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Castillo concretará su sueño

NUEVA YORK (ESPNdeportes.com) -- Siempre fue buen estudiante y por supuesto jugó béisbol para honrar el patrimonio de la República Dominicana, país que abandonó a los 11 años de edad. Pero su trayectoria es única, y está a punto de convertirse en atleta profesional, pero en la NFL.

Su madre, María Castillo, se mudó a Brooklyn hace más de 22 años y le nació Luis. El padre de Luis es un estadounidense de extracción griega con el cual María y Luis apenas tienen lazos. "Heredé mi biotipo de mi padre, porque definitivamente no vino del lado dominicano," revela Luis.

María nació en La Cidra, un pueblo a las afueras de Santiago de los Caballeros, en la República Dominicana. Es tan emprendedora como lo es trabajadora. De Brooklyn, mudó a su familia a Manhattan, donde Luis vivió hasta los cinco años de edad. Luego se mudaron a Santo Domingo, cuando su madre estableció una empresa de importación de productos dominicanos para el cabello hacia los Estados Unidos.

Luis jugó pelota en Santo Domingo y en Santiago, donde vivían sus abuelos. Jugaba en los jardines, o la primera base. A veces lanzaba o se colocaba detrás del plato. "Siempre fui un chico corpulento," añade Castillo.

Y muy buen estudiante. No le quedaba más remedio, porque su madre trabajaba 18 horas al día en su empresa y necesitaba que Luis aceptara mucha responsabilidad a una temprana edad. A los 11 años de edad, se mudan de nuevo a los EEUU, esta vez a Garfield, New Jersey, una ciudad situada a 20 minutos al oeste de Manhattan por auto.

"Me costó trabajo acostumbrarme a un currículo en inglés en mis primeros dos años tras mi retorno a los Estados Unidos. Pero luego me acostumbré y no tuve más problemas. No tenía muchos amigos, tendía a andar por mi cuenta. Uno de mis pocos amigos me sugirió que jugara fútbol americano, porque tenía el físico para hacerlo," explica Castillo.

Era un atleta de cuatro deportes. En la lucha greco-romana, tuvo marca de 32-1 en su último año en la secundaria como campeón en su peso. En el lanzamiento del disco en el atletismo, terminó como uno de los cinco mejores atletas de secundaria en el estado. Fue sólo el cuarto atleta en la historia de New Jersey en ser seleccionado al equipo de estrellas de fútbol americano al mismo tiempo que lo seleccionan al equipo de estrellas académicas, con un índice académico de 3.5 (de un posible 4).

¿Y la pelota? "Cuando hacía contacto, sacaba unos palos larguísimos. El problema es que no hacía contacto con la frecuencia necesaria," confiesa Castillo. Dejó atrás el deporte de sus antepasados.

Las primeras dos prácticas de fútbol americano que vivió en su vida fueron difíciles. "Entre que no sabía lo que hacía y la golpiza que me daban, fue muy duro," recuerda Luis. "Pero comencé a tener éxito poco después y el destacarme me dio muchísima confianza. Pude dejar atrás mi fase introvertida," dice Castillo.

Para poder jugar en la liga de escuela intermedia, tenías que pesar 140 libras o menos (64 kilos), y el peso normal de Castillo a esa edad era 180 libras (82 kilos). "Mi mamá nunca se enteró. Dejaba de comer, o vestía sudaderas en la parte más intensa del verano para perder el peso. No creo que fue muy saludable, pero el fútbol americano me era muy importante," revela Castillo.

En noveno grado, o sea, el primer año de secundaria, jugó un solo partido con el 'junior varsity', o sea, el equipo juvenil. Al partido siguiente, lo colocaron en el 'varsity' y en su primera jugada completó una captura de mariscal. Jugaba como guardia ofensivo o como liniero defensivo. "Me gustaban ambas posiciones, pero como liniero ofensivo eres invisible. No hay nada como perseguir a un corredor o a un lanzador y derribarlo. Te reconocen más," observa Castillo.

Decidió inscribirse en la universidad de Northwestern porque ofrecía un nivel académico sobresaliente y porque había ganado tres de los últimos seis campeonatos de la conferencia Big Ten, tradicional fuente de jugadores de NFL, sobre todo linieros ofensivos y defensivos.

Luis estudió economía y administración comercial, con miras a relevar a su madre en su negocio, el cual había crecido considerablemente. Pero el éxito en el terreno de juego volvió a cambiar el destino de este joven.

"En Northwestern enfrenté a jugadores como Robert Gallery (Raiders), Jon Stinchcomb (Saints), Bruce Nelson (Panthers), Alex Stepanovich (Cardinals) y Nick Hardwick (Chargers) y jugué bien ante ellos. Fue al comenzar mi tercer año en Northwestern en que comenzaban a considerarme como uno de los mejores en mi posición en el Big Ten. Y dado el historial de ex-jugadores del Big Ten en la NFL, comencé a soñar," comenta Luis.

Su cuarto y último año en Northwestern presentó el mayor desafío. Desgarró el ligamento colateral lunar del codo derecho ("es el ligamento que obliga a los lanzadores a efectuar la operación 'Tommy John' en sus codos," recalca Castillo, siempre haciendo alusiones al béisbol) en la segunda jugada de la temporada. Sus entrenadores le plantearon sus alternativas: no jugar más y graduarse, cobijarse al año de dispensa médica que le permitiría jugar al año siguiente, intentar jugar los próximos dos partidos y luego cobijarse a la dispensa médica, porque las reglas de la NCAA le permitían jugar tres partidos antes de solicitar la dispensa médica.

Castillo decidió jugar, no por un cálculo personal, sino porque su equipo necesitaba de su contribución. "Mi reemplazo era muy joven e inexperto y el equipo sufriría mucho sin mi contribución. Así que me puse vendajes y aunque no podía usar mucho el brazo, y me inyectaban calmantes para poder soportar el dolor, jugué toda la temporada. Para colmo, quebré un hueso en mi mano en el tercer partido," añade Castillo.

En 12 partidos, terminó cuarto en tackles en el equipo con 75, sumando además ocho y medio tackles tras la línea de golpeo, incluyendo dos capturas. "El sistema defensivo de Northwestern no produce muchas estadísticas para sus linieros. Confío con que los evaluadores de talento de la NFL tomen esto en cuenta," confía Luis.

En el combinado de talento en Indianápolis, recorrió las 40 yardas (36 metros) en 4.79 segundos. Alzó las 225 libras (102 kg) en 32 ocasiones. Hizo las pruebas de cambios de velocidad en 4.26 y 7.22 segundos. Saltó verticalmente unas 34 pulgadas (86 centímetros). En la prueba de aptitud intelectual Wonderlich, anotó un 37, un resultado superior. En resumen, obligó a los 32 equipos a evaluarle. "Espero que mi velocidad haga pensar a estos equipos que puedo jugar como guardia nariz en un esquema 3-4, y hasta como ala defensiva en el esquema 4-3," señala Castillo.

Equipos como Dallas, Seattle, Atlanta e Indianapolis necesitan de linieros defensivos y seleccionan al término de la primera vuelta. Cincinnati, Cleveland, Green Bay, New Orleans y los New York Giants tienen como prioridad fichar a un liniero defensivo. De lograrlo se uniría a Tutankamen Reyes de los Caroloina Panthers y Carlos Reyes de los Philadlephia Eagles como jugadores de extracción dominicana en la NFL.

Castillo lamenta no poder ayudar a su madre personalmente en su negocio como ella anticipaba, pero aportará de cualquier manera. Por ahora espera su cita con la NFL, orgulloso de sus logros y sus raíces.