Las hormonas juegan un papel fundamental en nuestro organismo, y su alteración puede provocar cambios inesperados por ejemplo en nuestro peso corporal o incluso estados de depresión. Y en este sentido, una de las hormonas más influyentes es el cortisol, también conocida como la hormona del estrés, que se produce en la glándula suprarrenal y que sirve para aumentar el nivel de azúcar en la sangre. Esta hormona es producida en situaciones de estrés o como respuesta a una disminución de la concentración de glucocorticoides en sangre (hormonas que realizan la regulación del metabolismo de los hidratos de carbono, grasas y proteínas). Por lo tanto, las funciones del Cortisol son aumentar los azúcares en sangre gracias a la gluconeogénesis (una ruta metabólica), suprimir el sistema inmunológico, ayudar al metabolismo de los macronutrientes, y controlar la homeostasis del agua y electrolitos.
También es importante tener en cuenta que hacer ejercicio reduce los niveles de cortisol. Movernos regularmente y mantenernos entrenando en estos días aumenta la producción de serotonina y dopamina, que evitan la ansiedad y la depresión. No obstante, recuerda que en situaciones de ejercicio físico intenso o aeróbico prolongado se genera una situación de estrés en el organismo, liberando cortisol de forma proporcional a la intensidad, con la finalidad de aumentar la gluconeogénesis y mantener la glucosa en sangre. Esto lo realiza inhibiendo la entrada de glucosa en el músculo esquelético, y suministrando aminoácidos para el hígado, aumentando así la producción de glucosa. Por lo contrario, cuando nuestros entrenamientos son basados en ejercicios aeróbicos, de baja intensidad, y de una duración no mayor a los 30 o 40 minutos, la liberación del cortisol será probablemente inapreciable para el balance proteico, preservando la masa muscular.
Además de la intensidad y duración de los ejercicios, hay otros factores que influyen sobre la producción de cortisol, y uno de ellos es la alimentación. Por ejemplo, el cortisol contrarresta la insulina, llevando a la hiperglucemia. Cuando consumimos hidratos de carbono complejos después del ejercicio, aumentan los niveles de insulina, ayudando a disminuir los altos niveles de cortisol que han aparecido después del entrenamiento. Y otra medida para evitar los altos niveles de cortisol es dormir y descansar bien, lo que posibilita la renovación y recuperación celular.
¿Conocías las regulaciones hormonales que se generan al hacer ejercicio?