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Agustín Canapino y el lento adiós a IndyCar

El equipo Juncos Hollinger Racing anunció la desvinculación del argentino con efecto inmediato, tras un año y medio en la categoría. El comunicado solo mencionó mutuo acuerdo.

Una frenada tardía fue el comienzo de todos los males de Agustín Canapino. Un error casi sonso en las 500 Millas de Indianápolis al exceder el límite de velocidad en la entrada de boxes de su última parada fue un mazazo para el argentino, quien pasó de estar a 29 giros de hacer historia y finalizar bien metido entre los diez, a cerrar último entre los que completaron la carrera. Desde ahí, todo se torció en el paso del arrecifeño por el equipo Juncos Hollinger Racing.

El desembarco del tetracapeón de Turismo Carretera en IndyCar fue sorpresivo e inesperado. A los 33 años, con toda su carrera deportiva en autos de turismo, la chance llegó de la mano de Ricardo Juncos, el argentino que se fue a Estados Unidos en 2001 (en plena crisis financiera de su país) y terminó llegando a lo más alto del automovilismo estadounidense. Los objetivos iniciales de Canapino en la categoría eran, básicamente, terminar las carreras.

Para sorpresa de muchos, el Titán tuvo una temporada debut muy por encima de lo esperado, superando en varios segmentos del torneo a Callum Ilott, su compañero de equipo con experiencia en F2 y quien había integrado el programa de desarrollo de Ferrari. Tan fuerte fue el piloto argentino, que hubo hasta roces y problemas puertas adentro entre los corredores y todo se terminó con la salida del inglés al cierre de la temporada en la que Canapino se metió en el Leaders Circle con el Dallara-Chevrolet 78 y el equipo recibió el millón de dólares destinado para el grupo de los 22 primeros autos de la categoría.

Llegó 2024 y un nuevo compañero: Romain Grosjean, con extenso pasado en Fórmula 1. El listón estaba más elevado, pero lo importante para Canapino era mejorar su rendimiento de 2023. Después de cuatro citas puntuables irregulares, llegaron las 500 Millas, donde todo apuntaba a dar el gran salto, a hacer historia… Pero llegó el error y a partir de ahí todo comenzó a derrumbarse.

La cita siguiente fue en las calles de Detroit y todo terminó en escándalo tras el artero choque que recibió de Théo Pourchaire. Fue algo de carrera, sancionable y listo, pero la andanada de posteos de hinchas de Canapino contra el francés llevó la situación a límites inéditos. Sumado a los insultos de Juncos contra Pourchaire que se escucharon en su charla por radio con el piloto… Un comunicado del Titán poco afortunado… La ruptura del vínculo entre Arrow McLaren y JHR… Los capítulos se fueron sumando y llegaron hasta la competencia de Road America, en la que el equipo decidió bajar a Canapino del fin de semana cuando quedaban 45 minutos para el inicio de la actividad. Algo estaba roto.

La explicación fue que Brad Hollinger, el socio de Juncos y quien hace el mayor aporte financiero, no lo vio bien para correr, algo que el mismo Titán desmintió en charla con ESPN.com. Si bien entendió la decisión y la aceptó (al menos de boca para afuera), también reconoció que se sentía bien y fuerte para correr.

Retornó en Laguna Seca. Sus buenos parciales no se podían redondear en buenos resultados de carreras y la chance de meterse otra vez en el tan preciado Leaders Circle empezó a estar en duda. Y llegó Iowa, donde realizó una gran clasificación, pero en la primera carrera de la doble fecha terminó con su Dallara destruido en un accidente en el que fue protagonista involuntario. Tras el trabajo denodado de los mecánicos de JHR, logró correr el domingo, pero un fallo propio en la salida de boxes (hizo un trompo y quedó con el motor parado) lo dejó muy lejos. Finalmente, el callejero de Toronto, que se recordará como su última carrera en IndyCar, se terminó tras una porfía con Scott Dixon que lo dejó contra un muro después de apenas cinco giros.

La primera señal clara de problemas fue la ausencia de Canapino en los ensayos de Gateway del 1º de agosto. El equipo, sin ninguna explicación oficial, decidió subir a Conor Daly en su lugar. El final estaba escrito. En ese momento comenzaron las charlas del Titán para volver al TC. Finalmente, llegó el comunicado de la desvinculación sin ninguna explicación sobre los motivos.

Uno es claro: el tema económico. En 2024 se cerró el grifo de dinero que llegaba desde el Ejecutivo argentino bajo el órbita del programa Visit Argentina. El apoyo oficial que Juncos esperaba, y necesitaba, se extinguió, como también naufragó el proyecto de traer a la categoría a una carrera en Termas de Río Hondo, que tenía al propietario del JHR como promotor. No es casual que el constante y amable ida y vuelta que los periodistas mantenían con Juncos durante 2023 se convirtiera en un teléfono cerrado y sin respuestas. El tiempo de enamoramiento había finalizado y sin llegar al puerto esperado.

En el medio, Hollinger, el socio capitalista del equipo (habría invertido 30 millones de dólares), apostó por Grosjean y aceptó la continuidad de Canapino como el piloto que quería Juncos. Pero todo se fue desvaneciendo. Algunas cuestiones personales habrían hecho implosión en el equipo y Juncos quedó debilitado. Así, no tuvo otra alternativa que soltar a Canapino. Es más, los rumores más fuertes apuntan a que Ricardo Juncos vendería su participación en el equipo a la familia de Devlin DeFrancesco, quien se sumaría como piloto del team para el auto 78 en 2025; mientras que Conor Daly (el que reemplazó a Canapino en las pruebas de Gateway) completaría el calendario 2025. Hollinger ya se comunicó con Bryan Herta, el padre de Colton y expiloto también, para ocupar el lugar de Juncos. La otra alternativa es la venta a Andretti. Pero Juncos parece estar afuera. ESPN.com intentó comunicarse con Juncos, pero, como en todo 2024, no hubo respuesta.

El sueño americano del Titán se terminó. Nadie ni nada le quitará el orgullo de haber corrido en una de las categorías más difíciles del mundo y de haber participado en dos ediciones de las 500 Millas de Indianápolis, algo impensado. El colofón, con una salida casi por la ventana, no es el final ideal, sin dudas.