Berlín coronó al Barcelona de la MSN en la Champions, un proyecto frustrado por la errática política deportiva de un club que desde 2015 acumula fiascos y decepciones.
BARCELONA -- Este jueves se cumplen nueve años del último título de la Champions que ganó el Barcelona, el que coronó a la MSN en Berlín, del que sólo queda la nostalgia.
Sandro Rosell cerró el fichaje de Neymar a principios de 2013 y Andoni Zubizarreta concretó el de Luis Suárez en el verano de 2014. El primero se lo arrebató el Barcelona al Real Madrid de Florentino Pérez y el segundo llegó por la negativa del Manchester City a traspasar al Kun Agüero. Y al cabo de un año explosivo, el 6 de junio de 2015, el Barcelona de la MSN conquistó la gloria en París. La última Champions que luce en sus vitrinas.
Desde entonces, hace nueve años, el Barcelona ha ido perdiendo trascendencia y poder en Europa, sufrido derrotas, remontadas y goleadas impensables y llegado a ser eliminado durante dos temporadas consecutivas en la fase de grupos, lo que ha provocado su ausencia en el primer y millonario Mundial de Clubes que se disputará en el verano de 2025.
Desde entonces, hace nueve años, el Real Madrid ha sumado cinco trofeos más en la máxima competición continental mientras la errática (o desastrosa) política deportiva del club azulgrana le fue abocando a un escenario del todo impensable en aquel momento. Y es que si Bartomeu, el anterior presidente, hablaba de los mil millones de ingresos, el actual, Laporta, debe buscar dinero de donde no hay para evitar la ruina total.
El Real Madrid campeón acaba de fichar a Kylian Mbappé mientras el Barça cambia de entrenador (Flick será el cuarto desde enero de 2020) y no sabe si podrá acudir al mercado de fichajes este verano y, en caso de poder hacerlo en qué condiciones lo hará.
NOSTALGIA... Y DESESPERACIÓN
En el Camp Nou se recuerda el pasado con tanta nostalgia como desesperación. La nostalgia de los años idílicos de Guardiola y del regreso al éxito con Luis Enrique.
Tiempos cada vez más lejanos y que provocan esta desesperación por recuperar un papel protagonista en el continente que hoy no tiene este Barça en reconstrucción.
Campeón bajo el mando de Guardiola en 2009 y 2011, Chelsea, Bayern y Atlético de Madrid lo habían eliminado en los tres años siguientes y, dándole la dirección a Luis Enrique, el Barça invirtió cerca de 170 millones en el mercado de verano en 2014, incorporando además de Suárez (81,7 millones de euros), a Jéremy Mathieu, Ivan Rakitic, Marc-André ter Stegen, Thomas Vermaelen, Claudio Bravo y Douglas.
El Real Madrid había conquistado la Champions en Lisboa y se confiaba en que el mando del nuevo entrenador más la exquisitez de una delantera formada por Lionel Messi, Suárez y Neymar fuera suficiente, con la suma de los otros fichajes y una columna vertebral formada por Gerard Piqué, Dani Alves, Javier Mascherano, Andrés Iniesta, Sergio Busquets y Xavi.
A la pausa liguera de Navidad llegó el Barça cuatro puntos por debajo del Madrid (42-38), el año 2015 comenzó con derrota en San Sebastián, una guerra civil entre Luis Enrique y Messi que solventó Xavi de manera milagrosa aunque provocó el despido de Andoni Zubizarreta y un temor, evidente, de que todo fuera a explotar... Pero de las cenizas que se temían emergió un fuego impresionante. Hasta el éxito final.
En la Liga solo se perdió un partido más y se empataron dos (el último intrascendente) para conquistar el título con una jornada de antelación. El 30 de mayo se ganó la Copa del Rey venciendo la final (3-1) al Athletic de Bilbao y en Europa la ruta sólo dio para una derrota, sin sufrimiento en la vuelta de semifinales (3-2) en Munich después de haber goleado 3-0 en el Camp Nou.
Y el 6 de junio, en Berlín, el Barça de la MSN (122 goles entre los tres, 77 a partir de la crisis de Anoeta) se coronó en Berlín, ganando la final de la Champions a la Juventus por 3-1 en un partido que tuvo casi siempre bajo control y que provocó un éxtasis cada vez menos recordado.
Abrió la victoria el croata Ivan Rakitic, a quien eligió un año antes Luis Enrique por encima de Toni Kroos, y tras la igualada de Morata ya en la segunda mitad Luis Suárez y Neymar, en el último suspiro, le dieron forma definitiva a aquel triunfo.
Fue la última sonrisa azulgrana en una Champions que desde entonces se ha convertido en maldita para este Barça que conmemora aquella victoria sin saber cuando podrá volver a reinar.