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Gottfried von Cramm, el tenista homosexual que se plantó ante el nazismo

Gottfried Alexander Maximilian Walter Kurt von Cramm, hijo del Barón Burchard Von Cramm y de la condesa Jutta von Steiberg, fue uno de los primeros grandes tenistas que se vio a principios del siglo XX. Nacido en 1909, fue un joven aristocrático que se había criado en el castillo de Bruggen, en Hannover, que era propiedad de su padre.

En aquél recinto neogótico de la Baja Sajonia, su padre le construyó a él y a sus hermanos una cancha de tenis para que pudieran practicar el deporte y aprender todos los modales que otorgaba la disciplina. En aquella época el tenis era exclusivo de la alta sociedad y la familia del Barón Burchard no iba a ser la excepción.

Pese a tener un gran pasar económico y el privilegio de poder optar para estudiar en una universidad, Gottfried Von Cramm se inclinó por el tenis y a los 18 años pasó a formar parte del Rot Weiss Tennis Club, una entidad que se fundó en 1897. Allí este jugador rubio de 1,83 metros de altura empezó a golpear las viejas pelotas de caucho sobre el césped germano.

Su habilidad para el tenis era innata. En 1932 se transformó en campeón nacional y fue convocado para disputar la Copa Davis. Un año después, fue campeón de Wimbledon en la modalidad de doble mixto junto a Hilde Krahwinkel y en 1934 se alzó con el Abierto de Francia después de vencer a Jack Crawford.

Gracias a todos estos logros, su juventud y su naciente fama, Von Cramm empezó a llamar la atención de Adolf Hitler, quien había tomado el mando de Alemania luego de autoproclamarse líder y canciller imperial ante la muerte del presidente Paul von Hindenburg. El objetivo era captar al tenista para sumarlo a su propaganda política.

Pese a la insistencia del nazismo, Von Cramm nunca cedió y rechazó todos los pedidos para sumarse a ellos. Su ideología y sus convicciones iban en contra de todo lo que proponían, además de protestar contra Hitler cada vez que jugaba en el extranjero. Y como si fuera poco, fue una de las pocas personalidades que se negó a la expulsión de los judíos de las selecciones alemanas.

Aunque fue finalista de Wimbledon en 1935 y campeón del Abierto de Francia en 1936, el gobierno alemán no abandonó su ideal de tenerlo en su frente. En 1937, Alemania y Estados Unidos tuvieron que definir la final interzonal de la Copa Davis. Von Cramm y Don Budge fueron los protagonistas que definían aquel duelo.

Varios años después de ese encuentro, que terminó a favor de Budge, el propio estadounidense contó que su rival había recibido una llamada de Hitler en la previa al partido y este le había remarcado la importancia de ganar dicho encuentro. Pese a ir ganando dos sets arriba, Von Cramm estuvo pálido durante todo el partido a causa del llamado y Don Budge terminó superándolo.

La vuelta a Alemania en 1938 no fue fácil. En su llegada al castillo de Hannover, fue recibido por la Gestapo (policía secreta de Alemania durante el gobierno de Hitler) y fue acusado y detenido por ser homosexual, además de haber financiado la huida de un judío. Frente a estas acusaciones, Von Cramm fue encarcelado y no negó sus cargos.

Es que el alemán efectivamente había financiado, en 1936, la huída de Manasse Herbst a Palestina, con quien había tenido una relación de varios años a pesar de estar casado con Elisabeth von Dobeneck.

Pese a que la condena era de solo un año, Von Cramm pudo salir en libertad a los seis meses gracias a la ayuda de su amigo Don Budge. El estadounidense recolectó 25 firmas en una carta de deportistas famosos alrededor del mundo, entre las que se destacaba la de Joe DiMaggio, estrella de beisbol de la época, y se le fue entregada a Hitler.

En la misiva decía, entre otras cosas, que “Von Cramm es un deportista ideal, un caballero perfecto y ningún país podría haber deseado un mejor exponente”. En octubre de 1938 fue liberado pero el nazismo no se la dejó fácil.

Pese a que tenía intenciones de volver a jugar, Erich Schonborn (presidente de la Federación Alemana de Tenis) le prohibió disputar la Copa Davis y jugar cualquier torneo sobre suelo alemán. A raíz de esto, se exilió en Suecia, donde fue invitado por su amigo el Rey Gustavo V. En el país nórdico disputó varios torneos pero ninguno de gran renombre.

Con la Segunda Guerra mundial en marcha y sus desventuras en el tenis, Von Cramm fue reclutado por el servicio militar como miembro de la división Hermann Goering y llegó a comandar un ejército en el frente ruso que casi le cuesta la vida a causa de las bajas temperaturas. En esa batalla, fallecieron dos de sus hermanos y en Stalingrado perdió la vida Heinrich Henkel, su compañero de dobles entre 1937 y 1938.

Luego de regresar a Alemania, fue condecorado con la Cruz de Hierro gracias a sus actos de gran valentía pero no pudo volver a jugar al tenis hasta que finalizó el conflicto bélico. A partir de allí, se alzó con los torneos nacionales de 1948 y 1949. A pesar de contar con más de 40 años, participó en el equipo alemán durante la Copa Davis hasta 1953, año en el que se retiró.

Al colgar la raqueta, Von Cramm se desempeñó como administrador de la Federación Alemana de Tenis y se transformó en un importante importador de algodón. Como dirigente, se encargó de financiar la reparación del Rot Weiss Tennis Club de Berlín, que había sufrido importantes daños a causa de la guerra. Gracias a esto, hoy la calle donde se encuentra lleva su nombre.

En 1961 decidió radicarse en Egipto y vivió allí hasta 1976. Aquel año falleció en un accidente de tránsito en el cual iba desde El Cairo hasta Alejandría. Un año después fue incluido en el salón de la fama del tenis. De esta manera, el legado deportivo y humano de Gottfried Von Cramm no se perderá a pesar del avance del tiempo.