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Marcell Ozuna: Como latino, "tienes que trabajar más duro todos los días"

Nota del editor: Pueden ver la versión en inglés de esta historia aquí.

Cuando Marcell Ozuna debutó en Grandes Ligas en 2013 con sólo 22 años de edad, muy pocos imaginaron lo rápido que el jardinero central dominicano se convertiría en una verdadera estrella para los Marlins de Miami. A pesar de ser bajado a ligas menores en 2015, Ozuna volvió más fuerte que nunca en 2016 y logró su primera convocatoria al Juego de Estrellas tras conectar 17 cuadrangulares y registrar 47 carreras impulsadas en la primera mitad de la temporada.

Ozuna nos habló sobre su transición a los Estados Unidos después de mudarse de República Dominicana en 2008, de la discriminación en Grandes Ligas y de los peloteros y entrenadores que más lo han ayudado con su swing.

¿Qué fue lo más difícil cuando te mudaste a Estados Unidos?

Lo más difícil fue la adaptación al inglés; no estar simplemente perfecto. Uno no tiene la condición cada vez que llega aquí a Estados Unidos para poder pedir cosas, poder comprar o poder mantenerse. Gracias a Dios, día a día, uno se iba adaptando y adaptando hasta que finalmente uno se adaptó ya [a la vida] aquí en los Estados Unidos.

¿Quiénes te ayudaron?

(...) Las personas americanas. Yo siempre me la pasaba con personas americanas y aprendiendo. Nunca tuve miedo de hablar ni de decir déjame pedir esto, déjame preguntar y ellos me ayudaban. Gracias a Dios por lo menos aprendí lo básico para poder pedir una orden en, McDonald's, que era lo que yo comía, o Kentucky Fried Chicken.

¿Qué orden pedías?

Yo le decía, "Number 1, please. Large". No sabía qué iba comer. A veces compraba cosas que eran picantes y yo no sabía. Tenía que dejarlo y pedir otra cosa. [Preguntaba] '¿Cómo se dice picante?', y uno me dijo spicy. "No spicy", yo le decía. Y aprendí y ahí fue que me pude adaptar más o menos.

¿En algún momento sentiste que querías rendirte y regresar a República Dominicana?

No. Nunca. Nunca. Salí de mi país en 2008, ese fue mi primer año. Dure 15 días aquí y gracias a Dios tuve la oportunidad de tener la compañeros que eran latinos mayormente y ellos me ayudaban. Ya ellos habían estado aquí. Me decían vamos allí e íbamos a una gas station que nos daban tarjetas para uno poder llamar a sus familiares y uno llamaba ahí del celular de uno y lo cogíamos prestado porque en ese tiempo yo no tenía celular ni nada de eso. Cuando vine en el año siguiente, en el 2009, saqué un teléfono, saqué una cuenta de Bank of America y de ahí me pude ir adaptando.

¿Quién te ayudo en ese proceso, a sacar un teléfono, manejar una cuenta, manejar dinero?

Cuando yo fui a sacar la cuenta, había un compañero mío que se llamaba Ernesto Manzanilla. Él y yo fuimos a sacar la cuenta porque cada vez que tú llevabas a una persona te daban $25 dólares. Yo no sabía eso. Él me llevó entonces y de ahí llevaba a cada quien, 'vamos a sacar una cuenta' y los muchachos iban y sacaban sus cuentas y eso.

¿Qué se siente ser un dominicano que llegó a Grandes Ligas?

Uno se siente orgulloso porque cada vez que llega un dominicano aquí a Grandes Ligas, es algo como que ya logré mi sueño, logré todo. Pero el simple hecho es que hay muchos dominicanos que nada más llegan y eso es algo que viene de Dios, que te da la oportunidad de poder participar en Grandes Ligas y poder durar unos días o jugar un año o dos años, pero lo más fuerte de este trabajo es mantenerse. Uno tiene que hacerlo año a año. Uno no puede desmayar ni un año, ni desmayar unos cuantos meses. Sino [trabajar duro] año a año, todo el tiempo seguir la consistencia.

¿Alguna vez viste discrimen en contra de los latinos en ligas menores?

No, el único discrimen es que uno tiene que trabajar demasiado fuerte a diario porque este negocio es de ellos.

¿A qué te refieres con eso?

Cuando un latino sube a Grandes Ligas tiene que hacer el trabajo como quien dice doble, porque uno viene de otro país. Uno no sabe el idioma, que es lo primordial en este deporte. Uno tiene que adaptarse al idioma. Entonces uno tiene que trabajar la mente dos veces - trabajar antes de hacer tu trabajo y trabajar el idioma, tratar de defenderte de las preguntas que te hacen. Puedes meter la pata y uno reacciona y uno dice no, déjame quedarme quieto si no me la sé o si no preguntar.

¿Cómo qué pelotero querías ser cuando estabas creciendo en República Dominicana?

Yo tenía cuatro ídolos, o los tengo porque todavía están en vida, que son Manny RamIrez, Vladimir Guerrero y David Ortiz, y mi pelotero favorito, que tuve la oportunidad de compartir con él y tengo por lo menos la oportunidad de hablar y preguntarle cosas de lo que es el juego es Pedro Martínez.

Esos son cuatro de los mejores peloteros en la historia, no sólo de República Dominicana ¿Qué significa tener la oportunidad de hablar con los cuatro?

