Se suponía que a esta altura, la división Este de la Liga Nacional fuera escenario de la más disputada lucha en todo el béisbol, con la única excepción de los Miami Marlins, condenados de antemano al sótano.
A juzgar por sus respectivas plantillas, el espectáculo que debían dar los Philadelphia Phillies, los Atlanta Braves, los New York Mets y los Washington Nationals sería para alquilar balcones.
Pero la realidad en el terreno ha sido otra y mientras Filis y Bravos han cubierto las expectativas, los Mets y los Nacionales, con sendos récords negativos, se parecen más a los Marlins que a sus otros dos rivales divisionales y nadan en las profundidades de la mediocridad.
Eso pone a sus managers en la silla caliente, al punto de que hoy Mickey Callaway, de Nueva York, y Dave Martínez, de Washington, tienen menos seguros sus cargos que el mismísimo Don Mattingly, a pesar de que Miami ostenta el peor récord en todas las Grandes Ligas.
De los Marlins se esperaba. Quizás no a los niveles exagerados de miseria que han exhibido, pero se sabía que no había mucho con qué competir en apenas el segundo año del proceso de reconstrucción total que se inició en el 2018.
Entonces, a Mattingly hay que darle el premio del estoicismo, con el que enfrenta a la prensa después de cada derrota, aunque ya no le queden ideas de cómo explicar lo ocurrido.
Y como está en el año final de su contrato, lo más probable es que la gerencia lo deje completar la temporada y adiós.
Será él quien reciba los palos, pero no el que se lleve las glorias, el día en que Miami esté listo para volver a competir, algo como lo sucedido con el cubano Fredi González en Atlanta, que aguantó los golpes de la reconstrucción y ha sido Brian Snitker el que recogió los frutos.
Peor la tienen Martínez y Callaway, a quienes les pusieron en sus manos equipos con capacidad de contender por un lugar en la postemporada, la cual lo más probable es que la vean por televisión desde la comodidad de sus casas.
Luego de años bajo el ala de Joe Maddon en los Tampa Bay Rays y los Chicago Cubs, Martínez recibió la oportunidad de dirigir a partir del 2018 a unos Nacionales que partieron prácticamente como los únicos favoritos en una división en la que los Mets eran un hospital ambulante y los Filis, Bravos y Marlins estaban en diferentes etapas de sus respectivos procesos de reconstrucción.
Pero el debutante dirigente fracasó estrepitosamente y Washington apenas logró terminar por encima de .500, con 82-80 y fuera de los playoffs.
En el 2019, aun con la partida de Bryce Harper a la agencia libre, Martínez tiene en el papel un equipo capaz de pelear hasta el último out de la campaña, encabezado por los jóvenes jardineros dominicanos Juan Soto y Victor Robles, Anthony Rendón y los serpentineros Max Scherzer, Stephen Strasburg y Patrick Corbin.
Sin embargo, tampoco esta vez el manager ha logrado echar a andar la maquinaria y los Nacionales exhiben un paupérrimo récord de 19-28, sólo mejor que el de los Marlins, de 13-31.
Se filtran rumores de incomodidades y desacuerdos dentro del clubhouse sobre la manera en que Martínez se relaciona sobre todo con las figuras jóvenes, lo cual afecta la química y el esfuerzo de los jugadores.
Y hablando de esfuerzo, una crisis enfrenta Callaway con los Mets.
Su suponía que Robinson Cano, con su veteranía y trayectoria, traería liderazgo al clubhouse de Nueva York.
Pero los acontecimientos del fin de semana en Miami, cuando lo Mets fueron barridos por los Marlins, ponen en entredicho la esperada influencia positiva de Canó, mientras el equipo parece haber tocado fondo.
Las cosas están yéndosele de las manos al manager, aunque la gerencia haya hecho una declaración políticamente correcta de apoyo...por ahora.
Precisamente, los Mets, con balance de 21-25, enfrentan esta semana en el Citi Field de Nueva York a los Nacionales, en una serie que podría marcar el fin del empleo de uno de los dos managers.
Entonces, hagan sus apuestas, señores: ¿quién se va primero?