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El Ascenso juega su propio campeonato en medio de la pandemia

Mientras la pandemia continúa y el fútbol sigue suspendido, las categorías del ascenso en la Argentina resisten como pueden la crisis que genera el coronavirus. Clubes cerrados y sin ninguna actividad, cuotas sociales que se desmoronan, ollas populares, campañas de todo tipo para generar socios o mantener a los que están…

De fútbol, por el momento, ni hablar. Se mantienen los entrenamientos a distancia, mientras se espera que desde la AFA se tome alguna determinación sobre cómo continuará la actividad.

Desde Deportivo Morón, equipo que milita en la Primera Nacional, la segunda división de la Argentina, explican: “La cuota social bajó en un 70 por ciento desde abril y se mantiene solo por débito automático. El club hizo una campaña donde si un socio paga las cuotas desde acá hasta fin de año, tiene un 25 por ciento de descuento y una camiseta de regalo. La verdad que la cuota es una ayuda para cubrir el déficit mensual, pero no alcanza”, cuenta Angel Moretto, secretario del club.

“Nosotros presentamos un protocolo para poder volver a la actividad a finales de julio, por supuesto siguiendo las normas que indiquen desde la AFA y el ministerio de Salud. En lo económico no tenemos sobresaltos. Los jugadores se encuentran al día, no hay atrasos en ese sentido”, asegura Moretto.

La buena noticia es que por el momento y al menos hasta el 30 de junio, fecha en la que vencen los contratos de muchos jugadores, la AFA se encargará de aportar el dinero de la televisación para que los clubes se mantengan a flote. Qué pasará luego de esa fecha, está por verse. En el Gallo, se vencerán 15 contratos y el futuro de esos futbolistas es incierto.

Cristian Lillo, volante y referente del conjunto del Oeste, señaló: “Es una situación fea la que estamos pasando. Entrenamos con lo que manda el profe todos los días. Hay que hacerlo para no perder estado físico, pero entrenar solo y en un espacio reducido no está bueno”.

Y agrega: “En lo institucional estamos bastante bien con los sueldos, la idea del club es cumplir los contratos hasta junio, pero después sería importante para nosotros que el vínculo se extienda, porque sino muchos colegas se van a quedar sin trabajo. A nadie le conviene que no arranque el fútbol y que se queden desempleados cientos de compañeros. No hay que olvidarse que el jugador del ascenso vive día a día”.

Lillo también está al tanto de la dura situación social de la gente de la zona. Además de jugar, el volante es presidente de la Sociedad de Fomento Alianza, club en el que jugaba cuando era chico.

“Hacemos ollas populares porque la cuarentena se extendió demasiado. Hay gente que no da más, por eso tomamos la decisión, con todas las precauciones, de ayudar a los vecinos para que puedan comer. Recibimos donaciones, pero socialmente está todo muy difícil. Se debería abrir la cuarentena con las precauciones necesarias, esto así no da para más en lo económico”, se lamenta.

UN GIMNASIO CONVERTIDO EN HOSPITAL
Almirante Brown, en la Primera B, la tercera divisional del país, mantiene como el resto de los clubes los aportes que llegan desde la AFA. “La verdad que nosotros veníamos al día con los pagos. Y hasta ahora se pudo consensuar con el plantel que se les va a seguir pagando con el dinero que baja la AFA, que por el momento no fue suspendido. Si bien no llega a cubrir el total de los salarios, es un gran porcentaje. Se logró un consenso entre todos con el tema salarial, para acordar un número que nos sirva a ambas partes. Si no, sería imposible sostenerse”, dice Roberto Coniglio, a cargo de la Secretaría de Prensa del Mirasol.

En relación al plantel, en junio se vencerán 20 contratos. Pero desde el club informaron que se llegó a un acuerdo para extenderlos hasta fin de año, con la intención de no dejar a ningún jugador sin trabajo.

Almirante, ubicado en el corazón de Isidro Casanova, está en una zona populosa de la Provincia de Buenos Aires, donde los cuidados por el coronavirus son cada vez más rigurosos.

