El presente de Fabio Quartararo lejos está de sus mejores tiempos en MotoGP. El francés de Yamaha fue campeón en 2021 y la gran referencia de la categoría. En 2022 terminó como subcampeón, más por la inconsistencia de sus rivales que por rendimiento propio. Ya en el presente ejercicio, apenas escaló tres veces al podio (todas en el tercer escalón) y marcha décimo en la tabla. El mayor problema es la falta enorme de competitividad que sufre con su M1, que está a un mundo de distancia de las Ducati. Pero también está lejos de las Aprilia y KTM. Así las cosas, Quartararo resignó el Mundial 2023 hace rato, pero el problema aumentó, porque tras su 14º lugar en Australia ya desechó la chance de luchar en 2024.
“Necesitamos 15 inviernos para llegar al nivel de las Ducati. Pero la meta no tiene que ser llegar a las Ducati, sino acercarnos a ellas. Cada año damos un paso en un área, pero damos dos para atrás en otras”, se sinceró el francés de 24 años. Yamaha y Fabio probaron varias configuraciones en Phillip Island, pero no hubo caso, no fueron competitivos.
“El chasis que teníamos hace unos años era mágico y nos permitía hacer lo que queríamos, a pesar de ser lentos en recta. La moto era lenta, pero doblaba mucho. Ahora es lenta y no dobla nada”, agregó, antes de lanzar un lapidario vaticinio: “Está claro que quiero pelear por el Mundial, pero hay que ser realista y asumir que el año que viene no lucharemos por el título. Lo que quiero es tener más oportunidades de luchar por victorias y podios”.
El vínculo de Quartararo con la marca del diapasón finaliza al cierre de 2024. Su continuidad más allá de ese momento dependerá de la moto que la fábrica le entregue. “Si hay una mejora importante, puede que siga. Pero debo comprobar hasta qué punto Yamaha quiere ganar. Quiero un proyecto positivo”, finalizó.