Son metas que uno se propone, de ídolos que tú creas cuando tú eras chiquito, y tú poder jugar con ellos es algo que es increíble. Yo nada más veía cada vez que ellos bateaban, cada vez que ellos jugaban. La actitud de Manny, no era tan mala, sino que él era una persona que jugaba demasiado relajado y eso es algo que ayuda bastante. Uno no debe preocuparse, si fallaste un turno, de volverte loco en el primer turno que tú fallas, sino enfocarte que tú puedes terminar con un buen turno al final del juego.

¿Recuerdas el primer juego en que alguno de ellos estuvo en el terreno?

El primer juego lo tuve con Vladimir Guerrero, en el invierno. Ese fue el último año de él. Estoy hablando de 2011, 2012, que fue el último año que él jugó en el invierno. Tuve la oportunidad de saludarlo y hablar con él. No jugó mucho ahí porque el Licey lo dejó libre. Hable con él, 'cómo estás caballo, tú eres mi ídolo'. Después el otro que me tocó fue Manny Ramírez con las Águilas en invierno. Hablé con él y todo. Me dio su número y hasta ahora estamos hablando y él aconsejándome.

¿Jugaste alguna vez en contra de David Ortiz en Grandes Ligas?

No jugué con él en Grandes Ligas en juegos oficiales, sino en spring training. Cuando él vino para acá [con los Medias Rojas] en 2015 yo estaba lesionado. Yo estaba en ligas menores y cuando fueron para allá me iban a subir en esos días y me tiré en segunda y me lastimé la muñeca un poquito.

Después que debutaste a los 22 años, las últimas dos temporadas es que hemos estado viendo a ese Marcell Ozuna que muchos esperaban, ¿qué te ha ayudado?

Mi carrera empezó de una manera que yo no me lo pude imaginar. Me lo imaginaba, pero no tenía la seguridad que iba a poder subir tan rápido a las Grandes Ligas. Cuando subí hice un buen trabajo y ellos me dieron la oportunidad. Después creo que fue en 2014, Seattle vino a jugar con nosotros aquí. Entonces llegué a segunda base y Robinson Canó me dijo a mí 'oye dónde tú vives', [yo le dije] 'en Boca Chica', y él dijo 'yo estoy en San Pedro, dale para allá, yo hice un play nuevo, ahí van todos los muchachos'.

Gracias a él, que es una persona que tiene esa virtud para saber cuándo una persona necesita trabajo, saber cuándo una persona quiere superarse, y entonces él se esmeró en ayudarme. El reconoció que yo necesitaba ayuda y más que yo estaba cerquita ahí mismo y me dio la oportunidad. Me dijo, 'Dale para mi play, yo entro tal día'.

¿Cuándo empezaste a trabajar con Canó?

Después de la temporada de 2015 y después que se acabó la temporada del 2016. Generalmente uno llega a Santo Domingo a finales de noviembre; uno lo pasa de lo más bien con los familiares y todas esas personas. Pero uno busca la manera de querer entrenar. Unos días me relajé y empezamos como el 5 de diciembre. Todos los días, de lunes a viernes por siete semanas. Como hasta principios de febrero.

¿Cómo era el patrón de trabajo todos los días?

Este año me levantaba temprano, y ya a las siete me iba al gimnasio con Canó allá. No lo hice antes, pero este año incluí gimnasio y todo eso. Hacía gimnasio y después práctica de bateo. Allá él tiene un pitcher que tira BP. El día termina como a las 2, de 7 de la mañana como a las 2 de la tarde. Luis Mercedes es el coach de bateo, el que nos pone a todos nosotros en orden. Mayormente bateábamos adelante Jean Segura, Robinson Canó, Eduardo Núñez y yo. Wellington Castillo también estaba allá. Gregory Polanco fue unos cuantos días. Leonys Martín fue unos días. Yasiel Puig fue. Carlos Santana fue unas cuantas semanas.
Cuando uno trabaja con peloteros de ese calibre, ¿uno aprende tanto mirándolos como trabajan?

Sí, uno aprende más. Especialmente con Luis Mercedes, que tiene unos ojos maravillosos para esa cosas. Él nos da unos cuantos tips (consejos) para poder ejecutarlos cuando venga aquí. Cuando llegué me dijo, tus manos tienen que estar abajo, trata ahí. Yo le dije yo no me siento bien, pero él me dijo hágalo. Yo agarraba el bate más arriba y bajé las manos y me sentí unos cuantos días medio incómodo y después ya todo bien.

¿Ese ha sido el cambio más importante que has hecho en tu swing?

Sí, porque a veces me siento más con fuerza. Me le quedo más al pitcheo y me siento como que con más enfoque. No hago tanto movimiento. Fue un detallito. Pero el trabajo que hice con ellos me ayudó bastante.

¿Cómo te ayudó Barry Bonds cuando estuvo aquí?

Barry Bonds para mí también fue una de las claves, porque me mantuvo a mí en una situación que yo tenía que estar enfocado todo el tiempo. Él siempre me decía tienes que enfocarte más en la zona de strike y eso me abrió un poquito más la mente. Enfocarme en la selección del pitcheo y tener reconocimiento de lo que es la zona de strike. No hacerles swing a todos los pitcheos. Ya en la segunda mitad me empecé a volver loco y por eso bajé el rendimiento. Él estaba ahí y me lo decía, pero hay veces que uno se siente agobiado y uno quiere tratar de superarse uno mismo, pero sí gracias a Dios me ayudó a poder batear y poder participar en mi primer Juego de Estrellas, que era un sueño para mí.