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Todos los caminos dirigen a Messi

Messi marcó un gol, asistió en otros dos y cerró una noche espectacular. EPA

El lunes, aseguró una información del diario Mundo Deportivo, enviados de la revista France Football acudieron al encuentro de Leo Messi, se supone, claro, para comunicarle su triunfo en el Balón de Oro y hacerle la entrevista de rigor. El secreto alrededor del asunto es tal que desde el entorno del crack argentino ni se confirmó ni desmintió la veracidad de la noticia. Por si acaso, dos días después, La Pulga acreditó quien es el número uno.

Messi marcó un gol, asistió en otros dos y cerró una noche espectacular, otra, en el Camp Nou para celebrar por todo lo alto su partido 700 de azulgrana, en que estuvo omnipresente, convertido en una pesadilla para el Borussia y en el mejor líder de un Barcelona necesitado de recuperar la autoestima.

El Barça estará otra vez en los octavos de final de la Champions, la primera frontera de un torneo esquivo desde 2015 y convertido en una auténtica obsesión para el vestuario, el banquillo, el palco y la grada. Todo el barcelonismo ansía ese título que tantos años y sinsabores costó en el pasado y que hoy ha pasado de ser una ilusión a una obligación. Grandeza obliga…

La marejada de la que habló Valverde en la sala de prensa en la víspera desapareció de pronto ante un equipo enchufado, vigoroso y decidido a acompañar hasta el último aliento a su capitán, con mención especial para la reaparición en escena de un Rakitic especialmente brillante en su condición de secundario de lujo cuando más precisaba el equipo recuperar buenas sensaciones.

El Borussia quiso pero no pudo. Su sueño mutó en pesadilla a la media hora y ya no pudo levantarse de la lona, atropellado por un rival dispuesto a demostrar que está, como aseguró De Jong en la víspera, mejor de lo que muchos dicen.

Habrá que verlo… Y habrá que ver si ese regreso de Rakitic es efímero en la misma medida que crece la sospecha alrededor de Arthur, desaparecido del plano de manera difícil de entender cuando se le sospechaba el socio perfecto para ese De Jong que a cada partido que pasa crece un poco más en la consideración de estrella del futuro.

Del futuro… Porque del presente eso es terreno vedado. Se llama, solo, Messi; Leo Messi.