MADRID -- En la época de las individualidades, de los números y de los récords personales, un actor secundario emergió de las profundidades del segundo plano para sonreír ante el reconocimiento internacional.
Thibaut Courtois esperó dos años a que el Real Madrid se decidiera formalmente a contratarlo. No contento con eso, se rebajó el sueldo para poder vestir de blanco. Y, si todo eso pareciera poco, tuvo que soportar el debate público cuando parte del club prefería la irrupción del entonces joven portero del Athletic Club, Kepa, a su notable y probada experiencia internacional.
Además, llegó al Madrid y no lo tuvo fácil porque Lopetegui le condenó a una inútil alternancia en la portería con Keylor Navas que descolocó a ambos. Los inicios de Courtois en el Madrid ko fueron fáciles y lo fácil hubiera sido quejarse pública o internamente para exigir un trato más acorde a su altura internacional. Él prefirió el perfil bajo en el día a día.
Cuando se afianzó bajo palos y le devolvieron la confianza, el rendimiento de Courtois no ha tenido techo y lleva dos temporadas seguidas siendo el mejor portero del mundo. Sus actuaciones y personalidad en el campo son la base de su éxito. El hecho de seguir sumando cada día ha afianzado a un jugador tan ambicioso como humilde.
Sin embargo, los problemas volvieron al quejarse ante la prensa de los apretados e injustos calendarios de las distintas competiciones, lo que le valió para que la France Football le “castigara” con el octavo puesto al mejor portero mundial. La envidia es lo que tiene, que no acepta a nadie que se desvíe del carril único. Tampoco la prestigiosa revista inglesa 4-4-2 le incluyó entre los mejores cancerberos mundiales. ¿Dónde estarán metidos en estos momentos? Buena pregunta para periodistas e instituciones.
Aún así, y como en todos los capítulos que ha protagonizado Courtois tras aterrizar en Madrid, el portero siempre prefirió el silencio y el trabajo antes que entretenerse en guerras estúpidas. Ese trabajo es para otros.
Finalmente llegó la final de París donde el belga quiso volver a demostrar al mundo del fútbol por qué es el mejor bajo palos. Nueve intervenciones que sirvieron, una vez más, para mantener con vida al equipo. Lo mismo que ha ocurrido en los últimos años, aunque esta vez, hasta la UEFA admitió su partidazo dándole el MVP de la final.
Hace dos meses pedí en mis redes sociales el Balón de Oro para Courtois. Hoy, con el contexto de lo ocurrido en París, vuelvo a reclamarlo de nuevo. En los tiempos en los que el gol es el que manda, el fútbol agradecería el gesto romántico de dárselo a un portero infinito que es tan distinto, que hasta lidera un equipo de eSports como DUX Gaming, stremea con tuiteros jugando al F1 y comparte directos con DJMariiO o Ibai.
Lo que ha hecho Courtois en los últimos meses le aúpa, como mínimo, al Top 3 de jugadores más en forma del mundo. Y eso, amigos, no hay organización ni revista que tenga valor para negarlo. A ver si de ésta se atreven… Y sí, sabemos que han creado el Trofeo Yashin para los guardametas, pero la justicia futbolística es la que es.