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Diego Simeone, un apasionado por el fútbol, cumple 50 años

Pasión por el fútbol. Con esa frase puede definirse a la perfección a Diego Pablo Simeone. El Cholo cumple 50 años. Y una vida llena de éxitos como jugador y como entrenador.

Tanta será su pasión que se la inculcó a sus tres hijos varones: Giovanni (delantero de Fiorentina a préstamo en Cagliari), Gianluca (de Gimnasia y Esgrima La Plata a préstamo en el Sant Rafel de España) y Giuliano (acompaña a su padre en el Atlético de Madrid). Además, el Cholo es padre de las pequeñas Francesca y Valentina.

Lejos quedaron sus inicios en Vélez. Dicen que de chico tenía una especie de obsesión con el fútbol, que todo juguete que le regalaban él lo convertía en una cancha o en una pelota.

Aunque debutó en el club de Liniers, el primer club al que apostó la familia del Cholo para comenzar a jugar fue Argentinos Juniors. Pero en el Bicho no lo ficharon, y finalmente desembarcó en Vélez. Las ganas de jugar eran tan grandes, que lo hacía en varios clubes al mismo tiempo: Estrella de Oro, General Paz y El Fortín tuvieron el privilegio de tenerlo en el baby fútbol.

Llegó el estreno: el 13 de septiembre de 1987, en la derrota en el Bosque sufrida ante Gimnasia de La Plata, por 2 a 1. El 12 de octubre de ese año, ante Deportivo Español, anotó su primer gol en Primera División.

El pibe tenía destino de Selección y de trayectoria europea. Carlos Salvador Bilardo ya le había echado el ojo, y el Pisa de Italia lo contrató en 1990. Allí jugó dos temporadas. Fue una buena etapa para su adaptación al Viejo Continente y para todo lo que vendría después.

En 1992 llega al Sevilla, justamente dirigido por Bilardo y donde jugaba Maradona. Pero el quiebre en su carrera sería el pase al Atlético de Madrid, en 1994, donde se convierte en ídolo y es una de las piezas clave para un recordado doblete: el título de la Liga de España y la Copa del Rey, en 1995/1996, con Radomir Antic como técnico.

Inter (salió campeón de la Copa de la UEFA en 1998) y Lazio (obtuvo la Serie A, la Copa de Italia y la Supercopa de Italia en 2000) marcarían el exitoso regreso al Calcio; luego, tendría otra etapa en el Colchonero antes de regresar a la Argentina. Su papá lo había hecho de Racing, y él se dio el gusto de vestir esos colores. Estaba en la etapa final de su carrera, y en la Academia había decidido retirarse.

Su paso por el club de Avellaneda fue clave, porque allí comenzó su trayectoria como entrenador. Una carrera que en ese momento no fue valorada por la dirigencia académica. Claro, el Cholo acababa de colgar los botines para de inmediato asumir el desafío de dirigir a un grande que, en esos tiempos y para variar, llegaba en crisis.

No se trataba del mejor escenario para iniciar su carrera en el banco, por supuesto, pero Simeone, como lo hacía en la cancha, iba por todo más allá del contexto. Si bien en Racing no hizo una mala campaña, no siguió en el club por decisión dirigencial. Su próximo paso sería Estudiantes de La Plata, equipo con el que saldría campeón de manera increíble en 2006, derrotando a Boca Juniors en una final a partido único tras haberlo alcanzado en la última fecha del torneo regular.

River, más tarde, lo tuvo en su banco: fue campeón del Clausura 2008, pero luego una muy mala campaña dejó el Millonario último y al DT, con un sabor amargo. San Lorenzo y nuevamente Racing (donde sería subcampeón), con un breve paso por Catania en el medio, le dieron fin a su etapa en la Argentina.

Hasta que llegó el amor de su vida: Atlético de Madrid. Allí, se vio a Simeone en toda su dimensión. Al técnico estudioso, obsesivo, motivador y ganador. Llegaba con madurez, con las ideas de juego más claras que nunca, y con la firme decisión de poner al Atlético entre los clubes protagonistas de España y del continente.

Enseguida lo consiguió. Asumió a finales de 2011, y mediados de 2012 levantó el primer título con el club, al derrotar en la final de la Europa League al Athlétic de Bilbao de Marcelo Bielsa.

Pero habría mucho más. Real Madrid, el gran cuco del Atlético, el clásico rival, se dio cuenta de que las cosas no serían tan sencillas como antes. Entendió que este Atlético de Simeone, lejos de tenerle miedo o sentirse inferior, lo iba a enfrentar de igual a igual. Así, a mediados de 2013 los colchoneros derrotaron a los Merengues en la final de la Copa del Rey y se consagraron campeones.

En la temporada 2013/2014 consigue algo histórico: el Atlético de Madrid se consagra campeón de la Liga de España. Y llega a la final de la Champions, donde pierde en tiempo suplementario ante el Real Madrid.

Pero vendrían más alegrías con la conquista de otra Europa League y la Supercopa de Europa, ambas en 2018. Lo cierto es que más allá de los títulos, Simeone logró que el Atlético volviera a estar en la discusión por los grandes torneos españoles. La disputa casi exclusiva entre el Real y el Barcelona se encontró de repente con un tercero en discordia.

Simeone logró que su estilo, el “cholismo”, entre a la esfera de discusión junto con el de otros grandes estrategas: los menottistas, los bilardistas o los bielsistas sumaron a la mesa un nuevo contrincante y un nuevo debate táctico.

“Prefiero jugar bien que jugar lindo”, dijo alguna vez. Su idea se basa, primero, en maniatar al rival, en no dejarlo jugar, en complicarlo en cada sector del campo, para luego llevar adelante su estrategia. Efectividad, simpleza, orden táctico y jugadores comprometidos forman parte de los ítems que no pueden faltar.

El último gran logro antes de la suspensión del fútbol por la pandemia fue haber eliminado al Liverpool, nada menos, en octavos de final de la Champions League. El último campeón del torneo y el líder absoluto de la Premier League con puntaje récord fue superado tácticamente por el conjunto del Cholo. Lo dejó en el camino tras una heroica actuación en Anfield, en otra muestra de coraje.

La Selección nacional lo tuvo también como jugador y como gran referente. Ganador de dos Copa América en 1991 y en 1993, Simeone jugó 106 partidos y anotó 11 goles con la Albiceleste. Siempre es reclamado para ocupar el cargo de entrenador nacional, y es un sueño que seguramente en algún momento cumplirá.

Mientras tanto, el Cholo festeja sus 50 años en el club al que le devolvió la grandeza, y donde lo adoran tras convertirse en el entrenador más ganador de la historia.