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¿Es Guillermo Barros Schelotto el discípulo que más se parece a Carlos Bianchi?

Vélez Sarsfield derrotó a Central Córdoba y logró el título de la Supercopa Argentina 2024, el segundo desde que Guillermo Barros Schelotto llegó al club.

Mi abuela Concepción, gallega, de Orense, tenía un dicho que se usa mucho en mi familia: "lo que se hereda, no se hurta". Cada vez que descubrimos en algún hijo "cosas" de los progenitores, ahí está la frase. Y sentado en el Gigante de Arroyito, tras una nueva consagración de Vélez, se me ocurrió pensar en las similitudes que provoca observar a un equipo de Guillermo, con lo que provocaba ver al Vélez de los 90, de la dupla Bianchi-Piazza, el campeón de todo.

Pero vayamos por partes: los esquemas de juego no son similares, pero sí lo es la idea. Aquel Vélez de los 90 era mucho más vertical con la salida del fondo, y había una razón: la pegada de José Luis Chilavert que con un pelotazo desde su área era capaz de dejar a Omar Asad o al Turu Flores de cara al gol. En cambio este Vélez apuesta más a la salida con pelota controlada desde el fondo, aunque (habrá que ver qué pasa si Manu Lanzini se mete en el equipo) la mitad de la cancha es solo un trámite y enseguida se busca el pase cortado para Brian Romero o Maher Carrizo y que los dos delanteros terminen la jugada.

Guillermo no utiliza el famoso rombo de Carlos, con el Negro Gómez en el vértice bajo, Walter Pico en el alto y Basualdo y Bassedas a los costados. Pero sí hace algo (o por lo menos el sábado lo hizo) que es mandar a su ala (en este caso el capitán Chiqui Bouzat) a cubrir la espalda del 3, una de las principales herramientas ofensivas de Vélez con sus proyecciones. ¿Cuántas veces habrá cerrado Bassedas la espalda del Pacha Cardozo en sus incursiones en ataque?

Cuando el Mellizo corrigió eso, después de que dos veces "le comieran" la espalda a Elías Gómez, en dos jugadas que casi terminan en goles del equipo santiagueño, Vélez empezó a adueñarse del partido.

Pero sin dudas en lo que más se parecen Guillermo y Carlos, o para ser más justos, las ideas futbolísticas de Guillermo y Carlos, es en la forma de encarar los partidos. Solidez defensiva, -este Vélez tiene apenas 3 goles en contra en el Clausura, recibió 4 en la fase de grupos de la Libertadores y ninguno en octavos- y practicidad ofensiva (los dos goles calcados producto de La FáVrica, como denominan a las inferiores fortineras, centro de Maher Carrizo, aparición de Jano Gordon, central reconvertido a lateral y cualquier similitud con la historia de Almandoz, es mera coincidencia).

Recuerdo los diálogos entre hinchas en la época de Bianchi: "Vélez te aburre, te hace un gol y terminó el partido, no se juega más". Algo de eso pasa con el Vélez de los Mellizos: cuando te sacó la ventaja, el equipo mete el partido en un freezer (no así el DT con su exacerbado temperamento, que termina en expulsión más de lo aconsejable) y se juega al ritmo de los de la V azulada.

En definitiva, no son un calco los equipos de Guillermo y de Bianchi, pero no caben dudas de que hay sellos sumamente reconocibles de la impronta del Virrey en un entrenador que llegó mirado de reojo y que poco a poco se va ganando al, a veces demasiado exigente, hincha de Vélez.