Luis Enrique, entre osado y temerario, tiene un libro de ruta que ha demostrado bien claro al mando de la selección. En su España pocos son los que a priori tienen un puesto asegurado y sus constantes variaciones, llamadas sorprendentes y exigencia mayúscula provoca que cada futbolista encare cada partido como si fuera el último. Aunque sea el primero, como ocurrió este miércoles con el jovencísimo Gavi.
Un ritmo de balón que ya quisiera cualquier equipo de LaLiga, una presión que debería ser motivo de estudio en todos los vestuarios de Primera División, una colocación estupenda y un atrevimiento en el juego por bandas, profundidad y vértigo en ocasiones magníficos, fueron las claves sobre las que se edificó el triunfo de la selección en Milán.
España jugará la final de la Nations League después de dar el golpe maestro en el templo de San Siro. Italia, 37 partidos invicta, dobló la rodilla frente a una apuesta solvente, y en ocasiones magnífica, del equipo de Luis Enrique, quien silenció a sus críticos con un triunfo de indiscutible prestigio sobre el que asentar un proyecto de futuro con mucho presente.
Desde 1971, con ocasión de un amistoso en Cagliari, no ganaba España en suelo italiano. De hecho, jamás lo había hecho antes en partido oficial y el último cara a cara entre la Azzurra y la Roja, hace exactamente tres meses en Wembley, era recordado por la frustración que supuso la eliminación hispana en la tanda de penaltis de la Eurocopa.
Se tomó cumplida revancha en San Siro con una actuación colectiva estupenda, sabiendo aguantar la salida en tromba de los italianos y tomando el mando del juego apenas transcurrido el primer cuarto de hora para acabar protagonizando una primera mitad mayúscula.
Desde junio de 2018 (1-3 ante Francia) no perdía Italia por dos goles de diferencia... Y de hecho sumaba, record mundial absoluto, 37 partidos consecutivos sin conocer la derrota. Empezó a contemplarse el final de la racha a los 17 minutos, con un centro fantástico de Oyarzabal que remató ajustado al palo Ferran Torres y empezó a entenderse como clara en tiempo añadido del primer tiempo, con otro centro de Oyarzabal y otro remate, este de cabeza, del delantero del Valencia, sorprendiendo a un Donnarumma entregado a la fatalidad.
Para entonces ya había sido expulsado por doble amarilla el veterano Bonucci y para entonces ya era España la dueña absoluta del partido. Un mando sostenido por su mejor juego, por su mayor prestancia con el balón y con una mezcla de veteranía y juventud que invita a mirar al futuro con todo el optimismo.
FUTURO
"Pensé en llamarle, pero hay que pensar que lleva más de diez meses sin jugar y hay que ir poco a poco" explicó Luis Enrique para argumentar la ausencia de Ansu Fati en la lista de convocados... En otro caso, seguro, el jovencísimo delantero azulgrana habría sido protagonista en San Siro, como Pedri, que se cayó por lesión y como Yeremi Pino, a quien le dio la alternativa el seleccionador en la segunda parte.
Entró el jovencísimo delantero del Villarreal, de 18 años, en lugar del bigoleador Ferrán Torres (21), jugando por delante de Pau Torres (24) o Unai Simón (24), junto a Oyarzabal (24) y formando parte de una lista de convocados en la que también figuraban Bryan Gil (20 y que entró más tarde), Eric García (20), Sergio Reguilón (24) o Pedro Porro (22).
La segunda mitad no se diría que fue un festival pero sí un clase maestra de saber gestionar el resultado por parte española. Con tres jugadores de 20 años o menos en el césped el combinado de Luis Enrique tuvo la sentencia en varias oportunidades hasta que a los 82 minutos un error tan impropio como inesperado de Pau Torres sirvió a los italianos para acortar distancias con el gol de Pellegrini.
Sufrió, no podía ser de otra manera, España para conquistar la victoria... Pero la sentenció con todo merecimiento a pesar de los agobios finales. Luis Enrique tiene un plan. Lo apostó contra viento y marea, aguantando toda clase de críticas por ausencias discutidas y la falta de jugadores del Real Madrid. Contra muchos y con los suyos, la España de Luis Enrique está en la ruta ideal.