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Arlindo fue el 1º en anotar en el Azteca

MÉXICO -- Arlindo Dos Santos Cruz abre enormes sus ojos mientras recuerda la noche anterior a la inauguración del Estadio Azteca, el 29 de mayo de 1966, donde trazó su firma en el alma del gigante de concreto, al anotar el primer gol: no durmió un sólo segundo.

"Yo quería anotar el primer gol en el Azteca, desde que llegué a México tuve esa fijación y una noche antes de la inauguración reposé sobre la cama y así, con los ojos bien abiertos mirando el techo, construyendo y repasando jugadas que terminaban en ese gol", dice a los 46 años después del hito a ESPNDeportesLosÁngeles.com.

El 'hijo de Didí' fue el mote del que casi siempre fue precedido Arlindo, explicó él mismo, por el gran parecido de su juego con el conductor de Brasil, al que guió al Bicampeonato del Mundo en 1958 y 62. Claro, ya después de convertirse en figura sobre suelo mexicano fue apodado cariñosamente 'Memín', por el gesto tierno de su rostro igual al del niño más famoso de la historieta nacional, creado por Yolanda Vargas Dulché.

"El único ídolo que tuve fue el hambre, porque desde muy pequeño tuve que trabajar para ayudar a mi familia que estaba en la miseria, aunque en mis ratos libres jugaba al futbol, en el que mi ejemplo fue Didí.

"Siempre me dijeron que era idéntico a él, por lo moreno y en su forma de jugar, de pivote, breve pero eficaz y trataba de no quedar mal con el viejo. Supe que Didí metió el primer gol del Maracaná, yo tenía que hacer lo mismo en el Azteca", externa con su eterna sonrisa infantil a sus 72 años.

Arlindo era el hombre del milagro. Llegó al América, procedente del Botafogo, el 26 de enero de 1965 y en diciembre estuvo cerca de la muerte, al ser intervenido del cerebro por un aneurisma. Seis meses después vivía más que muchos, cuando se enfrentaba con los cremas al Torino en la apertura del Azteca.

La piel se le encrespa cuando narra él mismo la acción que le introdujo para siempre en los anales del balompié.

"Es el minuto 10: tras un ataque del Torino, recuperó Víctor Mendoza en la media y dio a Jorge 'Coco' Gómez, que tocó para Alfredo del Águila. Éste da para Vavá, quien espera mi movimiento a la derecha, fuera del área, y me filtra, para que yo, sobre un italiano, me acomodara y ejecutara.

"Tiré de derecha con toda mi alma, para que la pelota se fuera al ángulo del segundo palo. ¡Goool! '¡Gracias a Dios!', grité y salté alrededor de la cancha enloquecido. Misión Cumplida", dice y ríe a carcajadas, igualito que aquella vez, hace 46 años, cuando América empató 2-2 con Torino.

LA LEYENDA CONTINÚA

El Estadio Azteca, diseñado por el arquitecto mexicano Pedro Ramírez Vázquez, apareció como una construcción inédita en esa época, pues no fue inspirado en ningún otro escenario del Mundo dedicado a albergar futbol.

El inmueble, cuya elaboración costó 192 millones de viejos pesos, un total de 15.3 millones de dólares (al cambio de 12.50 pesos por dólar de la época) fue construido en cuatro años cuidando todos los detalles de seguridad para el espectador y su perfecta visibilidad desde cualquier punto de las gradas hacia la cancha.

Además, ha presenciado juegos de futbol americano, peleas de boxeo, carreras de Off Road, hasta conciertos musicales y la visita del Papa Juan Pablo II, en 1999.

En los muros de este coloso con alma de fuego se evocan batallas de sangre. Su césped se ha nutrido con el llanto derramado entre sudor y coraje de los gladiadores del balón. Unos dicen que fue construido para el placer de quienes disfrutan del arte-deporte más popular; otros refunfuñan que ha sido el escenario 'más cómodo' para enfrentar sus grandes y dolorosas derrotas.