Dutee Chand nació hace 20 años, más precisamente el 3 Febrero de 1996, en Gopalpur, India. Esta minúscula velocista, que en pocos días será una de las atracciones de los Juegos de Río, nunca tuvo una vida fácil. De niña se crió en una aldea al este del país. El hogar familiar, donde convivía con sus padres (analfabetos) y seis hermanos, era una cabaña sin agua ni cloacas sanitarias.
Dutee comenzó a correr con sólo 4 años de edad. Su hermana Saraswati, de 14 años de edad, la llevaba para trotar con ella por la orilla del río Brahmani. La pequeña iba descalza: sus padres solo tenían dinero para comprarle un par de zapatos, y debía cuidarlos. Debido a la situación económica de su familia, cuando cumplió 7 años sus padres trataron de que ayude trabajando con ellos en un telar. Saraswati se opuso y finalmente les convenció, argumentándoles que si prosperaba como atleta, todos saldrían ganando. De hecho, el Gobierno de la India, gracias a los progresos deportivos de la niña, ya les daba carne, pollo y huevos, alimentos fuera de su alcance.
Aquella hermana ejemplar midió el pie de Dutee con una cuerda y le compró sus primeras zapatillas. Eso la emocionó y Saraswati aprovechó para motivarla, y fue así que a sus 10 años se incorporó a un programa subvencionado por el Estado.
La pequeña atleta fue creciendo y a los 15 años los éxitos llegaron. Se proclamó campeona de Asia júnior en 200 metros. Antes de los Juegos de la Commonwealth, la llamaron de su federación. Tenía que pasar un control médico. Conocidos los resultados, la prohibieron competir por hiperandrogenismo, un exceso de hormonas masculinas. No le dieron mucha información. Fueron más generosos con la prensa, la cual informó que Chand no había superado el examen de género porque no era una mujer normal.
Aquella joven lloró durante días y se negó a comer y a beber. Le tocó oír y leer lo que decían de ella. La prensa la trataba de chico o de transexual. "Me sentí como un animal", recuerda. "Soy incapaz de entender por qué se me pide que arregle mi cuerpo de una manera determinada. Nací mujer, crecí como mujer, me siento mujer y se me debería permitir competir contra mujeres, muchas de las cuales son más altas que yo o proceden de entornos más privilegiados, lo que, sin duda, les coloca en ventaja ante mí", asegura.
Cuando parecía que bajaba sus brazos, Payoshi Mitra un investigador indio, con un doctorado en materia de género en el deporte, la animó a luchar, y fue así que llevaron su caso al Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS). Basaron su defensa en que sus elevados niveles de andrógenos no suponían una ventaja especial: era como ser más alta, tener el pie más grande, una mayor capacidad pulmonar u otra serie de factores que intervienen en el rendimiento deportivo. El TAS falló a su favor porque los científicos de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) no han podido determinar cuánta superioridad otorga esa producción endógena de testosterona.
En Rio 2016, Dutee defenderá a su bandera en las competencias de 100 metros. Buscará llegar al podio, pero entiende que sea cual sea el resultado, con su lucha y reconocimiento ya ha ganado su propia medalla olímpica.