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Willie Mays también fue el 'Say Hey Kid' en el béisbol de Puerto Rico

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Recordando la vida y legado de Willie Mays (6:30)

Karl Ravech echa una mirada a la legendaria carrera de Willie Mays, Salón de la Fama del Beisbol, quien murió a los 93 años. (6:30)

Willie Mays, quien falleció el martes a los 93 años, jugó beisbol invernal en Puerto Rico en el mismo equipo que Roberto Clemente.


El salón de prensa del US Cellular Field de Chicago estaba repleto para la actividad especial del Juego de Estrellas, una reunión de todos los jugadores vivos del club de los 500 jonrones, en julio de 2003.

Yo no estaba muy seguro de que una nota sobre ese junte estelar interesaría mucho al periódico en el que trabajaba, pero al verlos juntos, me di cuenta de que varias de las leyendas habían jugado béisbol invernal en Puerto Rico, por lo que decidí ir uno a uno por ellos.

Mike Schmidt, Eddie Murray (Criollos de Caguas) y Rafael Palmeiro (Metros de San Juan) hablaron sobre cómo jugar béisbol en el Caribe les dio el impulso de confianza que necesitaban para establecerse en las Mayores. Frank Robinson (Leones de Ponce y Cangrejeros de Santurce) expresó que no solo le ayudó como jugador, sino que dio allí sus primeros pasos como mánager, mientras Reggie Jackson (Santurce) contó que mejoró su swing en camino a convertirse en Mr. October.

Dejé a Hank Aaron (Caguas) y a Willie Mays para el final, porque sus mesas estaban rodeadas de periodistas, pero faltaban 10 minutos para el cierre de la actividad, y de alguna manera tenía que completar esa aventura. Me acerqué a Aaron por detrás de su silla y le pregunté de su experiencia en la Isla del Encanto. Se tomó la molestia de darse vuelta, mirarme directamente a los ojos, y responder que Puerto Rico le ayudó no solo a mejorar su juego y a cambiar de posición (llegó como segunda base), sino a ver a otro país sin segregación racial, en donde era tratado de igual a igual sin importar el color de la piel.

Me quedaba Willie Mays. Su mesa seguía llena y un poco a empujones, y casi de rodillas, llegué a estar frente a él. A pesar de que se mostraba sonriente, intimidaba como un monumento de las siete maravillas del mundo. De cada pregunta que le hacían, sacaba un chiste o respondía con una frase corta, pero acertada. El anuncio de que en dos minutos cerraban las entrevistas me hizo lanzar mi pregunta en medio de dos o tres intervenciones.

"¿Willie, como te ayudó jugar en Puerto Rico en tu desarrollo?".

"¿A mí? Nada, no me ayudó en nada", dijo, sonriente. No sé si notó mi decepción, pero mantuvo su argumento. "Yo no tenía nada que probar, nada que demostrar. Ya yo era una estrella, y no tenía nada que desarrollar en ese momento".

Ya me estaba comenzando a incomodar su arrogancia adorable y su pose de 'Say Hey Kid', cuando agregó. "Pero la pasé de maravilla. ¡Qué mucho me divertí en esos días en Puerto Rico! Que bien me trataron allí. Y que gran equipo teníamos".

Todo lo que dijo era comprobable con los números. Mays venía de una temporada que lo llevó a ganar el premio al Jugador Más Valioso de la Liga Nacional en 1954. . Llegaba de cumplir un año de servicio militar, pero fue campeón bate con .345, de slugging (.667) y OPS (1.078) y OPS + (175). Fue líder en triples y agregó 33 dobles, 44 jonrones, 119 anotadas y 110 remolcadas.

Su salto a nivel de leyenda esa temporada vino en el primer juego de la Serie Mundial ante los Cleveland Indians, cuando realizó su icónica atrapada de espaldas al plato en el gigantesco jardín central del Polo Grounds, para preservar la victoria de los Giants e impulsar la barrida a los Indios en cuatro juegos.

Como todavía le quedaban deseos de seguir jugando y ganar un dinero adicional en el invierno caribeño, aceptó una oferta para ayudar a su amigo, Pedrín Zorrilla, el dueño de los Cangrejeros, y unirse a una ya poderosa escuadra santurcina de la temporada de 1954-55, que venía de llegar última el año anterior. Allí no solo se reunió con su compañero de los Giants, Rubén Gómez, sino que integró una poderosa alineación que tenía a un joven llamado Roberto Clemente y a estrellas de las ligas negras como George Crowe, Buster Clarkson y Bob Thurman. El cuarteto se dio a conocer como el 'Escuadrón del Pánico' y el equipo fue descrito tiempo más tarde como 'La Maquinaria Perfecta' por el historiador Jorge Colón Delgado.

De más está decir que Mays continuó con su paso de MVP en la liga puertorriqueña. Promedió .395 con slugging de .773 en 172 turnos, con 12 jonrones, 33 remolcadas, 63 anotadas 15 dobles y 7 triples. Bateó para el ciclo en un partido y fue líder en triples. Clemente, con 20 años, bateó para .344 y lideró la liga en anotadas con 65 y 95 hits.

"Mays jugaba en el jardín central, Clemente en el izquierdo y Bob Thurman en el derecho. Cuando Thurman no jugaba, entraba Luis Rodríguez Olmo, quien también atrapaba de canasta", dijo Colón Delgado. "Eso es una rareza en la historia del beisbol, que los tres jardineros atraparan de canasta".

"La experiencia jugando con Willie Mays ayudó mucho a Clemente", agregó Colón Delgado. "Practicaban juntos todos los días a las 11 de la mañana con Herman Franks y Olmo. Y esto fue justo antes del debut de Clemente en 1955".

Ante todo, sí que se divirtió. Mi suegro, Fufi Santori, era estudiante del Colegio de Mayagüez (una universidad tecnológica al oeste de la Isla) y viajó varias veces en el autobús de los Cangrejeros, en donde Mays era un verdadero 'Say Hey Kid'. Incluso meses antes de su muerte en 2018, recordaba esos momentos.

"Hacía parar la guagua, dos y tres veces en la ruta, solo para ir a algún lugar que veía en la carretera", recordó Santori, quien más tarde vivió en Nueva York cuando la ciudad contaba con Mickey Mantle patrullando el jardín central en Yankee Stadium, Duke Sinder en el Ebbets Fields y Mays en el Polo Grounds. "No paraba de hacer chistes, las cuatro horas del trayecto tenía a todo el mundo riéndose. Y en el terreno... una maravilla. No se guardó nada, todo lo que hacía en Grandes Ligas, toda la energía, toda la pasión, todo el talento, lo mostró en Puerto Rico".

Su trabajo no terminó con levantar el título de campeón con los Cangrejeros, sino con una gran actuación en la Serie del Caribe de 1955.

Mays abrió la serie con un cuadrangular en su primer turno, luego se fue sin hit en sus siguientes 12 turnos, pero despertó con un jonrón de oro ante Magallanes y de ahi en adelante, bateó 10 hits en sus siguientes 12 apariciones. Terminó con el liderato de carreras impulsadas con 9, encaminando a Puerto Rico a una victoria en el clásico de la región.

Clemente y Mays se encontraron con frecuencia en un mismo equipo de las Mayores, el de las estrellas de la Liga Nacional. De 1960 a 1972, coincidieron en 12 Juegos de Estrellas, generalmente acompañados de Hank Aaron. Cuando Clemente pegó el hit 3,000 en 1973, le hablaron a Mays de comparaciones con Clemente, que jugaba como él y respondió, "yo juego como Roberto Clemente".

El último de este trío de leyendas falleció el martes por la noche.