Nadie dijo que para coronarse había que terminar de manera invicta. Bastaba con ganar el juego bueno.
La selección de Estados Unidos se llevó por primera vez el Clásico Mundial de Béisbol, al derrotar en el partido final al hasta hoy invencible equipo de Puerto Rico con pizarra de 8-0.
A diferencia del partido en la segunda ronda en San Diego, cuando el derecho Marcus Stroman permitió seis hits seguidos antes de sacar el primer out, esta vez se presentó imbateable y silenció por seis entradas a la tanda más productiva a lo largo de todo el certamen.
El partido tenía su dosis de morbo, pues Stroman, hijo de puertorriqueña, podía haber lanzado por cualquiera de los dos equipos y recientemente se quejó del acoso sufrido por su madre en las redes sociales por su decisión de jugar con Estados Unidos.
El serpentinero de los Azulejos de Toronto realizó 73 pitcheos, propinó tres ponches y en los primeros seis capítulos enfrentó al mínimo posible de 18 bateadores.
Salió en el séptimo, cuando Ángel Pagán le abrió con doblete, primer hit de la noche de la escuadra boricua.
Pagán se quedó a la espera del batazo remolcador, cuando Sam Dyson, primer relevista utilizado por el manager Jim Leyland, ponchó a Carlos Correa y a Carlos Beltrán.
El juego fue una repetición del duelo entre Stroman y Seth Lugo, ganador del juego del viernes pasado.
Tras dos innings en blanco, Ian Kinsler le puso números a la pizarra, al sacar la pelota por el jardín central, batazo que encontró a Jonathan Lucroy en primera por imparable.
Dos entradas más tarde, en el comienzo del quinto, los estadounidenses volvieron a la carga y anotaron dos más, remolcadas por imparables de Christian Yelich y Andrew McCutchen y enviar a las duchas a Lugo, quien se fue con cuatro limpias y cinco hits en cuatro episodios (no sacó outs en el quinto), a pesar de propinar siete abanicados.
Estados Unidos sentenció el choque en el séptimo, cuando después de dos outs el relevista José Berrios llenó las bases y cedió el montículo al veterano zurdo J.C. Romero.
Brandon Crawford lo recibió con cepillazo al medio que trajo dos más al plato y después de otro cambio de pitchers, Giancarlo Stanton, quien llegó a eslabonar una cadena de cinco ponches en fila ante Japón y Puerto Rico, le sonó cañonazo al diestro Hiram Burgos, para la tercera del inning.
Y si no bastaba con esas, los nuevos campeones añadieron otra en el octavo, al combinar sencillos seguidos de Nolan Arenado, Eric Hosmer y McCutchen y error en tiro de Javier Báez.
David Robertson sacó los tres outs del noveno para desatar la celebración en un Dodger Stadium abarrotado por 51,565 fanáticos, la mayor asistencia para un partido en la historia de los Clásicos Mundiales.