Se espera que los contagios crezcan en los próximos días, y por eso el club decidió ofrecer sus instalaciones para recibir a personas enfermas: “Por un pedido que le realizó Sergio Berni, el ministro de Seguridad, a nuestro presidente Maximiliano Levy, se preparó en el gimnasio de nuestra sede social un hospital de emergencia con 80 camas, en caso de que se necesiten utilizar”.

Por su parte, Rodrigo Alonso, delantero del Mirasol, explicó la situación vinculada a los salarios: “Estamos en contacto diario con la dirigencia. Sabemos de los esfuerzos que hacen para ir pagando los sueldos tanto del fútbol profesional como de los empleados del club. La buena voluntad de las partes hace que está situación se haga llevadera, confiamos en la institución que representamos”.

Y agregó, sobre lo que será la continuidad del fútbol: “La AFA en un boletín informó que los campeonatos estaban finalizados. Lo más lógico a mi entender es que si la situación no se modifica, no haya descensos en la temporada 2019/2020, y que los ascensos se diriman por logros deportivos. En lo que sí coincidimos la mayoría de los futbolistas es en que no se saquen los descensos en las temporadas venideras, ya que atentaría contra la buena competencia y afectaría a los jugadores”.

Hay que recordar que La Fragata se consagró campeón del Apertura a finales del año pasado, logro que le aseguraba un lugar en la final por el ascenso a la Primera Nacional. Pero el Clausura, que comenzó este año, se suspendió (si lo ganaba ascendía de manera directa), y cómo se resolverá su situación es por el momento una incógnita.

Ituzaingó, equipo que juega en la Primera C, la cuarta divisional de la Argentina, vive una situación similar al resto de los clubes. Los sueldos por ahora se pueden pagar con algunas quitas consensuadas con los futbolistas.

“Al estar con las puertas cerradas se hace todo cuesta arriba. Por ejemplo, hace unos días nos llegó el agua, y la factura estando el club sin usarse era más cara que la anterior. No se puede pagar, y por supuesto ya hicimos el reclamo. Nos bajó un 80 por ciento la recaudación de los socios, y estamos tratando de que la gente se acostumbre a pagar a través de mercado pago u otros medios, sin venir a la ventanilla del club”, cuenta el presidente, Hernando Politano.

“Con los jugadores llegamos a un acuerdo para poder pagar con algunos descuentos, todos los entienden y hay buena predisposición. Tenemos tres jugadores que tienen continuidad de contrato pero a los demás se les termina el 30 de junio. Vamos a ver cómo podemos resolver la situación de todos. Por ahora lo venimos sobrellevando con lo que aporta la AFA con la parte de la TV que nos corresponde”, agrega.

Mientras tanto, el apoyo para los vecinos y los socios más necesitados del barrio se mantiene con ollas populares en la Ciudad Deportiva, ubicada a pocas cuadras de la cancha.

EL FUTBOL Y LA VIDA, EN JUEGO
Los jugadores del ascenso, se sabe, necesitan en muchos casos trabajar además de jugar. Un buen ejemplo en tiempos de coronavirus y pandemia es el del arquero Blas Pisano, de Ituzaingó, quien trabaja como personal de limpieza en una clínica de Ramos Mejía.

“En días normales trabajo a la tarde, después del entrenamiento. Ahora es delicado, lo tengo que hacer con la máxima precaución para evitar un contagio. Yo vivo en Merlo y voy hasta Ramos en auto. Cuando había partidos, cambiaba los horarios para poder cumplir”, cuenta Pisano.

“Mi tarea es la limpieza. Hoy somos pocos los que vamos a la clínica. Estoy yo, una enfermera, el médico de guardia de adultos, el de pediatría y una persona para lo administrativo. A los pacientes los atienden sólo para urgencias. Por ahora por suerte no tuvimos ningún ingreso con sospecha de coronavirus, pero hay que estar atentos y cuidarse mucho”, afirma.

Lejos de las luces de los equipos de Primera en el ascenso preocupan otros temas además de cuándo y cómo volverá al fútbol. Mantener el trabajo (dentro y fuera del fútbol), recuperar a buena parte de la masa societaria que se perdió, ayudar a los socios y vecinos de los barrios más humildes para que puedan tener un plato de comida, forman hoy parte de las prioridades que van más allá de la pelota.