<
>

Nápoles marcará el futuro inmediato del Barcelona en la temporada

play
Crisis defensiva en el Barcelona: dan un paso adelante y 3 para atrás (3:29)

Carolina Guillén y Gemma Soler reaccionan al empate del equipo culé ante el Granada y a los problemas defensivos que mostró. (3:29)

La visita del Barcelona a Nápoles el 21 de febrero marcará el futuro inmediato del club en una temporada en la que puede irse en blanco.


BARCELONA -- La visita a Nápoles, el 21 de febrero en el partido de ida de octavos de final de la Champions League, marcará el futuro inmediato del Barcelona, y de Xavi, esta temporada.

El empate frente al Granada, la última decepción en un comienzo de año desolador, dejó al Barcelona prácticamente descartado de la lucha por un título que ya solo tiene al Real Madrid como favorito y más pendiente de asegurar una plaza entre los cuatro primeros en LaLiga que de otras consideraciones.

Y el fiasco, el desengaño, es de tal envergadura que, mezclado con la urgencia, tiene a todo el club pendiente de esa ida de los octavos de la Champions con sabor a auténtica final.

El "Xavi acabará la temporada" con que respondió Laporta rotundamente tras el anuncio del entrenador de dejar el banquillo a final de curso ha perdido toda la consitencia.

Viendo el derrumbe de un equipo que perdió todo el empuje y personalidad, se duda de la conveniencia de aguantar, como aún pretende Joan Laporta, si la clasificación para los cuartos de final del torneo continental queda en peligro.

A estas alturas, el anuncio del entrenador respecto a dejar el cargo el 30 de junio perdió toda consistencia.

El Barça se juega prestigio... Y dinero. Superar los octavos de final le supondrían un ingreso de 10.6 millones de euros, que tiene el club presupuestado y que en caso de no conseguir provocaría un descalabro de consideración en sus cuentas, además de sentenciar definitivamente su ausencia en el Mundial de Clubes de 2025 (una clasificación que ya es bastante improbable) y la pérdida de unos ingresos mínimos de otros 15 millones de euros.

SIN REACCIÓN. SIN SOLUCIÓN
Tras ganar Liga y Supercopa la pasada temporada, el discurso del club al comenzar el curso no ahorró una ambición tan desmedida como, se ha demostrado, temeraria. En agosto se hablaba de triplete y en febrero la lógica apunta a acabar el año en blanco por tercera vez en las cinco últimas temporadas. Y por segunda en las tres con Laporta al mando.

En siete partidos esta temporada ha recibido tres o más goles. Cinco del Villarreal, cuatro de Girona, Real Madrid y Athletic Club y tres a manos de Amberes, Villarreal y Granada y en Montjuïc, donde ha jugado 16 encuentros, ha recibido 21 goles, una cifra solo vista en el curso 2020-21, el único completo de Ronald Koeman y que provocó no pocas críticas.

¿La diferencia? Entonces en el Camp Nou goleaban el Real Madrid, la Juventus o el Paris Saint-Germain. Ahora lo hacen en el estadio Olímpico el Girona, el Villarreal o el Granada. Y en sus cinco últimos partidos jugados como local ha recibido la friolera de 14 goles. Lo nunca visto...

Lo más preocupante es que no se observa en el campo un mínimo de rebeldía o reacción y el equipo parece tan destensado que a Xavi no se le observa capaz de encontrar soluciones a corto plazo. Y tiempo es, precisamente, lo que no le sobra al Barcelona. Porque si en años anteriores (con Messi presente) el equipo mantenía en pie al club, ahora su derrumbe no puede ya disimular los problemas que se le multiplican a la entidad.

Sin fair play para acudir al mercado, con las inscripciones de Iñigo Martínez, Vitor Roque y Gavi en el aire de cara al próximo ejercicio, sin el ingreso esperado de la palanca de Barça Media que se sigue esperando desde agosto de 2023 y sin opción de pelear por los títulos que provoquen el interés de patrocinadores, el escenario no puede ser más preocupante en las oficinas del Camp Nou... Donde las obras siguen su curso a la espera de saber en qué condiciones podrá regresar el equipo en noviembre.

Cuando se van a cumplir tres años del regreso de Laporta a la presidencia, la realidad y presente del Barcelona no puede ser más amargo. Y el club, tanto como el equipo, observa ese partido de Nápoles como una final dramática.