Teófimo López es uno de los peleadores más prometedores de la actualidad, pero todavía no ha alcanzado todo su potencial de superestrella.
Después que Teófimo López (21-1, 13KOs) derrotó en 2020 a Vasily Lomachenko se creyó que había alcanzado su consagración boxística, que su carrera solo tenía una dirección: las estrellas. No obstante, el mismo deporte se encargó de darle una de las mejores lecciones en la vida: la derrota, cuando en 2021 inesperadamente perdió todos sus títulos contra George Kambosos Jr. y tocó la fría lona.
A partir de esa derrota algo empezó a cambiar. Él, una fuerza desmedida de la naturaleza sobre el ring empezaba a volverse más precavido, menos precipitado y más pensante. Mutó porque no le quedaba otra alternativa tras volver tocar el piso contra Sandor Martin un año después, aunque a diferencia del combate contra australiano, logró ganar la pelea en una decisión dividida. Y luego de ese enfrentamiento se vio su nueva cara, tratando de maniobrar defensivamente sin perder explosividad ante un oponente zurdo e incómodo como lo era el campeón Josh Taylor, invicto hasta ese momento, que fue ampliamente superado por el pugilista de raíces hondureñas, quien volvió a sentir lo que era tener un cinturón absoluto en su cintura.
A pesar de que aún es joven (26 años) y está en proceso de maduración, su exhibicionismo a veces resulta incómodo para muchos fanáticos, sale sobrando. Tiene su pegada intacta, con la capacidad de domar a un elefante, pero parece tener “anosmia boxística”, incapacidad de olfatear el nocaut y exterminar al oponente. Contra Taylor demostró que su asimilación se mantiene al absorber las mejores combinaciones de escocés, sin embargo, no pudo noquear a un “moribundo” en ese cuarto asalto cuando parecía que con un soplo sería suficiente. Ya le había ocurrido en el décimo asalto contra Kambosos y, en su última pelea contra Jamaine Ortiz, a pesar de que ganó sin sombras de dudas, ante otro zurdo incómodo, si hubiera apretado más, el triunfo fuera causado ruido.
A los peleadores que están llamados a convertirse en estrellas y que ellos mismos se ven en el firmamento, no solo se les exige ganar, sino impresionar, causar estruendo, hacer sentir al público por qué son los escogidos, los tocados con la varita mágica del destino y Teófimo tiene esa deuda pendiente. Posee todos los recursos para hacer finalmente erupción y sostener ese fuego constantemente combate tras combate, pero aún no erupciona por completo.
Este sábado (29 de junio por ESPN) enfrentará al canadiense Steve Claggett (38-7-2, 26KOs), un peleador de 35 años que vio pasar de lejos sus mejores años, pero aspira a dar la sorpresa, a encontrar esa bala pérdida que paralice al mundo boxístico. Claggett no pierde en sus últimas nueve peleas y confía en que su experiencia pueda sortear las embestidas de López, lo cual parece imposible. No obstante, es la hora que Teófimo muestre su cara más demoledora, que no solo triunfe, sino cause un sismo y recobre su olfato noqueador para retar a cualquiera de los mejores pugilistas de las 140 libras.
Solo conformarse con ganar y nada más, sería una derrota en su reluciente baúl de habilidades. Las estrellas necesitan brillar y Teófimo tiene todo para hacerlo. Es su deuda pendiente.