Al Davis supo cultivar las preferencias y la fidelidad del aficionado hispano al ovoide, a pesar de que también inyectó en su equipo, los Raiders, su carácter rebelde, indomable y combativo, con el que el ya desaparecido propietario de esta franquicia de la NFL, también marcó el destino de un equipo siempre dispuesto a la mudanza, a la menor provocación.
Establecido en 1960 en Oakland, para luego trasladarse a Los Ángeles 22 años más tarde, Davis encontró siempre los motivos para hacer maletas y largarse con su equipo a otra plaza, en busca de mejores condiciones, de mayores comodidades, buscando quién, o quiénes, le cumplieran sus excentricidades y hasta sus caprichos.
Las autoridades en Oakland, California, le fallaron en dos ocasiones, en la promesa de construirle un nuevo y más moderno estadio, por lo que han tenido que seguir jugando en el inmueble del Condado de Alameda y, en consecuencia, los Raiders, por segunda vez, dejarán de ser el equipo de Oakland.
Durante su estancia de doce años en el Coliseo Memorial de Los Ángeles, entre 1982 y 1994, las autoridades locales tampoco pudieron complacerlo en todas sus exigencias: agregarle palcos de lujo, reducir el cupo a menos de 80 mil espectadores, para generar más llenos que, a su vez, posibilitaran que más juegos fueran televisados en el mercado local en el sur de California, y de modernizar el escenario dos veces olímpico, justamente por tratarse de un monumento histórico.
Y tal vez más complicado que eso, era el tema de lograr descubrir los vericuetos para canalizar sus requerimientos, en los intrincados laberintos burocráticos de una propiedad administrada por tres entidades: la Ciudad de Los Ángeles, el Condado del mismo nombre y el estado de California.
Es por ello que Davis y sus Raiders, terminaron por retornar al Condado de Alameda, en la Bahía del norte de California, no sin antes, tocar varias puertas, incluidas las de las ciudades de Irwindale y Carson, en el sur del mismo estado dorado.
Hoy en día, ya Al Davis no podrá atestiguarlo, pero esa nueva mudanza que él planeó, y por la que luchara a brazo partido frente al exclusivo club de dueños de la NFL, que se resistía a que uno de sus socios se estableciera con su franquicia, en la ciudad de las apuestas y de los casinos, se hará realidad y el nuevo destino de la franquicia negro y plata es Las Vegas, Nevada, algo que está a punto de consumarse, bajo el mando de su hijo, Mark Davis.
Y a pesar de que pudiera considerársele como un equipo itinerante, los Raiders han logrado dejar algunas semillas sembradas y la cosecha, en cuanto a fidelidad, en la cantidad de aficionados que se identifican con su causa, han rendido frutos, con una feligresía que compite, en cuanto a número, con las más populares marcas registradas del deporte en Estados Unidos.
LOS CHICOS MALOS
Los Raiders elevaron su popularidad durante los doce años que permanecieron en Los Ángeles, cuando algunos raperos muy de moda, los adoptaron como el equipo favorito en sus canciones y por la influencia de Hollywood.
El equipo del ya desaparecido Al Davis, y que hoy en día administra su hijo, Mark Davis, también adquirió fama de villano, mientras jugaba en el inmueble de las calles Figueroa y Martin Luther King, ya que algunas pandillas locales tomaron el escudo del equipo, como imagen de batalla, o como un símbolo intimidatorio, hacia grupos rivales.
"Los Raiders siempre han tenido una mala reputación. Son conocidos como los chicos malos de la NFL, pero yo no lo veo así, sino que se trata de un equipo en el que sus jugadores defienden con mucha pasión los colores negro y plata y eso es lo que siempre me ha gustado", refiere Alan Ramírez, un joven seguidor del equipo quien agrega que en sus visitas al estadio del Condado de Alameda, en el área de la Bahía en el norte de California, para cada juego se respira un ambiente de fraternidad.
"Todo empieza varias horas antes del juego, con la convivencia de los aficionados, haciendo la fiesta en el estacionamiento, con la parrilla, compartiendo el asado. En esos momentos, nadie pudiera creer que tenemos una reputación de ser peleoneros", recalca nuestro entrevistado, quien recuerda la época en que empezó a identificarse con los colores negro y plata.
"Recuerdo que veía por toda la ciudad el escudo de los Raiders y yo tenía uno pegado en la pared de mi recámara. Todavía no sabía lo que era, pero me gustaba el logo, del pirata con las dos espadas", recuerda el mexicano-estadounidense, con raíces en en El Grullo, Jalisco y en Guatemala.
"Yo tenía como 16 años cuando empecé a sentir que ese era mi equipo. Porque en la época en que los Raiders estuvieron en Los Angeles, yo todavía estaba muy chico y no me interesaba en los deportes", revela Alan.
"Para mí, el verdadero equipo de Los Angeles, son los Raiders. Y para muchos aficionados, también", dijo Alan de manera tajante, al tiempo que manifiesta no tener el más mínimo interés por asistir a los juegos de los Rams o de los Chargers, recientemente reestablecidos en la ciudad.
"Los mexicanos somos muy apasionados, en los temas del deporte. Cuando sentimos los colores de un club, en futbol soccer, o en otros deportes, nos quedamos con esa camiseta para siempre. Y para mí, los Raiders, por su historia, por su carácter luchador, por la pasión que le ponen a su juego, son mis favoritos".
EN INGLÉS Y ESPAÑOL, TODOS CUENTAN PARA RAIDERS
El relacionista público y también periodista, Ricardo Jiménez, explica la forma en que los Raiders le dieron una atención muy especial al mercado de habla hispana, por ello, muchos aficionados hispanos y hasta sus hijos hoy se identifican con el equipo.
