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América vs. Cruz Azul, una guerra sin espionaje

LOS ÁNGELES -- Para ganar la guerra será necesario ganar las pequeñas batallas en la cancha. Y en esta Final entre América y Cruz Azul pululan las zacapelas individuales y por líneas.

Sin duda organizar cada batalla requiere de la astucia del cuerpo técnico y de la concentración, disciplina y lealtad de cada jugador. Un ajedrez con piezas azules y amarillas.

1.- ¿Noche de reencuentros? ¿Bruno Valdez contra Pablo Aguilar? El americanista es el goleador de su equipo. Siete anotaciones, cazando la oportunidad en la periferia de la portería.

¿Y será el chileno Lichnovsky quien respalde a Aguilar contra Valdez? ¿O recurrirá a labores extras de Méndez o Caraglio?

Mejor será, sin duda, tratar de evitar cobros que puedan poner la pelota en las entrañas del área celeste.

2.- Las cifras dicen la verdad, pero no todas las verdades. Incluyendo goles de Liguilla y torneo, la efectividad del América es de 2.77 y la de Cruz Azul es de 2.6.

De hecho, La Máquina fue durante el torneo uno de los equipos con menos tiros a gol, pero más eficacia. Incluyendo las dos fases, regular y Liguilla, ha hecho 78 tiros a gol y suma 30 anotaciones.

Mientras tanto, el América en las dos rondas ha disparado al arco 126 veces y marcado 45 goles. De hecho en la fase regular, sólo Tigres hizo más disparos a portería que las Águilas.

3.- Del punto anterior es necesario recalar en media cancha, piedra angular del equipo, de cualquier equipo.

Mientras Pedro Caixinha tiene estructurado y estable su armazón en torno al medio campo, Miguel Herrera ha sufrido, especialmente porque Mateus Uribe y sus problemas personales, por momentos, lo abstraen del juego, y quien sufre es Guido Rodríguez.

Sin duda el trabajo colectivo que en desplazamientos hacen Elías Hernández, Roberto Alvarado y Édgar Méndez, en apoyo de Marcone, Salas y eventualmente Baca, han mostrado mayor solidez.

Sin embargo, así como el muro cementero fue la mejor defensiva, sólo detrás apareció el América a lo largo del torneo regular.

Sin que esto sea perfectamente demostrable, a no ser por la agonía celeste ante Monterrey en el segundo tiempo del Juego de Vuelta, y la aplanadora americanista ante Pumas en el segundo encuentro, pero ambos han reformulado su presencia en la cancha.

Cruz Azul decidió administrar mejor los partidos. Pragmático, calculador, paciente, estoico, sufrió ante Monterrey, que eligió, desde su banca, morirse de nada.

Miguel Herrera, recurriendo a la misma fórmula que con Xolos, y olvidándose de sus raíces fincadas en matar o morir, buscaba el gol y administraba esfuerzos. Contra Pumas, renunció a ello: desbocó al frente a su equipo y el escándalo en el marcador, más el dominio abrumador, le enseñaron la ruta.

Todo esto, sin embargo no garantiza nada a partir de esta jueves por la noche en el Juego de Ida, en el que técnicamente, ambos equipos jugarán de locales por el conocimiento de la cancha, pero evidentemente se notará la diferencia en las tribunas.

Claro, estará siempre zopiloteando la duda, en todas direcciones, con el VAR y la actuación de Fernando Guerrero.

Y ya se sabe: todas las consideraciones, claves del juego que se enumeren, estadísticas que se mencionen, y antecedentes que se recuperen, poco tienen que ver ante los magníficos imponderables del juego: una noche sobresaliente de alguno, una noche aciaga de otro, una lesión inesperada, un momento de duda o un momento de precipitación.

Lo deseable, como siempre, es que toda esa rivalidad amamantada a lo largo de 17 fechas y dos jornadas de Liguilla, termine con ambos equipos despedazándose sin piedad, pero sólo con el balón como argumento.