La línea que divide el éxito del fracaso, es tan delgada que hasta podríamos asumir que ella no existe. O sea, triunfar o fracasar van de la mano por el camino de las expectativas creadas. Y la denominada "pelea del siglo" no está libre de esa amenaza. Éxito universal o fiasco planetario, esas son las dos opciones.
"Cuanto más alto subas, más ruidosa será la caída" sería una frase de ocasión adecuada a lo que intentamos transmitir. Los grandes eventos siempre tienen dos tipos de notoriedad: cuando les va bien y cuando les va mal. Y si tomamos este evento - Mayweather vs. Pacquiao - la segunda opción puede ser catastrófica para el boxeo en su conjunto, más allá de todo el dinero recaudado y los nuevos números en las cuentas bancarias de los dos pugilistas.
La pelea del siglo, tiene la obligación de ser emotiva y colmar todas las expectativas. En primer lugar por la atención que la misma provoca a nivel mundial y además, por el momento en que ella ocurre: en pleno apogeo del boxeo como deporte de masas y en medio de un sostenido crecimiento de los negocios que se concretan alrededor del mismo.
El 2015 es un año donde el boxeo confirma su crecimiento en el interés que el mismo despierta como producto. Algo que, en términos de negocio, ha tenido puntos altos como el millonario contrato firmado por Floyd Mayweather Jr. con la cadena Showtime, el nacimiento de la Liga de Campeones con la cual Al Haymon procura revolucionar el boxeo, la firma reciente del contrato entre Miguel Angel Cotto y el rapero JayZ, sin olvidar la presencia de Floyd Mayweather y Manny Pacquiao encabezando la lista Forbes de deportistas con mayores ingresos.
El boxeo ha encontrado en este 2015 un eco mediático sin precedentes. No son pocas las empresas de televisión que han decidido ampliar los espacios destinados a este deporte, ha crecido el número de transmisiones y en medida que despierta controversias o roces entre los organismos, también ha crecido el número de campeones en todas las categorías. La batalla entre Floyd Mayweather y Manny Pacquiao, cuya concreción demoró más de cinco años, es algo así como la cereza encima de la torta. El episodio que le faltaba al 2015 para que todos los recordemos como "el año perfecto" o la ratificación de que vivimos efectivamente una época dorada.
Es posible que para muchos todo lo anterior sea una exageración. Yo también lo pensé antes de escribirlo. Sin embargo debo admitir que el boxeo como show, como espectáculo, ha logrado reunir los ingredientes necesarios para que los fanáticos sientan que hay un cambio, un punto de giro sustentado en todo el dinero que está girando alrededor del boxeo en este 2015. ¿Y eso que significa? Es muy sencillo comprenderlo: hay un mercado, hay un fanático que consume boxeo y hay aficionados que no son adeptos al mismo, pero en cada evento universal - como la batalla Mayweather vs. Pacquiao - se aproximan a participar de esa fiesta.
Y por ese detalle pasa la consolidación de este idilio con el éxito que vive el boxeo: "que sea un éxito la pelea Maywetaher vs. Pacquiao". De esa multitud de adeptos ocasionales, dependerá en buena parte el crecimiento o la caída del boxeo. Los Cotto, los Canelo, los Haymon, necesitan de nuevos fanáticos, así como lo necesitarán los Golden Boy Promotions o los Top Rank, una vez se reinventen para "no perder rueda" de los cambios.
Y ese es el punto de confluencia entre el posible éxito y el posible fracaso. Si la pelea del siglo no colma las expectativas, habrá un retroceso profundo en el crecimiento hasta hoy sostenido del boxeo. Peor aún, si además de no colmar las expectativas la pelea como espectáculo se vuelve una invitación al bostezo, será necesario iniciar temprano el recuento de los daños. No habrá nuevos fanáticos ni tampoco fanáticos habituales dispuestos a seguir financiando el desastre. Se perderá el entusiasmo y por encima de todas las cosas, quienes no entiendan de boxeo, aprenderán que en este deporte no todo lo que brilla es oro y como en la vida, hay veces que "pagamos un plato de primera para que nos terminen sirviendo un menú de quinta categoría".
No creo que alguien esté pensando hoy en un eventual bodrio de combate el 2 de mayo en Las Vegas. Tampoco veo preocupación sobre la calidad de los duelos en las peleas de respaldo. Parece que la confirmación de la pelea que todos quieren, ha servido para ahuyentar la mala onda. "Lo que sea que veamos, nos dejará satisfechos", parece que todos dicen sin decirlo. Sin embargo, considero que no será una mala idea estar preparados para todo. O sea, debemos ser conscientes que "la pelea del siglo" también puede ser "el fiasco del siglo". Y como siempre sucede, no habrá tiempo de protestar . En esos casos, el que viene detrás suele pagar los platos rotos. Así que, aquellos que invierten en este negocio, sería bueno que empezaran a rezar para que la batalla del siglo, termine bajo aplausos y no bajo abucheos.