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Kayla Montgomery corre pese a una grave enfermedad

La historia de Kayla Montgomery es una verdadera inspiración y ejemplo de lucha. Se trata de una joven atleta de los Estados Unidos que sufre esclerosis múltiple pero que aún así, gracias a la ayuda de los médicos, continúa corriendo.

En 2009, a la edad de 14 años, Kayla sufrió una lesión jugando al futbol y se sometió a varios estudios que finalmente llevaron a que los médicos descubran que tenia lesiones en la espalda y en su cerebro. Es decir, los dolores no dependían de la lesión, si no de otra enfermedad llamada esclerosis múltiple. Las principales consecuencias o síntomas de esta enfermedad son serios problemas motrices como pérdida de la movilidad en brazos y piernas, debilidad muscular, problemas para caminar y sensación hormigueo constante.

Luego de que le diagnostiquen la enfermedad, Kayla sufrió durante 8 meses frío, dolor e inmovilidad en sus piernas. La ayuda de los médicos y la rehabilitación hicieron posible que Kayla pudiese sentir de nuevo sus piernas y se dedique a empezar a correr. Ahora, ella se dedica a correr pero luego de cruzar la meta se desploma, sin sentir sus piernas.

No obstante, sus logros deportivos han sido realmente extraordinarios. Por ejemplo, en 2013 ganó la prueba femenina de 5k de cross country durante la California Class 4A NCHSAA, estableciendo un nuevo récord para la competencia: 17:36. Ese mismo año fue la mejor marca femenina del Estado de Carolina del Norte en la distancia 5k, con un registro de 17 minutos 22 segundos. También, a principios de 2014 Kayla ganó en un campeonato escolar entre institutos, nada más y nada menos que corriendo 3.200 metros en 10’43’’. Su marca la sitúa en la posición número 21 de EE.UU. Montgomery tiene una trayectoria deportiva excelente. Cuando le diagnosticaron esclerosis múltiple le dijo a su entrenador: “No sé cuánto tiempo me queda y quiero correr rápido”. En esa época era una de las más lentas del equipo, y sólo tenía una marca de 24´29’’ en los 5.000 metros.

“No quiero ser tratada de manera diferente, quiero ser una chica normal”, asegura Kayla, quien lleva una vida como la de muchas jóvenes de su comunidad. Está involucrada en las labores de su parroquia (iglesia metodista) junto al resto de su familia, y sus notas académicas son muy buenas. Pero sin embargo hace lo que la mayoría de sus compañeras no: corre unos 80 km semanales. "Correr me hace sentir normal. Es difícil vivir con una enfermedad en la que tu cuerpo se pone en tu contra. Cuando corro siento que estoy luchando contra él. Me siento segura de mí misma".

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