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Historia de una hermandad: Canobbio y Gio González, de jugar juntos en los cumpleaños a la primera de Peñarol

Osvaldo Canobbio, con Agustín en brazos. A la izquierda se puede ver a Giovanni, quien le lleva cuatro años. Gentileza Osvaldo Canobbio

El portón de la casa de la abuela destartalado. Los pelotazos lo hacían sonar y vibrar. El grito de gol de Gio llegaba hasta la cuna donde dormía Agustín. En el parrillero, Juan y Osvaldo encendían el fuego recordando aquellos viejos tiempos cuando fueron compañeros con la camiseta de Nacional. Allí se forjó una amistad que terminó en lazos familiares porque se transformaron en compadres.

Sus hijos se conocieron desde niños. Concurrieron a los cumpleaños de sus hermanos. Jugaron a la pelota juntos y compartieron más de un asado. La carrera futbolística de sus padres los separó por un tiempo, pero el destino les tenía deparada la sorpresa del reencuentro con la camiseta de Peñarol.

Esta es la historia de hermandad de Giovanni González y Agustín Canobbio. Una historia tan increíble como el hecho de que Gio estuvo a punto de retirarse para convertirse en piloto de avión y el papá de Agustín lo convenció para seguir jugando.

Todo comenzó por el año 1994 cuando Juanchi González y Osvaldo Canobbio se conocieron en Nacional. Se hicieron tan amigos que se convirtieron en padrinos de sus hijos mayores. Sin embargo, el fútbol los separó por un tiempo cuando el papá de Gio emigró a España.

A su regreso, el chiquito comenzó a jugar en el baby fútbol de Danubio, club que les quedaba cerca porque los González vivían en ese entonces en Camino Carrasco y 20 de Febrero.

“Era chiquitito y le pegaba fuerte a la pelota para su edad. Me acuerdo que tenía destruido el portón de la casa de la abuela”, reveló Osvaldo Canobbio a ESPN.

Giovanni González hizo toda la escalera con la franja en el pecho hasta llegar a Pre-séptima, donde tenía como compañeros a José María Giménez y el golero Guillermo De Amores.

Mientras esto ocurría, Agustín Canobbio andaba corriendo detrás de la pelota con 5 años. Primero en el baby fútbol del club Córcega y luego en Carrasco Polo.

EL GOLPE DE GIOVANNI
Jugando en aquella Pre-séptima división de Danubio, Giovanni González recibió su primer golpe: el DT no lo tenía en cuenta. Tomó el teléfono y llamó a su padre, que estaba trabajando en el ómnibus de Cutcsa que maneja.

Papá, capaz que yo no estoy para esto… No tengo más ganas de jugar. Voy a dejar”. Del otro lado de la línea se produjo un silencio. A Juanchi se le hizo un nudo en la garganta, pero sacó a relucir su rol de padre: “Vos quedate tranquilo que sé las condiciones que tenés, yo en algún lado te voy a conseguir”, le respondió.

El corazón de Juan González sufrió otro golpe. Al volver a su casa se encontró con su hijo llorando. Gio no quería más. Estaba dispuesto a abandonar el fútbol para dedicarse a otra de sus pasiones: convertirse en piloto de avión.

“Iba a ir con la madre a anotarse para empezar las clases en una escuela de aeronáutica porque su sueño siempre fue ser piloto, el amor por los aviones lo tienen hasta el día de hoy. Recuerdo que las clases eran costosas pero como padres estábamos dispuestos a hacer el esfuerzo”, reveló su padre Juan González a ESPN.

EL LLAMADO A CANOBBIO
Fue entonces cuando a Juanchi se le ocurrió llamar a su compadre y excompañero en Nacional, Osvaldo Canobbio, que estaba trabajando en las formativas de River Plate.

“Juanchi me llama y me cuenta que Gio no quería jugar más porque no había quedaba en Danubio”, recordó Canobbio en la charla con ESPN.

Osvaldo, que era el técnico de la Cuarta división de River Plate, fue a hablar con Diego Cascara Varela que había sido su compañero y era el DT de la Cuarta. A los pocos minutos llamaron a Juanchi: “Que el botija venga mañana”.

“Cuando llegó me encontré con la persona que conocía desde siempre, con la humildad de siempre, trabajador, un gurí inteligente y la verdad que respondió en todo momento. El Cascara estaba enloquecido con él. Por un lado tenía a Gio y por el otro a Lucas Olaza en los laterales”, rememoró Canobbio a ESPN. Osvaldo aportó otro detalle: cada vez que terminaba el entrenamiento, llevaba a Gio al liceo.

Giovanni realizó todas las formativas en River Plate hasta llegar al primer equipo. Dos por tres, en algún cumpleaños o reunión familiar, se veía con Agustín que empezaba a jugar en las formativas de Fénix.

Con el paso del tiempo, Osvaldo Canobbio se fue de River para el club de Capurro. Allí se convirtió en DT de su propio hijo, al que ponía de doble 5 en la Cuarta división.

“¿Si le pase algún rosario (insultos)? Varios le pasé (risas) porque aparte Agus tiene un carácter especial. Conmigo jugaba de doble 5 o de extremo con cuatro volantes. Le encantaba jugar de doble 5 porque por un tema de dinámica te llegaba al área. Ya corría así como lo hace ahora, el detalle es que ahora corre más ordenado, no es correr por correr”, contó Canobbio padre a ESPN.

LOS HERMANOS SEAN UNIDOS
Lo que jamás imaginaron Giovanni González y Agustín Canobbio fue que, años después de aquellos tiempos de niñez donde uno pateaba la pelota contra el portón y el otro se sobresaltaba en la cunita, jugarían juntos en Primera división y ni más ni menos que con la camiseta de Peñarol.

Allí formaron una dupla y lograron un entendimiento como si hubiesen jugado juntos toda la vida. “Volvió mi socio, yo siempre le digo a Gio que es mi hermano de otra sangre”, reveló Agustín en el programa Fútbol a lo Peñarol. Y agregó: “La sociedad que generamos no es buscada constante o conscientemente, sino que ya es de escuchar al otro y saber dónde se va a posicionar, lo que va a hacer “.

Juanchi González dijo a ESPN que “Agus y Gio no son hermanos de sangre pero son hermanos de familia. Se conocen desde pequeños. Viene desde que nos conocimos con Osvaldo que es mi compadre porque yo soy el padrino del hermano de Agustín, y él es el padrino de Bruno el hermano de Gio”.

Así como Osvaldo resultó fundamental para Giovanni, Juanchi González reveló que, alguna que otra vez, le manda mensajes a Agustín.

“No le doy consejos porque tiene al padre, al referente que le puede dar muchos consejos, pero lo que sí le digo es que cuide la ansiedad porque él es muy ansioso y eso pesa en la última jugada”, expresó.

En el fútbol tuvieron altos y bajos, como ocurre en la carrera de cualquier jugador. Giovanni estuvo a punto de dejar de jugar. Agustín lloró en la intimidad de su hogar cuando Peñarol no le renovó el contrato. Pero jamás se entregaron. La pelea por el sueño continúa como lo refleja Osvaldo, el papá de Agustín, en su estado de WhatsApp: “Recuerda. El día que siembras la semilla no es el día que comes la fruta. Se paciente. Se humilde. Sigue avanzando y sabe que todo este arduo trabajo que realizas día tras día producirá los resultados que has estado buscando. Tu tiempo está cerca. No te rindas”.