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O.J.: Made in America es un documental de la serie 30 for 30

Es el relato que define la era moderna de Estados Unidos, una saga acerca de una celebridad, pero también sobre los problemas raciales, la prensa, la violencia y el sistema criminal. Dos décadas después de su inolvidable clímax, aún continúa fascinando, polarizando e incluso, sí, desarrollándose nuevos capítulos.

Ahora, los productores de la premiada serie de ESPN “30 for 30” han logrado armar, hasta este momento, su primer documental con varios capítulos y su más ambicioso proyecto. Ezra Edelman, ganador del Peabody y Emmy, dirige: “O.J.: Made in America”.

“O.J.” revisar y redefine, todo. El abuso doméstico. La investigación policiaca. La persecución del Bronco blanco. El juicio del siglo. El motivo, la sangre, el guante. El veredicto. Lo que siguió. Sumergidos en más de 70 entrevistas, desde viejos amigos, colegas de Simpson, pasando por los protagonistas que se vieron envueltos en la investigación del asesinato, además de analistas con conexiones con la historia. Este docu-evento es una fascinante compilación y una inolvidable mirada a la tentadora saga.

Porque al final de lo que parece una búsqueda por la verdad acerca de O.J. Simpson, lo que descubre es simplemente una poderosa revelación de la indeleble, inquebrantable, y verdaderas inquietantes acerca de Estados Unidos, y acerca de nosotros.

PARTE 1

Para muchos observadores, la historia del crimen del siglo es la historia que comenzó la noche en que Nicole Brown Simpson y Ronald Goldman fueron brutalmente asesinados en las afueras de su condominio en Brentwood, California. Pero como el primer episodio de “O.J.: Made in America” deja al descubierto, la historia se entiende mejor cuando revisas lo sucedido no sólo aquella noche sino también la épica crónica de todo lo que siguió, una vez que viajas al pasado y revisas algunos de los momentos significativos mucho antes de ese evento.

Para las generaciones anteriores, cuando afroamericanos comenzaban a migrar en masas a California, tratando desesperadamente, pero infructuosamente, dejar atrás el racismo que había definido sus vidas. Para finales de la década de los 60 cuando en el corazón de Los Ángeles, O.J. Simpson tocaba la fama de manera instantánea como el corredor estrella de los Troyanos de la Universidad del Sur de California. Para inicios de los 70, cuando él expandía su fama en la NFL, convirtiéndose en el primer jugador en rebasar las 2,000 yardas por tierra en una temporada, y convirtiéndose en la cara más visible en el deporte. Y unos años más tarde, cuando su celebridad trascendió más allá del juego, Simpson se retiraba de las canchas de futbol americano y regresaba a Los Ángeles, su carrera de actuación, comerciales de TV, y de analista deportivo de televisión iban en ascenso. También fue entonces cuando se enamoró locamente de una joven y muy hermosa mujer llamada Nicole Brown.

PARTE 2
Nunca ha habido una sola ciudad de Los Ángeles, California. Siempre han habido dos. Una es en el que O.J. Simpson habitaba: la privilegiada, predominantemente blanca, rica y poderosa. Un mundo donde ser una celebridad era significado de poder, y en donde O.J. era una de las figuras más populares de los alrededores, cultivando la imagen perfecta, inclusive si apenas se alineaba con lo que sucedía en la otra parte de la ciudad. Luego, estaba la otra L.A., justo a unas millas de Brentwood y su mansión, un lugar donde millones de afroamericanos vivían en una realidad totalmente diferente bajo las manos del Departamento de Policía de Los Ángeles. Esta zona estaba en la “otra” ciudad de Los Ángeles, donde las protestas irrumpieron en 1992, donde más de 50 personas murieron y miles salieron heridas. La ciudad se mantuvo en llamas por casi una semana durante esa primavera, poniendo al descubierto toda la ira y toda la enajenación que la gente afroamericana sentía en Los Ángeles hacia la policía. Por su parte, en su mansión en Brentwood, O.J. Simpson tenía otras preocupaciones.

PARTE 3
La policía arribó al condominio en Bundy Drive a las 4:25am el 13 de junio de 1994. Era una escena de un asesinato horrible, claramente era el resultado de una violenta confrontación que dejó a dos personas muertas, una de ellas que rápidamente descubrieron, era la esposa de O.J. Simpson. Era sólo el inicio de un capítulo de la historia americana como ningún otro, uno que dejara al descubierto las verdades sobre el racismo, el poder, el sistema legal, los medios de comunicación y mucho más en la ciudad de Los Ángeles, California, y más allá. Dos décadas después, los desacuerdos entre las figuras centrales de la investigación aún son palpables. Los acontecimientos del 17 de junio de 1994 son casi tan insondables como lo que se fue revelando. Y los inicios de la batalla en la corte son fascinantes, observar la estrategia de la defensa es tan ambigua como ver a O.J. Simpson dedicando su vida a huir del color de su piel. Ahora, de muchas maneras, tendrá que depender de lo opuesto para no pasar el resto de su vida en prisión.

PARTE 4
En enero de 1995, el crimen del siglo daba paso al juicio del siglo. Esto no tenía precedente alguno, no había nada que se acercara a algo así y remodelara la forma de hacer y ver noticias, y, en el camino, también cambiar la cultura de Estados Unidos. Alrededor de la mayor parte de los 10 meses que le siguieron hubo docenas de cambios y giros dramáticos, revelaciones y sorpresas, acusaciones y traiciones. La recolección de tantos protagonistas del caso hacen que se convierta en un rompecabezas que además va cambiando, todo esto llevado en un juicio que, de alguna manera, se convierte en un fenómeno que deja a las dos personas que brutalmente fueron asesinadas olvidadas en las sombras. Nada, sin embargo, demostró ser más grande que el contexto de todo lo que se vivió en Los Ángeles en el pasado que O.J. Simpson no supiera. Y en los argumentos finales del juicio, la línea racial que dividió a Los Ángeles, nunca fue marcada como en ese momento.

PARTE 5
La mañana del 3 de octubre de 1995, como se anunció: O.J. Simpson fue encontrado no culpable de todos los cargos. Para muchos americanos era una increíble pero casi explicable forma de entender los errores de la justicia; una tragedia, un muy mal ejemplo de lo que el dinero y el poder podían comprar en Estados Unidos. Pero para el otro grupo, era una histórica victoria, una remuneración por todas las derrotas y todas las injusticias que habían tenido a lo largo de generaciones. Y así como la comunidad afroamericana en Estados Unidos se regocijaba, O.J. Simpson se iba a su casa, para comenzar lo que se convertiría en una complicada, siguiente fase de su vida, una en la que viviría en una extraña forma de purgatorio para celebridades. En muchos momentos rechazado, despreciado y humillado. Pero en otros, era bienvenido como un personaje de circo en la saga que él mismo ayudó a crear. De liberarse de un veredicto que lo culpaba de la muerte de dos personas, a la elaboración de un libro que hablaba de una “hipotética culpabilidad”, su existencia se convirtió cada vez más extravagante hasta que explotó una noche del 2007 en Las Vegas. Aquella noche dejó a un O.J. Simpson como lo conocemos ahora, viviendo en una prisión quizá por el resto de su vida.