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La tarde en la que Ortega le marcó su primer gol a River

Ortega tuvo su paso por Newells de 2004 a 2006. Fotobaires

Ariel Ortega es ídolo de River. Surgido del club de Núñez e hincha millonario, les dio muchísimas alegrías a los riverplatenses. Y vivió un momento muy especial dentro de su carrera: una tarde, debió enfrentar a su ex club.

Cosas del fútbol y del profesionalismo, el domingo 10 de abril de 2005 el Burrito salió a la cancha con la camiseta de Newell’s. En el estadio Marcelo Bielsa se jugaba la quinta fecha del Clausura.

Se vivían otros tiempos, el fútbol era más normal que en la actualidad (sí, aunque parezca mentira los hinchas visitantes podían ir a ver a sus equipos) y la parcialidad de River miraba con una mezcla de cariño y añoranza a su ídolo vistiendo otros colores. “Tiene otra camiseta, pero el corazón es millonario”, decían los del club de Núñez. Eso era cierto. Desde los cuatro costados de la cancha hubo aliento para el talentoso enganche. Los de River, claro, lo ovacionaron con el clásico “ortegaaaaa, ortegaaaaa”. Los locales no se quedaron atrás: estaban convencidos que ahora, el jujeño se había convertido en leproso.

Antes del comienzo del encuentro hubo saludos para viejos conocidos: Astrada y Hernán Díaz, la dupla técnica, Gallardo, otro talentoso que sabía de gambetas y pisadas, recibió un afectuoso abrazo,.

Arrancó con todo River: en 13 minutos, ya ganaba 2 a 0 con goles del Tecla Farías. El millonario dominaba y poco podía hacer el Burrito, que sin embargo había estado cerca de convertir de cabeza en dos ocasiones: no daba la sensación de que el amor por River le impidiera dejar todo por los rosarinos.

Newell’s tenía un gran equipo y venía de ser campeón. Integraban ese plantel Justo Villar, Fernando Belluschi, el Mago Capria e Ignacio Scocco, entre otros. Cerca del final del primer tiempo, Gallardo tuvo la chance de liquidar el partido con un penal. Pero el Muñeco falló, tras una gran tapada del arquero paraguayo.

Todo sería distinto en el complemento. Los de Arsenio Ribeca, el técnico interino que había sido confirmado tras la salida de Américo Gallego, salieron a dar vuelta la historia y a los ocho minutos con tantos de Belluschi y Capria empataron el partido.

Pero faltaba lo mejor. A los 20 minutos, Costanzo salió a tapar en un mano a mano con Belluschi y le convirtió penal. ¿Quién era el encargado de patearlos en Newell’s? Sí, Ortega. Decidido y sin dudar, el Burrito fue directo a tomar la pelota y a hacerse cargo de su responsabilidad.

“Nunca dudamos de que iba a patearlo él, y así lo hizo”, reconocieron más tarde en el vestuario leproso. Ortega tomó una carrera corta, miró al arquero y espero que se arrojara a la derecha para ponerla con tranquilidad en el otro palo.

No lo gritó, y enseguida se fue corriendo a la mitad del campo de juego, como queriendo que el momento pasara lo más rápido posible. La gente de Newell’s lo festejó como nunca; para los de River, ver la pelota en la red fue una puñalada.

“Una sensación muy rara, hacía mucho tiempo que no hacía un gol. Le pido disculpas a la gente de River, pero el fútbol es así y tiene estas cosas”, resumió, sin muchas vueltas, el Burrito.

La tarde sería redonda para los rosarinos, que sobre el final del encuentro anotarían otro tanto (nuevamente Belluschi) para dar vuelta un partido memorable y quedarse con los tres puntos.

Todavía quedaba un largo camino por recorrer en la historia deportiva de Ortega. Otro partido ante River, otro gol, esta vez festejado y con un mensaje a la dirigencia millonaria, el regreso al club de Núñez para volver a ser campeón con el equipo de Simeone...

Ya lo dijo el Burrito: el fútbol es así, tiene estas cosas.