Si un equipo puede remontar una desventaja de 0-2 en una serie de cinco juegos es el de los Medias Rojas de Boston.
De hecho, es el único en conseguir semejante proeza en más de una ocasión.
Desde que se instauraron las series divisionales en 1995, solamente siete conjuntos consiguieron la hombrada de levantarse de la lona y regresar para llevarse las tres victorias siguientes.
Los Medias Rojas lo han hecho en par de ocasiones, en 1999, justamente ante los Indios de Cleveland, y en el 2003, frente a los Atléticos de Oakland.
Pero de todos modos, se trata de subir una empinada cuesta con una carga muy pesada sobre los hombros, al extremo que de 72 ocasiones anteriores en que un equipo tomó la delantera 2-0 en una serie al mejor de cinco partidos, en 65 de esas terminó ganando el compromiso.
Con los Indios delante 2-0, ahora las acciones se mueven a Fenway Park, donde Big Papi y compañía esperan revertir las cosas para concretar un milagro.
El problema es que ya gastaron sin éxito a quienes se suponía que eran los dos mejores lanzadores de los Medias Rojas, Rick Porcello y David Price, aunque este último volvió a demostrar una falta de corazón impresionante en postemporada y ahora tiene balance de 0-8 y efectividad de 5.74 en nueve aperturas en postemporadas, aunque suma un par de triunfos como relevista.
El derecho Clay Buchholz es el encargado de tomar la lomita por Boston, mientras que Josh Tomlin, también diestro, lo hará por la tribu.
Buchholz es un veterano de 32 años y diez campañas en las Mayores, que ya vio pasar sus mejores tiempos y viene de una temporada mediocre, en la que ganó ocho juegos y perdió diez, con una efectividad de 4.78.
A eso súmenle su labor en postemporada, sin decisiones en cinco aperturas y promedio de limpias de 4.21 en 25.2 episodios.
Pero eso es lo que tiene Boston en su rotación y no hay de dónde sacar más.
Las esperanzas de sus fanáticos es que la poderosa toletería, silenciada en Cleveland, despierte ante Tomlin, debutante en playoffs, para extender la vida al menos un juego más.
Tomlin tuvo una excelente primera mitad del 2016, en la que eslabonó una cadena de siete triunfos seguidos antes de sufrir su primera derrota.
Pero agosto fue para el olvido, al perder sus cinco aperturas, en las que trabajó para un global de 11.48 y aunque enderezó un tanto el rumbo en septiembre, nunca más volvió a ser el mismo de la primera parte.