MINNEAPOLIS, MN -- "¡Así son las Grandes Ligas!"
En una frase el coach de bateo de los San Jose Giants en la Liga de California, Lipso Nava, describió su experiencia en el Juego de las Futuras Estrellas, el máximo evento del béisbol de las Ligas Menores. Y que desde 1999 reúne cada año a la mayoría de los mejores prospectos y los más calientes jugadores de todo el sistema de desarrollo de las Grandes Ligas.
"Este partido es una vitrina. Es donde tienen la oportunidad de mostrarse y dejarse conocer" dice Nava. "Las Grandes Ligas son el mejor béisbol del mundo y estos jugadores están en la puerta de entrada. Este espacio es su vitrina para dejarse ver".
Y bien que lo hicieron. El prospecto boricua de los Cubs Javier Báez despachó cuadrangular para poner arriba al equipo del Mundo y todo lucía a favor de los internacionales, pero el antesalista de 20 años de los Vigilantes de Texas Joey Gallo conectó cuadrangular para remontar y definir el partido para los norteamericanos con pizarra de 3-2.
El formato ha sido un éxito desde su inicio. Colocar en un terreno un equipo del mejor talento de los Estados Unidos jugando un solo partido de exhibición ante un combinado que representa a la diversidad de jugadores profesionales de béisbol que aspiran seriamente a la panacea de este deporte ha llenado las expectativas de fanáticos, cazatalentos y las organizaciones de béisbol, pero sobre todo de los jugadores, quienes consideran la invitación a este evento como el primer gran logro de su carrera.
De la misma forma ocurre con decenas de técnicos en las menores que como Nava aspiran a ocupar una plaza en uno de los 30 equipos de liga mayor y mantener una carrera en la pelota profesional al más alto nivel. Nava fue seleccionado como coach de bateo para el equipo del resto del mundo formando parte del equipo técnico del miembro del Salón de la Fama Bert Blyleven.
"Ser técnico en las ligas menores es un trabajo muy difícil', expresó Nava. "Tienes que tener el temple, la paciencia y la dedicación para enseñarle el juego a los peloteros de esta generación que están expuestos a muchas distracciones del mundo en que vivimos pero además no traen desde pequeños los fundamentos del juego, que era un factor que venía con los peloteros de mi generación, y eso lo digo con mucha propiedad".
Nadie dijo que el béisbol era un camino fácil. Muchos coincidirán cuando digo que ese pedregoso camino hoy al menos es un poco más liso en comparación a un par de décadas atrás. En un mundo globalizado, el béisbol de las Ligas Menores y el proceso de desarrollo de los peloteros en los Estados Unidos ha logrado limar muchas de las asperezas por las cuáles tropezaron miles de jugadores que aspiraron a las mayores y por razones ajenas a su talento en el juego no pudieron alcanzar el máximo peldaño así sea por un juego. Muchas han sido las barreras culturales, sociales, económicas y hasta políticas que han obligado a que el destino de un gran pelotero no termine en las mayores.
Quizás el caso de Nava fue uno de esos.
Su firma al béisbol profesional no fue común. Nava consiguió una beca para estudiar en el Miami Dade Community College y desde ese equipo fue seleccionado por la vía del draft universitario por los Marineros de Seattleen la ronda 14 de 1990. Con esta organización se mantuvo hasta 1994 y luego pasó a los Medias Rojas de Boston en 1995 quienes lo dejaron libre al final de la temporada. En 1996 a sus 27 años jugó en la Liga Independiente de Texas-Louisiana donde demostró que su bate estaba listo y llamó la atención de los Cachorros de Chicago quienes lo asignaron en 1997 a su filial AAA. En 109 juegos con el Iowa bateó para .266, 9 HR y 36 CI pero a pesar de una consistente temporada, la llamada a Wrigley Field nunca llegó.
"No haber sido llamado en 1997 a las mayores fue el momento más devastador de mi carrera. Sabía que esa era mi oportunidad pero el llamado no se produjo. Tras esa temporada comencé un periplo por Taiwán, México y las Ligas Independientes donde fue un proceso de aprender mañas del juego y diferentes perspectivas. Hoy ese proceso es lo que me ha enriquecido como técnico" asegura.
Nava se mantuvo activo hasta sus 38 años y al guindar sus spikes se inició como coach para impartir sus conocimientos de bateo con los Newark Bears, puesto que le abrió las puertas para regresar al béisbol organizado con los Gigantes de San Francisco donde fue mánager dos temporadas del club Clase A y desde hace dos años es el coach de bateo del San Jose Giants, un lugar clave para el desarrollo de prospectos para una organización llena de talento.
"Desarrollar ofensiva es un proceso aún más difícil porque para batear se necesita demasiada disciplina. Hoy utilizamos muchas herramientas modernas para analizar el bateo como una ciencia. El problema es encontrar ese compromiso de trabajo en los jugadores en las menores. Los que llegan a ese punto se encaminan a una carrera en las mayores que será fructífera" comenta.
Esos consejos que día a día trae al parque de pelota están llenos de sobrada experticia. Pese a que la oportunidad de uniformarse en las mayores nunca llegó como pelotero, hoy Lipso Nava es uno de los más respetados técnicos en las Ligas Menores y se encuentra en un camino cuyo extremo final está en el la gran carpa. Para muchos de los que viven en esta gran burbuja del béisbol la llegada al tope no sólo se produce jugando.
Y es que quizás para Nava su destino estaba en desarrollarse como un gurú de la ofensiva y ayudar a un equipo de liga mayor a cumplir sus metas. "Siempre digo que uno debe estar en el momento indicado y en el lugar indicado. Quizás no fue el momento ideal aquel llamado a las mayores en 1997, pero hoy se me abren puertas en esta posición que me acercan a la meta. Detrás de todo esto hay mucho trabajo, dedicación y compromiso con la filosofía de una organización como los Gigantes de San Francisco" reflexiona.
Tras su retiro en la Liga Venezolana regresó como técnico a las filas del equipo de sus grandes pasiones y donde sus actuaciones hicieron delirar a miles de fanáticos: las Águilas del Zulia. En la temporada 2011-2012, mientras cumplía sus funciones como coach de tercera base tuvo la oportunidad de reemplazar al dirigente Mako Oliveras ante un arranque desastroso. El carisma y respeto de Nava en el clubhouse enrumbó al club a la clasificación dejando un grato sabor en el gusto de la exigente fanaticada. Desde entonces ha continuado en el cuerpo técnico del equipo esperando retomar las riendas forma permanente.
"Dirigir en Venezuela fue el momento de probar los conocimientos del juego porque en el béisbol de invierno hay jugadores de todas las categorías y es una mezcla real del juego tal y como es. Allá hay que ganar no desarrollar. Para mí fue una gran experiencia y espero que pronto pueda repetirse".
Formar parte de la magia del Juego de las Futuras Estrellas fue un peldaño más para Nava, uno de los más talentosos técnicos latinoamericanos en las menores y parte de una nueva generación que muy pronto invadirá el mejor béisbol del mundo. Se dice que lo difícil del negocio no es llegar a las mayores sino mantenerse, probablemente como pelotero las condiciones no estaban dadas para lograr la longevidad que todos aspiran en el juego. Nava tiene hoy el camino para una segunda oportunidad a la cual no todos tienen chance, sólo los mejores.