"Los Raiders transmitían todos sus juegos por radio en español con la voz de Jorge Berry y fueron la primera organización, que yo sepa, que todo lo relacionado a sus boletines de prensa y a sus promociones, las hacían en inglés y en español", recuerda el comunicador que cubrió por una década, como reportero del diario La Opinión, a aquel equipo de los Raiders de Los Ángeles de Tom Flores, de Jim Pluncket y de Marcus Allen.
"Yo cubría todos sus juegos, no solo los del Coliseo Memorial, sino también los de visitante. Recuerdo que viajábamos en el mismo avión del equipo, reporteros, como en mi caso, de La Opinión, junto a otros colegas, reporteros de diarios de Backersfield, de Riverside, y de mercados más chicos", revivió Ricardo.
"Para los periódicos de las minorías, los de menores recursos económicos, los que no tenían un presupuesto como para costearse esa clase de viajes, esas facilidades, y la posibilidad de codearse con los grandes medios de prensa, era inigualable".
"Al Davis fue un visionario en ese sentido, ya que su organización se distinguió por darle un trato igualitario a los grandes medios de prensa, en inglés, que a los de español" concluye Jiménez.
DIVERSIDAD DE CRITERIOS NO SIGNIFICA RUPTURA
Quien no está de acuerdo con algunas de las decisiones del controversial Davis, es Michael Stark, quien vivió durante 20 años en Oakland, donde aprendió a amar los colores plata y negro, de los que conserva los jerseys de Jim Pluncket y de Tim Brown.
"Algunas veces tomó decisiones que perjudicaron al equipo. El acabó con la carrera de Marcus Allen, porque era un controlador", señala Stark, quien reside en la actualidad en Murrieta, California. Una localidad ubicada a unas tres horas y media de distancia, por carretera, de Las Vegas, en donde los Raiders tendrán su nueva casa, en un par de años.
"No importa dónde jueguen, los Raiders siempre contarán con seguidores. En mi caso, yo estoy más que dispuesto a viajar a Las Vegas, para sus juegos, en un estadio que será del primer mundo", confió Michael.
Y para otros aficionados, como Alan Ramírez, sigue siendo preferible conducir su auto por la Interestatal 5, durante 6 o 7 horas, hacia el norte, para recorrer las 370 millas de distancia, o su equivalente en kilómetros, 595, que separan a Los Angeles de Oakland, para ver al equipo de sus amores.
"Yo voy a Oakland, por lo menos, dos veces cada temporada, para verlos jugar".
NACIÓN RAIDERS
Alan Ramírez forma parte de lo que se conoce como Nación Raiders, una feligresía que es considerada como una de las mayores, y que incluso rivaliza con cualquier otra institución deportiva en el país.
Es algo que puede resultar discutible, pero lo que resulta irrefutable es que Raiders es una de las franquicias deportivas en Estados Unidos con el mayor número de seguidores latinos, mexicano-americanos y afro americanos.
Hay incluso quienes consideran que el equipo tiene tantos o más seguidores que los Dodgers.
El condado de Los Ángeles cuenta con una población hispana calculada en unos 4.8 millones de personas, equivalente al 9% del total de hispanos en el país.
"El nombre de los Raiders es uno de los que iluminan la marquesina de la NFL, ya que cuentan con seguidores por todo el mundo. Es por ello que cada vez que el equipo se presenta en México, el entusiasmo que produce es enorme", apunta Stark y luego agrega:
"En los años sesenta y setenta eran un magnífico equipo y por eso el aficionado se identificaba con sus colores. Luego, durante su paso por Los Ángeles, se hicieron de otro buen núcleo de seguidores, por su estilo de juego agresivo, por su fama de villanos".
"Su afición es una de las más fieles y apasionadas en la NFL. Es por ello que en una plaza como Los Ángeles, difícilmente los Chargers, por ejemplo, podrán convencer a los aficionados para que se identifiquen con esos colores. Simplemente, porque los Raiders son un equipo que genera más emociones con su juego'', concluye Michael Stark.
DE LOS ÁNGELES A LAS VEGAS
Mientras la franquicia planea una nueva mudanza, ya que a partir de la temporada 2019 se convertirá en los Raiders de Las Vegas, lo que implica un traslado menor para sus aficionados en el sur de California, pues ahora tendrán al equipo de sus amores a 269 millas, o su equivalente, 432 kilómetros, de distancia, la fidelidad de sus aficionados se mantiene inalterable.
"Aunque cambien de plaza, nosotros, los verdaderos aficionados, nunca los hemos dejado", afirma Alan Ramírez.
¿Has asistido a los juegos de los Rams, en el Coliseo, o de los Chargers, en Carson?
"No me interesan. La única vez que podría asistir a uno de sus juegos, sería cuando enfrenten a los Raiders. Porque, aparte de que se trata de mi equipo, la forma en que hicieron las negociaciones para traer a esos equipos a Los Angeles, no me ha dejado muy contento", señala.
"Porque estuvieron hablando mucho de los Raiders y terminaron trayendo a los Rams y, después, salieron con los Chargers, que llegaron aquí, por cuestiones de dinero, pero, la verdad, yo no entiendo para qué los trajeron, si nadie los quiere".
Para Alan Ramírez, lo mismo que para la Nación Raiders, ni siquiera importa si su equipo es un ganador.
"Hubo una temporada en que nada más ganamos dos juegos. Pero yo sigo siendo fiel a mis Raiders'', reitera nuestro personaje.
"Es mi equipo", señala Alan Ramírez, cerrando la entrevista con una leyenda que circula entre los fieles seguidores de esta franquicia deportiva:
"We lose or tie, Raiders fans until we die". (Perdamos o empatemos, fans de Raiders hasta la muerte)