio abrió nuevamente el frente de batalla contra los árbitros. Aguirre le pidió que no apareciera públicamente hasta el final del torneo porque el equipo necesitaba calma.
En la penúltima fecha Nacional tropezó contra Danubio y la gloria quedó al alcance de Peñarol que no dejó pasar la oportunidad de terminar todo sin finales.
Renovar el contrato
Hoy, que todo es felicidad, el club no descansa. La renovación de Diego Aguirre, el gran artífice del título, es prioritaria y así se lo hizo saber el presidente Ruglio.
“Al día siguiente del partido ante Botafogo, le dije lo que era obvio, que deseábamos que siguiera, pero quería que lo oyera de boca mía. Me dijo que lo que él quiere es quedarse en Peñarol, pero que antes de sentarse a conversar quería terminar el Campeonato Uruguayo. Le dije que el tiempo que se quiera quedar, Peñarol va a estar feliz de que se quede. Me reiteró que termina el Campeonato Uruguayo, nos sentamos y arreglamos la continuidad, y que se alegraba de que el club quisiera que se quede”, explicó Ignacio Ruglio, presidente de la institución aurinegra, a ESPN.
Todo parece encaminado. Un dato que es elocuente fue lo que dijo Aguirre a mitad de año en el programa Derechos Exclusivos de Radio Uruguay, donde expresó que no lo mueve nada, ni nadie de Peñarol: “No, no, no hay ninguna posibilidad de que me vaya. Vos querés que me maten (risas). Cero. Cero chance de que me vaya. Me viene a buscar el Bayern Múnich y le digo que no”.