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Nuevo aniversario del día en que Sabatini coronó en Nueva York

Cuando su derecha se clavó en el ángulo del campo de Steffi Graf, Gabriela Sabatini detuvo el tiempo y grabó a fuego la historia del tenis y el deporte argentino para siempre.

El 8 de septiembre de 1990 consumó la victoria por 6-2 y 7-6 (4) para sellar en el Abierto de los Estados Unidos su primer y único título de Grand Slam como singlista.

La argentina nunca tuvo dudas del pique. No dejó lugar a dudas y, ante la misma, ya estaba saltando en el aire su desprevenida rival miraba fijamente la línea, esperando que alguien le dijera que era out. Ese instante que nunca llegó.

Pero para llegar a ese instante, la joven de 20 años arrasó en la primera semana en la Gran Manzana, perdiendo un total de 13 juegos en cuatro partidos contra Kathy Jordan, Isabelle Demongeot, Sabine Appelmans y Helena Sukova. Luego le llegó el turno a Leila Meskhi en los cuartos de final antes de vencer a la estadounidense Mary Joe Fernández en semis.

El duelo final la puso cara a cara contra una "vieja conocida" con la que jugó un total de 40 veces, incluídas una docena en torneos Majors a lo largo de su carrera. Graf había ganado los seis partidos anteriores en torneos importantes contra Sabatini, así como 18 de los 21 enfrentamientos totales entre ambas, cuando se enfrentaron en Flushing Meadows, en 1990.

Después de quebrarle el servicio a la alemana tres veces en el primer set, Gaby estaba preparada para levantar el trofeo cuando sacó 5-4. Pero Graf tenía otros planes. Le devolvió el quiebre y, a posteriori, desperdició dos puntos de set que habrían enviado la final a un set decisivo, y en su lugar Sabatini se llevó la victoria en un icónico tiebreak. Al menos para los argentinos.

Graf lideró 3-1 antes de que Sabatini ganara cuatro puntos consecutivos y ponerse 5-3 arriba. Una ventaja que no soltaría. El siguiente punto la colocó de cara a la red con una volea de revés que le dio dos match points. La argentina necesitó solo uno. Aprovechó la devolución y disparó una derecha desde dentro de la zona de dobles para sellar una victoria memorable en una hora y 39 minutos.

Llegaron otras finales. Otros títulos también. Ninguno como ese. El que la volvió única. Como Nueva York la recuerda.

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