En épocas de Juegos Olímpicos se suelen refrescar las historias de algunos próceres el atletismo. Tal es el caso del finlandés Paavo Nurmi una de los únicas 3 personas en ganar dos medallas de oro el mismo día. Considerado héroe nacional en su país, al punto que hasta tiene su estatua propia.
Paavo nació en 1897, en Turku, Finlandia, donde tuvo una infancia muy humilde. Necesitó trabajar desde pequeño para poder ayudar económicamente a su familia, y ese mismo sacrificio fue el que empleó en los entrenamientos y competencias. Su técnica se basaba en el mantenimiento de una zancada regular. Como dato anecdótico, hay que citar que en aquellos tiempos en que no se daban los resultados al final de cada vuelta, él llevaba su propio cronómetro en la mano izquierda, lo que le permitía saber sus registros en tiempo real e imponer su propio ritmo. Por este detalle también se lo apodó “el corredor matemático”.
En Bélgica 1920, los que fueron sus primeros Juegos Olímpicos, con sólo 22 años ganó 4 medallas. Tres de ellas fueron doradas (10.000 metros, 8.000 metros cross individual y por equipos) y una de plata (5.000 metros).
Volvió a competir en París 1924, donde sumó 5 medallas (todas de oro) y en Ámsterdam 1928, Juegos en los que cosecho una presea dorada y dos de plata.
En toda su carrera deportiva sumó 12 medallas olímpicas, 9 de ellas de oro. Pasaron 48 años para que el nadador norteamericano Mark Spitz sea el primer mortal en emular la hazaña de Nurmi y ganar dos medallas de oro en el mismo día. Para tomar dimensión de lo que esto significa, basta con mencionar que su compatriota Michael Phelps, recién en Beijing 2008, se convirtió en el tercer hombre en la historia en hacerlo.
Falleció el 2 de octubre de 1973 a sus 76 años de edad, cuando Finlandia honró a su prócer con un funeral de Estado. Fue homenajeado de muchas maneras. En 1987 el Banco de Finlandia emitió billetes con su imagen, siendo hasta hoy el único atleta en el mundo en único atleta en recibir este honor.
Hoy, su figura plasmada en una estatua custodia el Estadio Olímpico de Helsinki. La estampa muestra al Finlandés Volador corriendo, sin quitarle la mirada al complejo, casi como marcando su territorio. El espíritu del gran Nurmi sigue allí, intacto.